LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

PARASHÁT TERUMÁ - (Shemot/Éxodo 25:1-27:19) - Matrimonio/Tener claridad/Unión


PARASHÁT TERUMÁ - (Shemót/Éxodo 25:1-27:19) - Matrimonio/Tener claridad/Unión

LA REVELACIÓN DEL TEMPLO SAGRADO

“VEKIDDASHTÍ  ET-ÓHEL  MOËD… VESHAJANTÍ  BETÓJ  BENÉ  ISRAÉL  VEHAÍTI  LAHÉM  LELO-HÍM - Y santificaré el tabernáculo del testimonio... Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Di-s” (Shemót/Éxodo 29:44-45).

El Tabernáculo fue construido para darle al pueblo de Israel una localización física donde pudieran conectar con el Creador. Entonces, ¿por qué está escrito: “Habitaré entre los hijos de Israel” y no “Habitaré dentro de éste”, refiriéndose al Tabernáculo (Mishkán)?

Rabbí Iosi abrió la discusión diciendo: “SHÍR  HASHSHIRÍM  ASHÉR  LISHLOMÓ - El Cantar de los Cantares que es de Salomón” (Shír Hashirím/Cantar de los Cantares 1:1). El rey Salomón se inspiró en esta canción cuando se construyó el Templo, y todos los mundos Arriba y Abajo se completaron en una completitud. Aunque los amigos no estén de acuerdo sobre cuándo se dijo, la opinión general es que se dijo cuando se construyó el Templo. Pero esta canción fue recitada sólo cuando la luna, que es Maljút, estuvo totalmente completa, y el Templo estuvo construido a semejanza de Arriba. Cuando el Templo fue construido abajo, no había alegría ante HakKadósh Barúj Hú (El Santo, Bendito Sea Él), desde el día en que el mundo fue creado, como [hubo] aquel día.

(Zóhar, Terumá 31:313)

El Tabernáculo -y más tarde, el Templo Sagrado, no fueron construidos para que la Luz pudiera revelarse allí. En realidad eran manifestaciones de la Luz que se revela en todos y cada uno de nosotros. Cada persona debe construir un Tabernáculo dentro de sí misma para que la Luz del Creador pueda “habitar” dentro. Cuando una masa crítica de personas haya construido este edificio interno, sólo entonces se nos podrá revelar el Templo Sagrado.

¿Pero cómo construimos un Tabernáculo en nuestro interior? Hemos aprendido que el primer objeto creado en el Tabernáculo fue el Arca, que fue cubierta con oro por dentro y por fuera. Este es un secreto para nuestro Tabernáculo personal interno. ¿Por qué era necesario utilizar oro en el interior y el exterior del Arca? La lección aquí revela por qué y cómo muchas personas caen en su trabajo espiritual. Intentan mostrar lo buenas que son por fuera, pero por dentro no son en realidad lo que parecen. Sin embargo, al final, la verdad sobre el carácter y las motivaciones de una persona siempre salen. Desarrollar la Luz (“el oro”) en el interior es un proceso de transformar la negatividad que nadie ve enterrada en nuestro interior.

Lo importante es no mentir-ni a los demás ni a nosotros mismos, en un intento de cubrir esa negatividad. Si pensamos que podemos mentir a otra persona mientras todavía nos aferramos a la verdad que está dentro de nosotros, estamos cometiendo un serio error. Pronto creeremos la mentira que estaba destinada a los demás y olvidaremos la necesidad de remover la negatividad que era la fuente de esa mentira. Esta lección sobre las mentiras que nos decimos a nosotros mismos queda clara en una historia que el Rav Brandwein compartió con el Rav Berg.

Había un rey que solía irse de vacaciones por un mes cada año. Una vez, mientras el rey estaba fuera, las personas del reino se reunieron y decidieron gastar una broma a un posadero de la localidad. Lo sedujeron con alcohol y luego lo pusieron en la cama del rey. Cuando el posadero se despertó en la mañana, se sorprendió de encontrarse en la cama del rey. Pensó que estaba soñando, pero se pellizcó a sí mismo y vio que no era así. “¿Cómo puedo saber si soy realmente el rey?”, pensó. “Ya sé. Si toco el timbre para que me traigan el desayuno y no ocurre nada, entonces sabré que no soy el rey”. Pero cuando tocó el timbre, le sirvieron el desayuno inmediatamente. Y así continuó el día: el posadero hizo todo lo que era costumbre para el rey hasta que finalmente pensó para sí mismo: “Realmente debo ser el gobernador del reino”.

Más tarde, el posadero descubrió una cámara privada del rey: una biblioteca llena de libros. “Pero no sé cómo leer”, pensó. “¿Cómo puede un gobernador que no sabe leer tener tantos libros? No puedo ser el auténtico rey”. Se sintió muy decepcionado porque estaba disfrutando de la experiencia. Entonces lo reconsideró: “Espera un momento! Sé que no puedo leer, pero nadie más puede. Después de todo, debo ser el rey!”.

Esta historia puede sonar ridícula, pero así es exactamente como muchos de nosotros pensamos y gestionamos nuestras vidas. Nos mentimos a nosotros mismos y luego creemos nuestros propios cuentos. Ser sinceros con nosotros mismos es el primer criterio que necesitamos para construir nuestro Tabernáculo interno.

De esta lección puede deducirse un segundo criterio en relación a nuestro ego. Hoy en día nuestra cultura glorifica la autopromoción, pero intentar parecer “más grandes” de lo que somos no “encaja” con el trabajo de construir nuestro Tabernáculo personal. Nuestro trabajo es primero aprender a “menguar” nuestro ego. Aprendemos de la Guemará que el Arca del Pacto tenía el mismo tamaño que la puerta del Templo Sagrado. Por lo tanto, el Arca no podía pasar físicamente a través de la puerta. Pero cuando llegó el momento de introducir el Arca en el interior, se volvió lo suficientemente pequeña como para encajar por la puerta. Esto nos enseña que si queremos una conexión con el Templo Sagrado, necesitamos hacernos más pequeños. El “Yo” desproporcionado dentro de cada uno de nosotros debe empequeñecerse.



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