LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

PARASHA ITRO - (Shemot/Éxodo 18-20) - Conexión con el mundo perfecto (Árbol de la Vida)


PARASHÁT ITRÓ - (Shemót/Éxodo 18-20) - Conexión con el mundo perfecto (Árbol de la Vida)

“VAISHMÁ  ITRÓ - Y oyó Jetro...” (Shemót/Éxodo 18:1)

Cada persona viene a este mundo con un propósito específico que es único para ese individuo así como un propósito general que todos compartimos –nuestra corrección espiritual o tikkún- los efectos negativos de vidas pasadas. Transformar y limpiar este equipaje es la forma en que logramos nuestra corrección y finalmente nuestra perfección.

Hay dos formas en las que podemos completar nuestra corrección espiritual. La primera empieza dándonos cuenta de algo. Cuando nos miramos a nosotros mismos y decimos: “Esta no es la persona que quiero ser. No puedo ser alguien que se limita a tomar de los demás, seré una persona que da”. Como resultado de este entendimiento, empezamos nuestro trabajo espiritual.

Esto en sí mismo es un logro. Vernos a nosotros mismos claramente y tomar la decisión de cambiar supone un gran paso hacia delante. Nuestra naturaleza como seres físicos es ser dominados por el Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. Venimos a este mundo con nuestras manos cerradas en pequeños puños, como si quisiéramos agarrar todo lo que podamos. Salir de este estado mental y comprometernos con la espiritualidad es realmente asombroso; y no le ocurre a todo el mundo.

Muchas personas nunca descubren esta claridad interna que les permite diferenciar entre lo que son en comparación con la persona que quieren ser. Aun así, el propósito de la vida sigue siendo el mismo, todos estamos en este mundo para completar nuestro tikkún. Sin embargo, hay otra forma de finalizar nuestra corrección. Para aquellos que no son conscientes, el proceso de tikkún sigue teniendo lugar, aunque a través de los acontecimientos externos y sus efectos. Si no llegamos a ver voluntariamente nuestra necesidad de cambiar, acabaremos viéndola y teniendo que cambiar a través del dolor y el sufrimiento que el universo nos enviará como efecto de nuestras propias acciones.

No querría dar la impresión de que estos dos caminos para alcanzar nuestro tikkún tienen el mismo valor en un sentido espiritual. Una persona que ha elegido conscientemente hacer el trabajo espiritual de transformación revela más Luz para ella y para el mundo que una persona que se limita a reaccionar a las fuerzas externas. Al hacer la elección de moverse proactivamente hacia la transformación, uno no sólo corrige su propio tikkún, sino que también tiene un impacto positivo sobre el tikkún global y colectivo.

De una forma u otra, al final todos llegaremos allí y acabaremos el trabajo, si no en esta vida, en una futura, La elección es simplemente que camino escogeremos: el camino de nuestra transformación espiritual o el camino del sufrimiento. Aunque elijamos el segundo camino, algún día acabaremos completando nuestro tikkún, de la misma forma que el tikkún del mundo se logrará a pesar nuestro. Pero cuando elegimos el camino del trabajo espiritual, entonces todos nuestros esfuerzos sirven al mundo, así como a nosotros mismos.

Esto nos lleva a la historia de Itró (Jetro). El pecado de adorar al Becerro de Oro causó una gran fisura entre el pueblo de Israel y la conciencia de Mashíaj (Mesías), la inmortalidad y la Redención Final. El pueblo debió alcanzar la inmortalidad cuando se halló ante Moshé en el monte Sinaí, pero debido al incidente del Becerro de Oro, la inmortalidad se perdió. El Zóhar nos enseña que nada espiritual desaparece nunca, el potencial de la inmortalidad sigue existiendo aunque no se haya materializado en nuestra dimensión física. Por lo tanto, cada vez que leemos esta parashá, el poder de la Revelación en el monte Sinaí da poder a nuestra conciencia hacia la inmortalidad.
El Zóhar nos dice también que aquel que permanece despierto durante la noche de Shavuöt vivirá todo el año siguiente. Esto se debe a que el día de Shavuöt se establece una conexión con el poder de la inmortalidad que se reveló originalmente en el monte Sinaí.

Esta es la razón por la cual este día de Shavuöt, la Columna Central que corresponde a Zéër Anpín que se llama Israel, es el vínculo de fe que lo une todo. También está escrito: “ËTZ-JAÍM    LAMMAJAZIKÍM  BÁH - Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano” (Mishlé/Proverbios 3:18), puesto que el Árbol de la Vida, Zéër Anpín, es un Árbol llamado “Uno”. Por consiguiente, puesto que Israel Abajo está apegada y agarrada a este lugar, El Árbol de la Vida, Zéër Anpín, ellos son llamados uno, pues el Árbol de la Vida se llama “Uno”, puesto que todo está apegado a él, y su día, Shavuöt, es ciertamente uno, vinculándolo todo y siendo el centro de todo, pues es la columna central.

(Zóhar, Emór 25:142)

Igual que la semilla encarna el árbol crecido, las primeras palabras de este parashá encarnan el poder de toda la historia. Las primeras palabras son: “Y oyó Itró”. La Torá dice que él oyó todo lo que Di-s había hecho por Moshé y su pueblo. Además, Rashi explica que Itró oyó la Partición del “Mar Rojo” y oyó la guerra con Ämalék.

¿Qué oyó de la Partición del “Mar Rojo”? Él oyó como todas las aguas del mundo se partían. ¿Pero por qué oyó también la guerra de Ämalék? Fue porque necesitaba otra razón para venir al desierto a encontrarse con Moshé. Aunque la Partición del “Mar Rojo” era un milagro, no era suficiente para Itró.

