PARASHÁT ITRÓ - (Shemót/Éxodo 18-20)
- Conexión con el mundo perfecto (Árbol de la Vida)
“VAISHMÁ ITRÓ - Y oyó Jetro...” (Shemót/Éxodo 18:1)
Cada persona viene a este mundo con
un propósito específico que es único para ese individuo así como un propósito
general que todos compartimos –nuestra corrección espiritual o tikkún- los
efectos negativos de vidas pasadas. Transformar y limpiar este equipaje es la
forma en que logramos nuestra corrección y finalmente nuestra perfección.
Hay dos formas en las que podemos
completar nuestra corrección espiritual. La primera empieza dándonos cuenta de
algo. Cuando nos miramos a nosotros mismos y decimos: “Esta no es la persona
que quiero ser. No puedo ser alguien que se limita a tomar de los demás, seré
una persona que da”. Como resultado de este entendimiento, empezamos nuestro
trabajo espiritual.
Esto en sí mismo es un logro. Vernos
a nosotros mismos claramente y tomar la decisión de cambiar supone un gran paso
hacia delante. Nuestra naturaleza como seres físicos es ser dominados por el
Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. Venimos a este mundo con nuestras manos cerradas
en pequeños puños, como si quisiéramos agarrar todo lo que podamos. Salir de
este estado mental y comprometernos con la espiritualidad es realmente
asombroso; y no le ocurre a todo el mundo.
Muchas personas nunca descubren esta
claridad interna que les permite diferenciar entre lo que son en comparación
con la persona que quieren ser. Aun así, el propósito de la vida sigue siendo
el mismo, todos estamos en este mundo para completar nuestro tikkún. Sin
embargo, hay otra forma de finalizar nuestra corrección. Para aquellos que no
son conscientes, el proceso de tikkún sigue teniendo lugar, aunque a través de
los acontecimientos externos y sus efectos. Si no llegamos a ver
voluntariamente nuestra necesidad de cambiar, acabaremos viéndola y teniendo
que cambiar a través del dolor y el sufrimiento que el universo nos enviará
como efecto de nuestras propias acciones.
No querría dar la impresión de que
estos dos caminos para alcanzar nuestro tikkún tienen el mismo valor en un
sentido espiritual. Una persona que ha elegido conscientemente hacer el trabajo
espiritual de transformación revela más Luz para ella y para el mundo que una
persona que se limita a reaccionar a las fuerzas externas. Al hacer la elección
de moverse proactivamente hacia la transformación, uno no sólo corrige su
propio tikkún, sino que también tiene un impacto positivo sobre el tikkún
global y colectivo.
De una forma u otra, al final todos
llegaremos allí y acabaremos el trabajo, si no en esta vida, en una futura, La
elección es simplemente que camino escogeremos: el camino de nuestra transformación
espiritual o el camino del sufrimiento. Aunque elijamos el segundo camino, algún
día acabaremos completando nuestro tikkún, de la misma forma que el tikkún del
mundo se logrará a pesar nuestro. Pero cuando elegimos el camino del trabajo
espiritual, entonces todos nuestros esfuerzos sirven al mundo, así como a
nosotros mismos.
Esto nos lleva a la historia de Itró
(Jetro). El pecado de adorar al Becerro de Oro causó una gran fisura entre el
pueblo de Israel y la conciencia de Mashíaj (Mesías), la inmortalidad y la
Redención Final. El pueblo debió alcanzar la inmortalidad cuando se halló ante
Moshé en el monte Sinaí, pero debido al incidente del Becerro de Oro, la
inmortalidad se perdió. El Zóhar nos enseña que nada espiritual desaparece
nunca, el potencial de la inmortalidad sigue existiendo aunque no se haya materializado
en nuestra dimensión física. Por lo tanto, cada vez que leemos esta parashá, el
poder de la Revelación en el monte Sinaí da poder a nuestra conciencia hacia la
inmortalidad.
El Zóhar nos dice también que aquel
que permanece despierto durante la noche de Shavuöt vivirá todo el año siguiente.
Esto se debe a que el día de Shavuöt se establece una conexión con el poder de
la inmortalidad que se reveló originalmente en el monte Sinaí.
Esta es la razón por la cual este día
de Shavuöt, la Columna Central que corresponde a Zéër Anpín que se llama Israel,
es el vínculo de fe que lo une todo. También está escrito: “ËTZ-JAÍM HÍ
LAMMAJAZIKÍM BÁH - Ella es árbol
de vida a los que de ella echan mano” (Mishlé/Proverbios 3:18), puesto que el Árbol
de la Vida, Zéër Anpín, es un Árbol llamado “Uno”. Por consiguiente, puesto que
Israel Abajo está apegada y agarrada a este lugar, El Árbol de la Vida, Zéër
Anpín, ellos son llamados uno, pues el Árbol de la Vida se llama “Uno”, puesto
que todo está apegado a él, y su día, Shavuöt, es ciertamente uno, vinculándolo
todo y siendo el centro de todo, pues es la columna central.
(Zóhar, Emór 25:142)
Igual que la semilla encarna el
árbol crecido, las primeras palabras de este parashá encarnan el poder de toda
la historia. Las primeras palabras son: “Y oyó Itró”. La Torá dice que él oyó
todo lo que Di-s había hecho por Moshé y su pueblo. Además, Rashi explica que Itró
oyó la Partición del “Mar Rojo” y oyó la guerra con Ämalék.
¿Qué oyó de la Partición del “Mar
Rojo”? Él oyó como todas las aguas del mundo se partían. ¿Pero por qué oyó también
la guerra de Ämalék? Fue porque necesitaba otra razón para venir al desierto a
encontrarse con Moshé. Aunque la Partición del “Mar Rojo” era un milagro, no
era suficiente para Itró.
