KI TISSÁ: EL PECADO DEL BECERRO DE
ORO
וַיִּקַּח מִיָּדָם וַיָּצַר אֹתוֹ בַּחֶרֶט וַיַּעֲשֵׂהוּ
עֵגֶל מַסֵּכָה וַיֹּאמְרוּ אֵלֶּה אֱלֹהֶיךָ יִשְׂרָאֵל אֲשֶׁר הֶעֱלוּךָ מֵאֶרֶץ
מִצְרָיִם
VAIKKÁJ MIIADÁM VAIÁTZAR OTÓ BAJÉRET
VAIAÄSÉHU ËGUEL MASSEJÁ
VAIOMERÚ ÉL´LE ELOHÉJA
ISRAÉL ASHÉR HE´ËLÚJA ME´ÉRETZ
MITZRÁIM
“El cual los tomó de las manos de
ellos, y lo formó con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces
dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”. (Shemót/Éxodo
32:4)
El Becerro de Oro que los israelitas
construyeron no era meramente una estatua de oro. Estaba vivo: era un objeto
móvil, una creación milagrosa.
Está escrito: “Y él tomó el oro de
sus manos, y le dio forma”. Significa que por el poder de estos dos, Iunús y
Iambrús (Janes y Jambres), se hizo todo, y fue como si el mismo Aharón lo
hubiera hecho. Pero si estos dos no hubieran estado presentes, el becerro no se
habría hecho, y no hubiera resultado con habilidades. ¿Pero quién causó que se
hiciera? Estos dos, mientras él lo recibía de su mano, realizaron su magia y
pronunciaron encantamientos con sus bocas, y atrajeron un espíritu del Sitrá
Ajará (Otro Lado).
(Zóhar, Ki Tissá 11:83)
Para manifestar el milagro de
transformar materia inanimada en una cosa viviente, cada israelita tuvo que
sacrificar algo de importancia. A menudo sacrificamos nuestra propia conexión
con los Mundos Superiores porque buscamos placer momentáneo (nuestro propio
becerro de oro personal) a cambio de plenitud duradera y definitiva.
El Zóhar dice:
Cuando los hijos de Israel hicieron
el Becerro de Oro, separaron las bendiciones del monte Horeb separando la Vav
de éste, y cortaron de entre las plantaciones de aquellas diez plantaciones.
Está escrito: “VAITNATZTZELÚ VENÉ-ISRAÉL
ET-ËDIÁM MEHÁR JORÉV
- Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte
Horeb” (Shemót/Éxodo 33:6). Él eliminó de ellos ese atavío celestial, es decir,
el Tefil´lín de la cabeza y el Tefil´lín del brazo, que uno pone en la mano más
débil. ¿Y desde qué lugar les fue dado a ellos? Desde el monte Horeb, cuando
Vav se unió a éste, es decir, Zéër Anpín.
(Zóhar, Hashmatót 33:270)
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