PARASHÁT VAIÉSHEV -
(Bereshít/Génesis 37-40) - Salir de la zona de confort/Espiritualidad-Esfuerzo
extra
“LA LUZ ESTABA ALLÍ CUANDO
DECIDIERON VENDER A IOSÉF/JOSÉ”.
El Santísimo, Bendito sea Él,
consintió el acto de vender a Ioséf a Egipto para que el decreto que el Creador
realizó entre las piezas se cumpliera... (Zóhar, Vaiéshev 19:195)
En Bereshít/Génesis 37:12,
encontramos algo que sucede sólo diez veces en toda la Torá: dos puntos encima
de la palabra “ET” (el). El versículo dice: “VAIELJÚ EJÁV LIRÖT
ET-TZÓN AVIHÉM BISHJÉM
- Después sus hermanos fueron a apacentar el rebaño de su padre en Shejém”.
Antes de que podamos explicar el
significado de los puntos, debemos tratar otra cuestión sobre este versículo.
El Zóhar dice que la palabra “et” es superflua; podemos entender este versículo
perfectamente sin ella. De hecho, aunque aproximadamente se traduce como “el”,
en realidad no hay una traducción exacta para “et” en español o en ninguna otra
lengua.
El pasaje del Zóhar dice: “El
Santísimo, Bendito sea Él, consintió el acto de vender a Ioséf a Egipto...”,
¿Pero por qué hay puntos sobre las letras Álef y Táv אֶׄתׄ (et)? En otros lugares de la
Torá no hay puntos cuando la Luz está presente. La Luz estaba con Avrahám y las
otras personas justas, pero no había puntos.
Es más, ¿debemos entender que la Luz
quería que Ioséf fuera vendido y llevado a Egipto? Diez personas fueron
reencarnadas y asesinadas a causa del pecado de vender a Ioséf. Si la intención
de la Luz era que los hermanos de Ioséf llevaran a cabo este acto, debemos
preguntarnos por qué fueron castigados por ello.
Una cosa está clara: Ioséf tenía que
ir a Egipto. Esto era necesario para que tuviera lugar la limpieza espiritual
(tikkún) del pueblo de Israel; consecuentemente, esto les permitiría recibir la
Torá. En este sentido, el viaje de Ioséf a Egipto y su estancia allí eran
esenciales, no sólo para su propio tikkún, sino para el tikkún de todo el
mundo. Así, de hecho, la lección y el poder representado por los dos puntos es
la Luz del Creador que está con nosotros, no sólo en los buenos momentos sino
también en aquellos momentos que nos parecen tan caóticos y angustiantes cuando
están sucediendo.
Imagina un hombre que pierde un
vuelo de avión. Se siente furioso porque tiene muchas cosas que hacer en el lugar
de destino y otras personas dependen de él. Sin embargo, hay algo que no sabe:
hay una bomba en el avión; si fuera consciente de ello, besaría el suelo por
donde pisa. Su enojo y su frustración están completamente fuera de lugar, pero
él no lo sabe porque es incapaz de ver el cuadro completo. Sin embargo,
aquellos que están conectados con la Luz, consideran que hay un aspecto
positivo en cada acontecimiento, y por lo tanto aprecian y confían en que la
Luz está trabajando a su favor.
La Guemará (esa parte del Talmúd que
contiene comentarios y análisis rabínicos de su predecesor, la Mishná) habla de
un hombre llamado Najúm que, pasara lo que pasara, siempre decía: “Gam zu
letová - Esto también es para bien”. En una ocasión, la gente de Israel quería
enviar un regalo -una caja llena de piedras preciosas- al rey, y le pidieron a
Najúm que fuera él quien lo entregara, ya que era muy sabio. En su viaje, se
paró a dormir en una posada. El posadero abrió la caja, robó las piedras
preciosas y llenó la caja de cenizas. Cuando Najúm llegó al palacio del rey, la
caja fue abierta y se descubrieron las cenizas.
El rey grito: “¿Acaso el pueblo de
Israel se está riendo de mí?”. Luego ordenó matar a Najúm, pero aun entonces
Najúm dijo: “¡Esto también es para bien!” En aquel momento, su pureza y certeza
fueron tales que se mereció la presencia del profeta Eliáhu/Elías, quien se
acercó al rey disfrazado como uno de sus fieles cortesanos y le dijo: “Señor,
estas cenizas son del Patriarca Avrahám. Cuando Avrahám solía esparcir estas
cenizas, se convertían en espadas, y con esas espadas él podía derrotar a
cualquier enemigo”.
Asombrado ante la noticia de su
buena fortuna, el rey llenó la caja de piedras preciosas y envió a Najúm a casa
con gran respeto y gratitud. En su camino de vuelta a casa, Najúm volvió a
dormir en la misma posada, donde el posadero se sorprendió al verlo con vida.
El posadero le pregunto: “¿Qué le
llevaste al rey?”
Najúm respondió: “Sólo lo que me
llevé de la posada”.
Así pues, el posadero tomó todas las
cenizas de su casa y se las llevó al rey. Pero Eliáhu, todavía disfrazado de
cortesano fiel, le dijo al rey que esas cenizas no tenían ningún poder mágico.
El rey, enojado por el engaño, ordenó que mataran al posadero.
Debemos recordar que el Creador
quiere sólo lo mejor para nosotros. Al entender los puntos de esta sección y
conectar con su poder, todos mereceremos y aprenderemos a ver lo bueno en todo
lo que sucede, incluso las cosas pequeñas y a veces superfluas como la palabra “et”.
“VAISHMÁ REUVÉN VAIATZTZILÉHU
MIIADÁM - Pero Reuvén oyó esto y lo
libro de sus manos” (Bereshít/Génesis 37:21).
Hay enseñanzas en la Torá que son
tremendamente importantes, pero resulta fácil pasar por alto su importancia
porque se mencionan en tan solo unas pocas palabras. Ejemplos de esto son los
acontecimientos en la vida de Avrahám desde su niñez hasta que cumplió 74 años,
y los acontecimientos en la vida de Moshé desde los 13 hasta los 80 años.
Después de todo, Avrahám y Moshé no eran personas corrientes: fueron, y todavía
lo son hasta hoy, merkavót/carrozas del sistema espiritual, portadores de la
Luz. Cada momento de sus vidas fue crucial y afecta a cada momento de nuestras
vidas, incluso hoy.
De forma similar, nuestras propias
acciones reverberan por todo el mundo. Debemos reconocer la importancia de lo
que hacemos porque cada uno de nosotros contribuye al sistema espiritual y
tiene una Luz única que sólo nosotros podemos revelar.
Cuando Reuvén vino a salvar a su
hermano Ioséf, entendió que estaba haciendo lo correcto, pero no sabía el
efecto que tendría esta acción sobre las generaciones venideras. Si Reuvén/Rubén
hubiera sabido cuánta importancia le daba la Luz a este acto, seguramente le
habría otorgado mucha más relevancia a su propia acción. Esto nos enseña que
debemos considerar cada una de nuestras acciones como si estuvieran
construyendo todo un mundo para siempre. Cada uno de nosotros debe hacer más e
impulsarse en todo momento a hacer un esfuerzo adicional para revelar la Luz. Nunca
podemos saber si “sólo una cosa más” cambiará no sólo nuestra propia vida, sino
que transformará el mundo entero.
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