Con cada milagro, Itró vio que había
un Creador, un Poder Espiritual superior en este mundo físico. El vio el poder
en Najshón (el que iba a ser cuñado de Aharón). Fue la conexión de Najshón con
el Creador y su certeza en el sistema lo que le impulsó a entrar en el agua que
le llegaba hasta el cuello, y fue su convicción lo que partió las aguas. El
segundo milagro que Itró necesitaba oír estaba en la guerra de Ämalék, la
victoria estaba enteramente en manos de Moshé. Cuando él elevaba sus manos, los
israelitas salían Victoriosos: cuando las bajaba, eran derrotados. Moshé
mantuvo sus manos elevadas.
Itró era el sumo sacerdote del
Faraón y era un maestro de lo oculto. La magia no era nueva para él. No fue
hasta el segundo milagro, la guerra con Ämalék, que Itró se convenció de que
estas hazañas no eran simplemente magia, sino que procedían de un Poder
Espiritual superior que guiaba a los israelitas.
Para conectar con este Poder, Itró
sabía que se debía ser uno con la esencia del Creador. En otras palabras, tenía
que transformar su Deseo de Recibir Sólo para Sí Mismo en Deseo de Compartir. El
eligió el camino del trabajo espiritual, y debido a su deseo de transformarse y
conectarse, Itró fue merecedor de tener la energía de los Diez Enunciados en el
capítulo de la Torá que lleva su nombre
¿QUÉ HABÍA EN ITRÓ QUE FUERA
DIFERENTE?
¿Cómo podía una persona como Itró,
que empezó siendo un individuo extremadamente negativo, transformarse
completamente? Se convirtió en no solamente un seguidor y cumplidor de los preceptos
establecidos en la Torá, sino también en alguien cuyo consejo y visión eran
buscados por el mismísimo Moshé. En el capítulo bíblico de Behaälotejá, Moshé
le rogo a Itró que permaneciera con el pueblo de Israel y “fuera sus ojos”.
¿Qué había en Itró que fuera
diferente y único? Para ilustrar este punto, podemos referirnos a la historia
de Rav Mordejái Sharabi (1908-1983 e.c). Un hombre acudió a Rav Mordejái y
dijo: “Estoy buscando mi camino espiritual y no puedo encontrarlo”. El rabino
contesto: “Si estás buscando el camino correcto, ya estás en el camino correcto.
Cuando Itró era un sacerdote de Midián, nunca fue autocomplaciente, nunca
estaba satisfecho. Continuamente buscaba una verdad más elevada. Itró estaba
abierto a oír y escuchar.
Lo único que el Creador quiere de
nosotros es que estemos abiertos. Tal como está escrito:
“Abre para Mi una abertura del
tamaño del ojo de una aguja, y Yo abriré para ti las Puertas Eternas”
(Shír HaShirím/Cantar de los Cantares
5:2)
A menudo le pedimos algo al Creador
y luego nos quejamos de no obtener respuesta, cuando lo cierto es que no
estamos abiertos a oír la respuesta del Creador. Solo estamos receptivos a
escuchar si se trata de la respuesta que queremos oír.
Estar abierto al Creador empieza por
estar abierto a otras personas. No tenemos que defendernos a nosotros mismos, y
no tenemos que combatir cada tema. No tenemos que luchar cada batalla para
probar que tenemos la razón
Itró oyó al Creador porque el
corazón de Itró estaba abierto a escuchar a los demás. Todos podemos ser merecedores
de la conexión que tenía Itró, simplemente si despertamos nuestro deseo de
estar abiertos al Creador. El lugar en el que estamos espiritualmente en este
momento no es importante. Si queremos oír al Creador, todo lo que necesitamos
hacer es abrir nuestros corazones y oídos para oír la voz del Creador.
“GUÉR HAÍTI
BE´ÉRETZ NAJERIÁ - Fui un extranjero
en tierra extraña...”
¿Por qué Moshé le puso de nombre
Gershóm a su primer hijo, sabiendo que guér significa “extranjero” y shóm
“allí”, “lejos de aquí” o “extranjero en tierra extraña? Al poner este nombre a
su hijo, Moshé queria recordarle-a él y por extensión, a nosotros- que cada día
que vivimos en este mundo es como si estuviéramos en el exilio. Sólo cuando el
alma regresa al Mundo Superior se siente verdaderamente en casa.
Un estudiante de Rav Eliáhu Dessler
(1891-1954 e.c) estaba a punto de partir hacia un país lejano Rav Eliáhu le dio
una bendición para que tuviera un viaje seguro. Pero extreñamente, el estudiante
se sintió herido. No podía entender por qué su maestro no le bendecía para que
estuviera en su país nativo toda su vida, se casara con una buena mujer y
alcanzara otras aspiraciones convencionales. Así que le preguntó a su maestro
por qué le bendecía sólo para que tuviera un buen viaje. El maestro respondió:
“Esta bendición es para toda tu vida, estés donde estés”. Él quería que su
estudiante entendiera que nuestras vidas son siempre un viaje, aunque
permanezcamos en un solo lugar.
Al poner el nombre de Gershóm a su
hijo, Moshé nos enseñó que todos somos nómadas moviéndonos de un lugar a otro
en un mundo físico que cambia y desaparece, y que el mundo real es espiritual,
nunca cambia y es eterno. Si entendemos esto, tendremos un mejor viaje en esta
existencia temporal y física porque sabemos que el mundo espiritual es nuestro
auténtico hogar.
La Parashá Itró trata sobre la
Entrega de los Diez Enunciados en el monte Sinaí: la revelación de la
inmortalidad en este mundo. Esta es la sección más importante de la Torá porque
la esencia de todo está aquí para nosotros en los Diez Enunciados.
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