PARASHÁT TETZAVVÉ: TODOS AQUELLOS
COMO MOSHÉ
En el capítulo de Tetzavvé no se
menciona el nombre de Moshé en ningún momento. Después del pecado del Becerro
de Oro, Di-s quería destruir al pueblo de Israel. Moshé desafió a Di-s y dijo:
“Si traes la destrucción al pueblo, entonces borra mi nombre de tu Libro”. Di-s
no destruyó al pueblo, pero aun así el nombre de Moshé fue borrado del capítulo
de Tetzavvé.
El Zóhar dice:
A quién tenemos que sea más grande
que Moshé, quien dijo: “VEIM-ÁIN MEJÉNI NÁ
MISSIFREJÁ ASHÉR KATÁVTA - Y si no, ráeme ahora de Tu libro
que has escrito” (Shemót/Éxodo 32:32). Esto dijo por el bien de Israel, y aunque
el Santo, Bendito Sea Él, cumplió su deseo y perdonó a Israel, aun así no se le
ahorró el castigo, pues ya se ha señalado que su nombre no se menciona en la
porción de Tetzavvé, sino que ha sido borrado de allí. Y esto ya se ha
enseñado. Y quién tenemos más grande que el rey David, quien dijo: “AMÁRTI ESHMERÁ
DERAJÁI MEJATÓ VILSHONÍ
ESHMERÁ LEFÍ MAJSÓM
BEÖD RASHÁ LENEGDÍ - Yo dije: Atenderé a mis caminos,
para no pecar con mi lengua; guardare mi boca con freno en tanto que el impío
esté delante de mí”. (Tehil´lím/Salmos 39:2). ¿Cuál es el significado de:
“BEÖD RASHÁ LENEGDÍ - En tanto que el impío esté delante
de mí?” Esto se refiere a aquel oficial que fue asignado a aquel que se maldice
a sí mismo, y toma esa palabra para hacer daño a un hombre, como es Arriba.
(Zóhar, Pinjás 93:643)
¿Fue la ausencia del nombre de Moshé
algún tipo de castigo? ¿Por qué podría ser castigado Moshé? Moshé sólo quería
que Di-s perdonara al pueblo. Él protestaba de una forma en la cual Noé no lo
hizo. ¿No hizo Moshé lo que se nos enseña a todos para conectar con la luz:
pensar en los demás antes que en nosotros mismos? ¿Acaso no se nos enseña que
Di-s no castiga, que sólo existen los efectos de nuestras acciones? El Zóhar
dice que la petición de Moshé por la misericordia de Di-s sobre los israelitas
no podía prácticamente considerarse como una acción negativa que ocasionaría
una consecuencia negativa.
Por lo tanto, es mal consejo para
una persona que se maldiga a sí misma cuando está enojada, puesto que muchos
adversarios están esperando a aceptar estas palabras, lo cual significa que su
maldición se hará realidad. En otro tiempo, cuando Moshe pidió la muerte en el
episodio del becerro de oro, diciendo: “Y si no, ráeme ahora de tu libro que
has escrito” (Shemót/Éxodo 32:32), ellos no lo aceptaron de él porque todo era
para el beneficio de los hijos de Israel.
(Zóhar, Behaälotejá 24:138)
La parte más importante, aunque difícil,
de nuestro trabajo espiritual, es la restricción de nuestro ego. Hay una
historia divertida sobre un sabio a quien le encantaba jugar al golf que demuestra
la forma en la que la necesidad de aprobación de nuestro ego limita nuestra
plenitud.
Un Ióm Kippúr, un maestro espiritual
iba de camino a su lugar de culto cuando oyó una voz interior: era la voz del
Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. La voz dijo: “¿Por qué vas a rezar? ¿Qué
vas a obtener de eso? No lo disfrutas realmente. ¿Por qué no te vas a jugar al
golf?”.
Así lo hizo el sabio, y justo cuando
empezó a jugar, logró un hoyo-en-uno. ¡Asombroso! Es más, logró un hoyo-en-uno
en cada golpe. Completó los dieciocho hoyos en dieciocho golpes. Estaba
eufórico con su maravillosa actuación, hasta que se dio cuenta de que no podía
contarle a nadie lo que le había pasado porque, después de todo, ¿cómo podía
estar jugando al golf en Ióm Kippúr?
La naturaleza de nuestro ego
requiere que otras personas admiren lo que hacemos. Queremos ser respetados y
aceptado por los demás todo el tiempo, mayormente porque no nos aceptamos ni
nos respetamos a nosotros mismos. Por el contrario, vemos la grandeza de Moshé,
quien eligió aniquilar las necesidades de su ego.
Moshé trabajó toda su vida para
revelar y servir a la Torá, pero en un solo momento estuvo preparado para
renunciar a todo y anularse a sí mismo y a todo su trabajo de la conciencia de
las generaciones venideras.
Tal como nos enseña el Rav Berg,
aquel que no quiere ser nadie es realmente quien es alguien, y la persona que
quiere ser alguien en realidad no es nadie. Moshé no quería ser nadie, y por
este motivo fue capaz de crear los medios para que nosotros podamos conectarnos
con la Luz del Creador mediante nuestros propios esfuerzos.
