PARASHÁT NÓAJ: REVIRTIENDO JUICIOS
Rabbí Shimön bar Iojái, autor del Zóhar, reveló
que el Arca es una metáfora de la protección y el bienestar que Di-s
proporciona a la humanidad durante los tiempos de juicio severo. Además, los
sabios han explicado que durante nuestro tiempo, esta Arca aparecerá una vez más
en el mundo. Según Rabbí Shimön, esta Arca es el Zóhar sagrado.
“Pero los entendidos comprenderán” (Daniel
12:10) Estos son los eruditos de la Kabbaláh. Dice de ellos: “... y los
entendidos brillarán como el resplandor del firmamento” (ídem. 3) Esto se refiere
a aquellos que ponen su esfuerzo en el esplendor llamado el Zóhar, que es como
el Arca de Nóaj, en la cual se reúnen dos de una ciudad, siete de un reino y
ocasionalmente, uno de una ciudad y dos de una familia... Esta es la Luz de
este libro del Zóhar, y todo es debido a ti.
(Zóhar, Behaälotejá 16:88)
La respuesta del Satán a estas noticias es
intentar evitar la amplia diseminación del Zóhar sagrado. El objetivo principal
del Satán es inundar el mundo de comportamiento insensato y de confusión para
que la humanidad se hunda en un mar de caos. El Zóhar nos salvaguarda del
juicio severo, siempre que tengamos el deseo de cambiar nuestro comportamiento.
Al contrario de Nóaj, debemos aprender a
llorar de dolor por aquellos que todavía no han encontrado el Arca o su
conexión con la Luz. Debemos sentir la angustia del mundo, utilizar todos
nuestros poderes para compartir la sabiduría del Zóhar con nuestro prójimo.
Los juicios no suelen ser acontecimientos
globales tan calamitosos como el diluvio de la Tierra. El Satán es mucho más
sutil que eso, y como resultado, nuestros ríos, lagos y aguas subterráneas se
han contaminado, destruyendo nuestra tierra agrícola y el agua potable, y
envenenándonos con las toxinas que ingerimos a través del consumo de fruta,
verdura y líquidos.
La Luz del Zóhar se combina con esta sección
de la Torá para protegernos de estos peligros invisibles. A través de la
lectura de la Parashá Nóaj (“Historia de Noé”) que habla del Arca, revertimos
los juicios que se han decretado sobre el mundo y purificamos el agua de
nuestro planeta, incluida aquella que constituye un gran porcentaje del cuerpo
humano.
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