PARASHÁT BESHAL´LÁJ: LA PARTICIÓN DEL “MAR
ROJO”
El milagro de la Partición del “Mar
Rojo” o “Mar de los Juncos” es uno de los episodios más conocidos de la Torá,
¿pero por qué es necesario? Cierto, fue en el “Mar Rojo” donde Di-s nos dio los
72 Nombres, ¿pero no podía haber sucedido sin que se tuviera que partir el mar?
No hay duda de que Di-s podría haber
encontrado otra ruta para la huida de los israelitas, una ruta que no los
hubiera puesto en este aprieto tan extremadamente peligroso. El milagro del “Mar
Rojo” fue, sin embargo, una necesidad fundamental para el desarrollo espiritual
de los israelitas.
La partición del mar elevó la
conciencia de las personas al nivel de la Puerta 50 de Biná. Esta conciencia
elevada era un prerrequisito para la entrega de la Torá; no sólo para aquella
generación sino para todas las generaciones venideras. La Puerta 50 reemplaza a
todas las puertas previas, eliminando cualquiera y todas las conexiones con la
kelippá (el velo o cáscara de negatividad que nos impide ver la Luz) a las que
nos aferramos. El camino seco a través de las aguas que fueron apartadas a
ambos lados de los israelitas en el Mar Rojo abrió un sendero o conducto a
nivel espiritual hasta la Puerta 50, para que otras generaciones venideras no
tuvieran que atravesar el mismo proceso de experimentar las 49 Puertas previas
hasta llegar al nivel más elevado de conciencia.
La Luz siempre está ahí para
ayudarnos en nuestra transformación, pero hacer este viaje paso a paso puede
llevar mucho tiempo. Alcanzar la Puerta 50 nos permite eludir la parte más
lenta y dolorosa del viaje.
La conciencia de la Puerta 50 puede
explicarse a través de una analogía con el cuerpo humano. Hay nervios en las
manos y en los pies, así como en otras partes del cuerpo, que son muy sensibles
al dolor. Si colocas tu dedo cerca de una llama o una vela, lo retirarás
inmediatamente. Tu dedo está conectado con las realidades del mundo cotidiano.
Pero paradójicamente, a pesar de ser el centro nervioso en el cuerpo, el
cerebro en sí mismo no siente dolor. Por este motivo no se requiere anestesia durante
la cirugía cerebral. El cerebro es el centro de la conciencia y está más allá
del dolor. Es como el ojo de un huracán, donde la calma perfecta prevalece.
El “Mar Rojo” sirvió como una mikvé -o
baño espiritual purificador- enorme para todo el pueblo de Israel. El Zóhar nos
dice que cuando un alma abandona este mundo por la realidad superior, debe
sumergirse en el Nehár Dinúr (Río de Fuego) para olvidar sus conexiones con el
reino físico. También leemos:
En este mismo Río Dinúr, las almas
se sumergen para limpiarse de sus manchas deshonrosas con las que se han
ensuciado en el mundo inferior.
(Zóhar, Hakdamá 10:79)
La partición del “Mar Rojo” permitió
a las personas olvidarse de su conexión con Egipto y todo lo que ésta
representaba. A menudo, aunque queramos desconectarnos de una experiencia
negativa, es una conexión difícil de romper. En lo más profundo de nuestras
almas, no somos capaces de decir que queremos ser realmente libres. La
partición del “Mar Rojo” elimina esta difícil barrera.
Un hombre fue a su maestro espiritual
y le dijo: “He oído que cuando una persona huye del poder y el respeto, el poder
y el respeto corren tras ella. Bien, he estado huyendo, pero el poder y el
respeto no me han perseguido”. El maestro respondió: “Bien, entonces supongo
que siempre estás mirando atrás para asegurarte de que no te adelantas demasiado”.
Para salir de nuestro Egipto
personal, tiene que haber un rompimiento completo de nuestra conexión con el
Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. La partición del “Mar Rojo” crea un
torrente que se lleva toda la negatividad de la esclavitud. Conectamos
directamente con esa energía en el momento de Pésaj, mientras que durante el
resto del año contamos con la mikvé.
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