Con cada milagro, Itró vio que había un Creador, un Poder Espiritual superior en este mundo físico. El vio el poder en Najshón (el que iba a ser cuñado de Aharón). Fue la conexión de Najshón con el Creador y su certeza en el sistema lo que le impulsó a entrar en el agua que le llegaba hasta el cuello, y fue su convicción lo que partió las aguas. El segundo milagro que Itró necesitaba oír estaba en la guerra de Ämalék, la victoria estaba enteramente en manos de Moshé. Cuando él elevaba sus manos, los israelitas salían Victoriosos: cuando las bajaba, eran derrotados. Moshé mantuvo sus manos elevadas.

Itró era el sumo sacerdote del Faraón y era un maestro de lo oculto. La magia no era nueva para él. No fue hasta el segundo milagro, la guerra con Ämalék, que Itró se convenció de que estas hazañas no eran simplemente magia, sino que procedían de un Poder Espiritual superior que guiaba a los israelitas.

Para conectar con este Poder, Itró sabía que se debía ser uno con la esencia del Creador. En otras palabras, tenía que transformar su Deseo de Recibir Sólo para Sí Mismo en Deseo de Compartir. El eligió el camino del trabajo espiritual, y debido a su deseo de transformarse y conectarse, Itró fue merecedor de tener la energía de los Diez Enunciados en el capítulo de la Torá que lleva su nombre

¿QUÉ HABÍA EN ITRÓ QUE FUERA DIFERENTE?

¿Cómo podía una persona como Itró, que empezó siendo un individuo extremadamente negativo, transformarse completamente? Se convirtió en no solamente un seguidor y cumplidor de los preceptos establecidos en la Torá, sino también en alguien cuyo consejo y visión eran buscados por el mismísimo Moshé. En el capítulo bíblico de Behaälotejá, Moshé le rogo a Itró que permaneciera con el pueblo de Israel y “fuera sus ojos”.

¿Qué había en Itró que fuera diferente y único? Para ilustrar este punto, podemos referirnos a la historia de Rav Mordejái Sharabi (1908-1983 e.c). Un hombre acudió a Rav Mordejái y dijo: “Estoy buscando mi camino espiritual y no puedo encontrarlo”. El rabino contesto: “Si estás buscando el camino correcto, ya estás en el camino correcto. Cuando Itró era un sacerdote de Midián, nunca fue autocomplaciente, nunca estaba satisfecho. Continuamente buscaba una verdad más elevada. Itró estaba abierto a oír y escuchar.

Lo único que el Creador quiere de nosotros es que estemos abiertos. Tal como está escrito:

“Abre para Mi una abertura del tamaño del ojo de una aguja, y Yo abriré para ti las Puertas Eternas”

(Shír HaShirím/Cantar de los Cantares 5:2)

A menudo le pedimos algo al Creador y luego nos quejamos de no obtener respuesta, cuando lo cierto es que no estamos abiertos a oír la respuesta del Creador. Solo estamos receptivos a escuchar si se trata de la respuesta que queremos oír.

Estar abierto al Creador empieza por estar abierto a otras personas. No tenemos que defendernos a nosotros mismos, y no tenemos que combatir cada tema. No tenemos que luchar cada batalla para probar que tenemos la razón

Itró oyó al Creador porque el corazón de Itró estaba abierto a escuchar a los demás. Todos podemos ser merecedores de la conexión que tenía Itró, simplemente si despertamos nuestro deseo de estar abiertos al Creador. El lugar en el que estamos espiritualmente en este momento no es importante. Si queremos oír al Creador, todo lo que necesitamos hacer es abrir nuestros corazones y oídos para oír la voz del Creador.

“GUÉR  HAÍTI  BE´ÉRETZ  NAJERIÁ - Fui un extranjero en tierra extraña...”

¿Por qué Moshé le puso de nombre Gershóm a su primer hijo, sabiendo que guér significa “extranjero” y shóm “allí”, “lejos de aquí” o “extranjero en tierra extraña? Al poner este nombre a su hijo, Moshé queria recordarle-a él y por extensión, a nosotros- que cada día que vivimos en este mundo es como si estuviéramos en el exilio. Sólo cuando el alma regresa al Mundo Superior se siente verdaderamente en casa.

Un estudiante de Rav Eliáhu Dessler (1891-1954 e.c) estaba a punto de partir hacia un país lejano Rav Eliáhu le dio una bendición para que tuviera un viaje seguro. Pero extreñamente, el estudiante se sintió herido. No podía entender por qué su maestro no le bendecía para que estuviera en su país nativo toda su vida, se casara con una buena mujer y alcanzara otras aspiraciones convencionales. Así que le preguntó a su maestro por qué le bendecía sólo para que tuviera un buen viaje. El maestro respondió: “Esta bendición es para toda tu vida, estés donde estés”. Él quería que su estudiante entendiera que nuestras vidas son siempre un viaje, aunque permanezcamos en un solo lugar.

Al poner el nombre de Gershóm a su hijo, Moshé nos enseñó que todos somos nómadas moviéndonos de un lugar a otro en un mundo físico que cambia y desaparece, y que el mundo real es espiritual, nunca cambia y es eterno. Si entendemos esto, tendremos un mejor viaje en esta existencia temporal y física porque sabemos que el mundo espiritual es nuestro auténtico hogar.

La Parashá Itró trata sobre la Entrega de los Diez Enunciados en el monte Sinaí: la revelación de la inmortalidad en este mundo. Esta es la sección más importante de la Torá porque la esencia de todo está aquí para nosotros en los Diez Enunciados.



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