LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

PARASHA VAYERA: CONEXIÓN CON MIJAEL, GAVRIEL Y RAFAEL


PARASHÁ VAIERÁ: CONEXIÓN CON MIJAEL, GAVRIEL Y RAFAEL

וַיֹּאמְרוּ אֵלָיו אַיֵּה שָׂרָה אִשְׁתֶּךָ וַיֹּאמֶר הִנֵּה בָאֹהֶל

VAIOMERÚ  ELÁV  AIÉH  SARÁ  ISHTÉJA  VAIÓMER  HINNÉH  VAÓHEL

“Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda” (Bereshít/Génesis 18:9)

En diez lugares específicos de la Torá, se inscribe un punto o una serie de puntos en el pergamino encima de una palabra o frase especifica. Aunque pequeños, estos puntos son fuerzas poderosas de energía, y cada una de ellas indica la presencia en el texto de una energía adicional y una lección única.

En Bereshít/Génesis 18:9, encontramos tres puntos sobre la palabra eláv (a él), que aparece en la frase “y le dijeron”. Las letras con puntos son Álef, Iúd y Vav, y los puntos indican que vinieron tres ángeles a visitar a Avrahám: Mijael, Rafael y Gavriel. El Zóhar también revela que los ángeles eran los mismos tres hombres que estuvieron parados cerca del patriarca en el exterior de su tienda:

El verso “Y he aquí que había tres hombres” se refiere a los tres ángeles: mensajeros que se visten con aire y bajan a este mundo con una apariencia humana.

(Zóhar, Vaierá 5:52)

Luego el Zóhar sigue explicando la función de estos ángeles:

Y cada uno de los tres ángeles servía a un propósito distinto. Rafael, que gobierna el poder de la curación, ayudó a Avrahám a recuperarse de la circuncisión. Otro, Mijael, que vino a informar a Sará de que daría a luz un hijo, gobierna el Lado Derecho; toda la abundancia y las bendiciones del Lado Derecho se le entregan a él. Y Gavriel, quien vino a destruir Sodoma, gobierna sobre el Lado Izquierdo y es responsable de todos los Juicios en el mundo, pues los juicios vienen del lado izquierdo. La ejecución la realiza el Ángel de la Muerte, el panadero jefe del rey, quien ejecuta las sentencias que se decretan bajo el dominio de Gavriel.

(Zóhar, Vaierá 5:54-55)

Avrahám era estéril y Sará había atravesado la menopausia hacía mucho tiempo, por lo que dar a luz un hijo a la edad avanzada de la pareja era inimaginable. El ángel Mijael, que está correlacionado con la Sefirá de Jésed, que personifica a la misericordia y el compartir, bendijo a Avrahám y a Sará para que pudieran tener un hijo al cabo de un año.

Es a través de la vibración personificada por el ángel Mijael logramos el control sobre el mundo material, incluidos nuestros cuerpos físicos. El nivel de poder de la mente sobre la materia aumenta con cada acto de compartir que realizamos, especialmente aquellos actos que son difíciles de hacer.

Gavriel corresponde a la Sefirá de Guevurá, que es el juicio. El papel de Gavriel es canalizar esta energía de juicio a nuestra dimensión para destruir los poderes corruptos y negativos del mundo, representados por las ciudades de Sodoma y Gomorra.

En nuestras vidas personales, debemos aprender a utilizar el poder del juicio con discreción espiritual atemperado por la misericordia. Así pues, un juicio invocado con justicia es equivalente a disciplinar a un niño que se comporta mal; está enraizado en el amor y preocupación por el bienestar del niño, no en la frustración o el enojo reactivo.

La Luz que emana a través de Gavriel destruye nuestro Sodoma y Gomorra interno, los impulsos negativos que nos tientan a gratificar nuestro propio ego a expensas de los demás. Esta onda de Luz suaviza nuestro corazón para que nunca juzguemos a las personas con excesiva severidad.

Rafael es el conducto a través del cual la curación entra en el mundo. Rafael representa la energía del equilibrio, que está englobada por la Sefirá de Tiféret. Rafael curó las heridas de la circuncisión de Avrahám y después salvo al sobrino de Avrahám, Lot, cuando Sodoma y Gomorra fueron destruidas.

Cuando carecemos de equilibrio espiritual y nos inclinamos hacia las ilusiones de los placeres físicos y la riqueza material, se crea una abertura para que la enfermedad física entre en el sistema de nuestro cuerpo. Así pues, a través de la energía de Rafael, florece un anhelo de espiritualidad dentro de nosotros y en el mundo. La civilización humana, peligrosamente empapada en el materialismo, necesita esta energía para corregir su comportamiento y volverse más equilibrada. Meditar colectivamente en la verdad interna de esta lectura es por lo tanto inmensamente beneficioso para el planeta.



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