En una de sus cartas, Rav Brandwein
escribió:
En el Talmúd, Tratado Nedarím 38,
está escrito: “Rabbí Iojanán dijo: 'Di-s sólo coloca Su Shejiná sobre aquel que
es poderoso, sabio, rico y humilde, y todos aquellos como Moshé! Sin embargo,
en el Tratado Shabbát está escrito, ¿por qué Moshé?” Es diferente que lo que
nuestro Maestro ha dicho sobre la Shejiná sagrada, que sólo se coloca sobre
aquellos que son poderosos, sabios, ricos y de elevada estatura. Uno que es
humilde y uno que es de elevada estatura son dos cosas contradictorias, y
parece que los dos dichos se contradicen entre ellos. Está escrito en el Zóhar
que uno que es menos, es grande. Ello prueba en el verso: “VAIHIÚ JAIÉ
SARÁ MEÁ SHANÁ
VE´ËSRÍM SHANÁ VESHÉVA - Y fue la vida de Sara de cien año y
veinte año y siete años” (Bereshít/Génesis 23:1). Cuando se menciona cien, que
es más numeroso, está escrito 'un año' en singular. Y cuando llega a siete, que
es el menor, está escrito 'años' en plural (Rev. Zóhar, Sheláj-Lejá, parágrafo
210). Así pues, vemos de esto que no hay contradicción, porque grande significa
también uno de elevada estatura; de forma similar, menor significa humilde, y
todo es lo mismo. Por lo tanto, uno que tiene una gran estatura es humilde.
En este Parashá tenemos una mayor
conexión con Moshé y con nuestra propia humildad que en cualquier otro.
Rabbí Itzják Luria (el Arí) nos
enseña que cada generación tiene su propio Moshé, quien puede ser cualquier
persona.
Ciertamente Moshé es igual a todo
Israel, pues los sabios dijeron que Moshé era merecedor y transmitía su
merecimiento a muchos, por lo que el mérito común depende de él. “VE´ET-ÄTZUMÍM IEJAL´LÉK
SHALÁL - Y con los fuertes repartirá despojos” (Ieshaäiáhu/Isaías 53:12)
porque él recibía su propia parte de Di-s, y el resto de los justos recibirán
su parte “por cuanto derramó su vida hasta la muerte” (ibíd.) en cada
generación. Este es el significado de que “Moshé, Moshé” (Shemót/Éxodo 3:4) no
lleve un acento interruptivo, para indicar que el viene de nuevo en cada
generación. “...VE´ET-POSHEÏM NIMNÁ VEHÚ
JET-RABBÍM - Y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el
pecado de muchos” (Ieshaäiáhu/Isaías 53:12) porque, a través de él, el pecado
de generaciones fue redimido completamente, junto con el pecado de Adám y Javvá,
quienes son grandes maestros.
(Kitvé HaArí - Las Escrituras del
Arí, Compilaciones de la Torá 6, Vaetjannán, 9)
Cada día tenemos las oportunidades
para ser como Moshé, pero no las vemos o no actuamos en consecuencia. El
vidente en la historia del Rav Itzják Kadduri adquirió tremendos poderes del
Nombre de Di-s que vemos a diario en nuestros siddurím (libros de oraciones).
Si pudiéramos experimentar el mismo asombro por la Luz que se nos ofrece
libremente, conectaríamos realmente con la Luz del Creador. No necesitaríamos
dinero, estatus o posesiones. Lo sabríamos todo y podríamos hacerlo todo.
Entonces, ¿qué nos retiene? Como concluimos de esta lectura, nada; excepto nuestros
deseos basados en el ego.
Moshé es conocido por haber
ascendido a un nivel de mitad ángel, mitad hombre. (Midrásh Rabbá, Vaikrá/Levítico
30:13). Muchos honrarían su mitad angélica. Pero la grandeza de Moshé estaba en
el Moshé hombre. Fue una persona real que vivió y superó los desafíos de una
vida real. Un tzaddík (persona justa) alcanza un nivel más elevado de
conciencia que un ángel. Para los seres angélicos, no hay una cortina que los
separe de la Luz. Por este motivo, los ángeles no tienen libre albedrío. No hay
un Satán que desafíe su visión de la realidad. Ellos sólo ven Luz. Por otro
lado, una persona justa experimenta las limitaciones y obstrucciones que el Satán
coloca frente a ella, pero se eleva por encima de éstas, lo cual es una tarea
infinitamente más desafiante.
El mayor nivel que podemos alcanzar
en nuestro trabajo espiritual es el de ser un auténtico ser humano. Esto es más
importante que estudiar o entender. A menudo podemos olvidarnos de esto a
medida que aumentan nuestros conocimientos. Podemos volvernos demasiado píos y
olvidarnos de quiénes somos realmente y lo que vinimos a hacer aquí. Si un
aumento de nuestro conocimiento causa la pérdida de nuestra humanidad esencial,
habría sido mejor que no hubiéramos empezado a estudiar.
Moshé es un canal para la humildad:
la anulación total del ego para todas las generaciones venideras. Avrahám, a
través de sus actos de bondad, creó el cableado para Jésed (Misericordia), o la
energía de la Columna Derecha. Estos grandes maestros fueron los cables que
conectan nuestro mundo físico con el Creador. Sus vidas y experiencias dieron
nacimiento a la arquitectura espiritual a través de la cual la Luz del Creador
viaja para alcanzar esta dimensión física. No son figuras “santas” en la
historia bíblica; más bien, ellos son cocreadores del sistema de cableado de
nuestro universo. Cuando hacemos nuestro propio trabajo espiritual, también
cocreamos la infraestructura que ayuda a otros a conectarse.
Como acabamos de aprender, el nombre
de Moshé no se menciona en ningún lugar en esta parashá. Esto puede parecer
como un castigo, pero la verdad es que tenemos más de Moshé en este capítulo
que en cualquier otro. Cuanto más físico es algo, menos Luz hay ahí. En este
capítulo no tenemos ningún aspecto de la parte física de Moshé, por lo que
estamos recibiendo toda su Luz.
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