LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

NÓAJ Y EL SECRETO DEL VINO


NÓAJ Y EL SECRETO DEL VINO

וַיֵּשְׁתְּ מִן־הַיַּיִן וַיִּשְׁכָּר וַיִּתְגַּל בְּתוֹךְ אָהֳלֹה

VAIÉSHET  MIN-HAIÁIN  VAISHKÁR  VAITGÁL  BETÓJ  AHOLÓH

“Y bebió del vino, y se embriagó, y se descubrió en medio de su tienda”.

(Bereshít/Génesis 9:21)

La intoxicación de Nóaj es una sección de la Torá de notoria dificultad, y no puede leerse sin la explicación kabbalística si queremos que produzca algún significado para nosotros. El Zóhar explica que tanto Nóaj como Adám pecaron bajo la influencia del vino. La Kabbaláh enseña que el vino es una poderosa herramienta-una antena para atraer Luz-del mismo modo que la uva es un potente conductor de energía espiritual. Por lo tanto el vino se utiliza en las bendiciones como una herramienta para atraer la Luz de Di-s a nuestro mundo físico. Cuando, en ausencia de una bendición, no preparamos una Vasija lo suficientemente grande para sostener esta energía, o si consumimos vino por razones no relacionadas con la espiritualidad, el consiguiente torrente de Luz hace que se despierte el lado oscuro de nuestra naturaleza. Este es el misterio detrás de la capacidad del vino de provocar una intoxicación con sus rarezas de comportamiento asociadas: desde la alegría hasta la desesperación más atroz. Y sin embargo ahora puede que te preguntes: ¿Pero cómo la persona más espiritual del planeta en su tiempo - Nóaj - cayó de repente en un estado de embriaguez?

Después de experimentar sus momentos más difíciles-viendo como el mundo se ahogaba y se destruía a su alrededor- Nóaj creyó que su trabajo espiritual había por fin concluido; pensó que el dolor había acabado y el sufrimiento había remitido de una vez por todas. Sin embargo, experimentar dificultades sin el entendimiento de sus causas primordiales puede convertirse en un sufrimiento innecesario si el que lo sufre no es consciente de la lección. En tales casos, el dolor no purifica, el sufrimiento no santifica y la catástrofe no limpia.

De esta sección aprendemos que debemos investigar profundamente con el fin de identificar la causa de nuestras aflicciones. Para poner fin a nuestro propio dolor, debemos volvernos responsables de nuestras propias acciones y de sus consecuencias; debemos soltar nuestra mentalidad de víctimas. Además, debemos ahondar profundamente en nuestro interior para desarraigar esos fallos en nuestro comportamiento del pasado que han ocasionado nuestras desgracias presentes. Aceptar estos conocimientos es el primer paso para entender que sólo nosotros somos los responsables de nuestras aflicciones y de las del mundo. A través de este entendimiento, corregimos los pecados de las generaciones pasadas para que todo el sufrimiento a lo largo de la historia adquiera un valor espiritual y tenga un efecto purificador en el mundo.

El Zóhar nos ofrece una comprensión todavía más profunda de la embriaguez de Nóaj. Nóaj recibió de Di-s la sabiduría de la Kabbaláh y la utilizó para construir el Arca con el fin de proteger a las criaturas del mundo. Su entrada en el Arca es por lo tanto un símbolo de la conexión de nuestro mundo con el Reino Superior conocido como Iesód, la fuente de toda nuestra Luz y energía Divina.

Después de que las aguas remitieran, Nóaj utilizó la Kabbaláh para ascender a ámbitos espirituales todavía más elevados en un intento de examinar el Pecado de Adám y Javváh (Eva). Lo hizo por dos motivos: quería evitar repetir ese pecado él mismo, y quería determinar cómo repararlo en el mundo.

Nóaj había llegado a reexaminar el pecado de Adám para poder abstenerse de repetirlo y poder hacer las reparaciones en el mundo. Pero él fue incapaz de hacer esto porque, después de exprimir las uvas para poder examinarlas, se emborracho, estaba descubierto y no tenía fuerza para levantarse. “Es por eso que dice el versículo: “...estaba descubierto”, significando que él “descubrió” un Hueco, en el Mundo, que había estado cubierto hasta entonces.

(Zóhar, Nóaj 38:308)

Este reino espiritual más elevado en el que Nóaj entró es el significado interno tanto de las uvas fermentadas que lo emborracharon, como del viñedo del cual fueron tomadas.

• El viñedo es una metáfora de una dimensión espiritual más elevada.

• Las uvas pertenecen a la energía intoxicante que da vueltas en ese reino celestial.

La energía espiritual que irradia de esta dimensión superior era demasiado potente para que Nóaj la manejara. Él todavía no había purgado todos sus deseos negativos, así que su conexión con este reino superior era prematura y la energía podía ser peligrosa.

El efecto es similar a lo que sucede cuando una persona ingiere un potente narcótico, como el crack o la cocaína, con la intención de probarlo sólo una vez. Sin embargo, la energía es demasiado intensa y abrumadora, lo cual causa una adicción inmediata causada por la vulnerabilidad del cuerpo a la droga. La lección que emerge de esta percepción está relacionada con nuestras buenas intenciones y queda muy bien reflejada en un antiguo refrán: “El camino al Infierno está pavimentado con buenas intenciones”.

Buscamos repetidamente y con las mejores intenciones nuestra satisfacción en la vida, pero el placer que recibimos en el proceso a menudo despierta deseos egoístas. Esto ocurre porque hay un aspecto del ego humano que participa de las alegrías que nos ganamos. Esta gratificación fortalece el lado oscuro de nuestra naturaleza, que aumenta a su vez su control sobre nosotros. Nos intoxicamos, nos embriagamos con auto-indulgencia, y finalmente nos volvemos adictos a los anhelos incesantes de nuestro ego. El placer se ha convertido en veneno.

Necesitamos esforzarnos en aprender cómo recibir de la mejor manera placer y satisfacción solamente con el propósito de compartirlos con los demás. Tenemos que vigilar que no exista ningún rastro de egoísmo en nuestro interior cuando fijamos y alcanzamos nuestros objetivos en la vida. La erradicación del egoísmo es una tarea de por vida, y la base de nuestro trabajo espiritual. Esta sección de la Torá nos desintoxica de forma efectiva, haciéndonos espiritualmente sobrios, para que así podamos conectar de forma segura con los niveles más elevados de Luz espiritual con el propósito de compartir esa Luz con los demás. Esto inaugura inmediatamente la Era del Mesías, marcando el inicio de la Redención Final de toda la humanidad.


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