LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

PARASHA LEJ LEJÁ - ISRAEL: UN ESTADO DE LA MENTE, UN ESTADO DE LA ESPIRITUALIDAD


PARASHÁT LEJ-LEJÁ

ISRAEL: UN ESTADO DE LA MENTE, UN ESTADO DE LA ESPIRITUALIDAD

El nombre de esta historia es Lej-Lejá, que significa “Vete”. La enseñanza básica detrás de esta historia está relacionada con la trascendencia, y nos ayuda a salir y escapar de las ataduras de nuestro ego, liberarnos del interés propio y en el proceso emanciparnos de nuestras zonas ilusorias de confort. La verdadera Luz espiritual sólo se encuentra fuera de la caja en la que nos hemos acostumbrado a vivir: física, emocional y espiritualmente.

A Avrám se le dijo que emigrara a Israel, la Tierra Prometida. Israel es una palabra codificada que simboliza un nivel más elevado de existencia espiritual. Según el Zóhar, este nivel más elevado de espiritualidad corresponde a la Sefirá de Jésed, que irradia la energía de la misericordia. Este era, en realidad, el destino de Avrám: ser el canal o conducto para traer misericordia al mundo físico y suavizar los juicios impuestos a causa de nuestras acciones negativas.

Para lograrlo, Avrám (que todavía no recibía el nombre de Avrahám) tuvo que abandonar su país, su lugar de nacimiento y la casa de su padre; todos ellos son códigos para ayudarnos a entender su estado inferior de conciencia. En efecto, esta fue la forma en la que Avrám se liberó de las fuerzas negativas o cáscaras (kelippót) que todavía estaban pegadas a él, para que pudiera elevar su conciencia a un nivel superior de espiritualidad.

Cada uno de nosotros tiene la misma misión y destino que tenía Avrám. Todos hemos recibido la orden de ir hacia la Tierra Prometida, Israel, que es un estado mental, un nivel de espiritualidad, y una conexión más profunda con la Luz del Creador. Figuradamente hablando, un viaje hacia Israel significa alejarnos de ser reactivos, materialistas y egoístas, y convertirnos en personas profundamente proactivas, espirituales y totalmente amorosas.

A través del mérito de Avrám, podemos alcanzar este tipo de crecimiento evolutivo de una forma gentil y misericordiosa, y no de una forma tormentosa, angustiosa y agónica. Salir de nuestro país, de nuestro lugar de nacimiento y de la casa de nuestro padre significa que debemos desprendernos de nuestro ego, nuestra forma antigua de pensar, nuestras zonas de confort y nuestros patrones de comportamiento habituales e infructuosos, si lo que queremos es conectar con la Luz y encontrar la plenitud eterna.

Las palabras sagradas que cuentan esta historia nos ayudan a eliminar las kelippót (cáscaras) y los bloqueos de nuestra conciencia para que podamos alcanzar el estado de Israel (Jésed, la energía de la misericordia) en el interior de nuestras almas. La Luz que fluye a través de estas letras también suaviza nuestra intransigencia en situaciones en las que nuestra terquedad y nuestro ego nos impiden aceptar el cambio espiritual.


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