LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

PARASHÁT VAIÉSHEV - (Bereshít/Génesis 37-40) - Salir de la zona de confort/Espiritualidad-Esfuerzo extra


PARASHÁT VAIÉSHEV - (Bereshít/Génesis 37-40) - Salir de la zona de confort/Espiritualidad-Esfuerzo extra

“LA LUZ ESTABA ALLÍ CUANDO DECIDIERON VENDER A IOSÉF/JOSÉ”.

El Santísimo, Bendito sea Él, consintió el acto de vender a Ioséf a Egipto para que el decreto que el Creador realizó entre las piezas se cumpliera... (Zóhar, Vaiéshev 19:195)

En Bereshít/Génesis 37:12, encontramos algo que sucede sólo diez veces en toda la Torá: dos puntos encima de la palabra “ET” (el). El versículo dice: “VAIELJÚ  EJÁV  LIRÖT  ET-TZÓN  AVIHÉM  BISHJÉM - Después sus hermanos fueron a apacentar el rebaño de su padre en Shejém”.

Antes de que podamos explicar el significado de los puntos, debemos tratar otra cuestión sobre este versículo. El Zóhar dice que la palabra “et” es superflua; podemos entender este versículo perfectamente sin ella. De hecho, aunque aproximadamente se traduce como “el”, en realidad no hay una traducción exacta para “et” en español o en ninguna otra lengua.

El pasaje del Zóhar dice: “El Santísimo, Bendito sea Él, consintió el acto de vender a Ioséf a Egipto...”, ¿Pero por qué hay puntos sobre las letras Álef y Táv  אֶׄתׄ  (et)? En otros lugares de la Torá no hay puntos cuando la Luz está presente. La Luz estaba con Avrahám y las otras personas justas, pero no había puntos.

Es más, ¿debemos entender que la Luz quería que Ioséf fuera vendido y llevado a Egipto? Diez personas fueron reencarnadas y asesinadas a causa del pecado de vender a Ioséf. Si la intención de la Luz era que los hermanos de Ioséf llevaran a cabo este acto, debemos preguntarnos por qué fueron castigados por ello.

Una cosa está clara: Ioséf tenía que ir a Egipto. Esto era necesario para que tuviera lugar la limpieza espiritual (tikkún) del pueblo de Israel; consecuentemente, esto les permitiría recibir la Torá. En este sentido, el viaje de Ioséf a Egipto y su estancia allí eran esenciales, no sólo para su propio tikkún, sino para el tikkún de todo el mundo. Así, de hecho, la lección y el poder representado por los dos puntos es la Luz del Creador que está con nosotros, no sólo en los buenos momentos sino también en aquellos momentos que nos parecen tan caóticos y angustiantes cuando están sucediendo.

Imagina un hombre que pierde un vuelo de avión. Se siente furioso porque tiene muchas cosas que hacer en el lugar de destino y otras personas dependen de él. Sin embargo, hay algo que no sabe: hay una bomba en el avión; si fuera consciente de ello, besaría el suelo por donde pisa. Su enojo y su frustración están completamente fuera de lugar, pero él no lo sabe porque es incapaz de ver el cuadro completo. Sin embargo, aquellos que están conectados con la Luz, consideran que hay un aspecto positivo en cada acontecimiento, y por lo tanto aprecian y confían en que la Luz está trabajando a su favor.

La Guemará (esa parte del Talmúd que contiene comentarios y análisis rabínicos de su predecesor, la Mishná) habla de un hombre llamado Najúm que, pasara lo que pasara, siempre decía: “Gam zu letová - Esto también es para bien”. En una ocasión, la gente de Israel quería enviar un regalo -una caja llena de piedras preciosas- al rey, y le pidieron a Najúm que fuera él quien lo entregara, ya que era muy sabio. En su viaje, se paró a dormir en una posada. El posadero abrió la caja, robó las piedras preciosas y llenó la caja de cenizas. Cuando Najúm llegó al palacio del rey, la caja fue abierta y se descubrieron las cenizas.

El rey grito: “¿Acaso el pueblo de Israel se está riendo de mí?”. Luego ordenó matar a Najúm, pero aun entonces Najúm dijo: “¡Esto también es para bien!” En aquel momento, su pureza y certeza fueron tales que se mereció la presencia del profeta Eliáhu/Elías, quien se acercó al rey disfrazado como uno de sus fieles cortesanos y le dijo: “Señor, estas cenizas son del Patriarca Avrahám. Cuando Avrahám solía esparcir estas cenizas, se convertían en espadas, y con esas espadas él podía derrotar a cualquier enemigo”.

Asombrado ante la noticia de su buena fortuna, el rey llenó la caja de piedras preciosas y envió a Najúm a casa con gran respeto y gratitud. En su camino de vuelta a casa, Najúm volvió a dormir en la misma posada, donde el posadero se sorprendió al verlo con vida.

El posadero le pregunto: “¿Qué le llevaste al rey?”

Najúm respondió: “Sólo lo que me llevé de la posada”.

Así pues, el posadero tomó todas las cenizas de su casa y se las llevó al rey. Pero Eliáhu, todavía disfrazado de cortesano fiel, le dijo al rey que esas cenizas no tenían ningún poder mágico. El rey, enojado por el engaño, ordenó que mataran al posadero.

Debemos recordar que el Creador quiere sólo lo mejor para nosotros. Al entender los puntos de esta sección y conectar con su poder, todos mereceremos y aprenderemos a ver lo bueno en todo lo que sucede, incluso las cosas pequeñas y a veces superfluas como la palabra “et”.

“VAISHMÁ  REUVÉN  VAIATZTZILÉHU  MIIADÁM - Pero Reuvén oyó esto y lo libro de sus manos” (Bereshít/Génesis 37:21).

Hay enseñanzas en la Torá que son tremendamente importantes, pero resulta fácil pasar por alto su importancia porque se mencionan en tan solo unas pocas palabras. Ejemplos de esto son los acontecimientos en la vida de Avrahám desde su niñez hasta que cumplió 74 años, y los acontecimientos en la vida de Moshé desde los 13 hasta los 80 años. Después de todo, Avrahám y Moshé no eran personas corrientes: fueron, y todavía lo son hasta hoy, merkavót/carrozas del sistema espiritual, portadores de la Luz. Cada momento de sus vidas fue crucial y afecta a cada momento de nuestras vidas, incluso hoy.

De forma similar, nuestras propias acciones reverberan por todo el mundo. Debemos reconocer la importancia de lo que hacemos porque cada uno de nosotros contribuye al sistema espiritual y tiene una Luz única que sólo nosotros podemos revelar.

Cuando Reuvén vino a salvar a su hermano Ioséf, entendió que estaba haciendo lo correcto, pero no sabía el efecto que tendría esta acción sobre las generaciones venideras. Si Reuvén/Rubén hubiera sabido cuánta importancia le daba la Luz a este acto, seguramente le habría otorgado mucha más relevancia a su propia acción. Esto nos enseña que debemos considerar cada una de nuestras acciones como si estuvieran construyendo todo un mundo para siempre. Cada uno de nosotros debe hacer más e impulsarse en todo momento a hacer un esfuerzo adicional para revelar la Luz. Nunca podemos saber si “sólo una cosa más” cambiará no sólo nuestra propia vida, sino que transformará el mundo entero.


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