NÓAJ Y EL SECRETO DEL VINO
וַיֵּשְׁתְּ מִן־הַיַּיִן וַיִּשְׁכָּר
וַיִּתְגַּל בְּתוֹךְ אָהֳלֹה
VAIÉSHET MIN-HAIÁIN VAISHKÁR VAITGÁL BETÓJ AHOLÓH
“Y bebió del vino, y se embriagó, y se
descubrió en medio de su tienda”.
(Bereshít/Génesis 9:21)
La intoxicación de Nóaj es una sección de la
Torá de notoria dificultad, y no puede leerse sin la explicación kabbalística
si queremos que produzca algún significado para nosotros. El Zóhar explica que
tanto Nóaj como Adám pecaron bajo la influencia del vino. La Kabbaláh enseña
que el vino es una poderosa herramienta-una antena para atraer Luz-del mismo modo
que la uva es un potente conductor de energía espiritual. Por lo tanto el vino
se utiliza en las bendiciones como una herramienta para atraer la Luz de Di-s a
nuestro mundo físico. Cuando, en ausencia de una bendición, no preparamos una
Vasija lo suficientemente grande para sostener esta energía, o si consumimos
vino por razones no relacionadas con la espiritualidad, el consiguiente
torrente de Luz hace que se despierte el lado oscuro de nuestra naturaleza.
Este es el misterio detrás de la capacidad del vino de provocar una
intoxicación con sus rarezas de comportamiento asociadas: desde la alegría
hasta la desesperación más atroz. Y sin embargo ahora puede que te preguntes:
¿Pero cómo la persona más espiritual del planeta en su tiempo - Nóaj - cayó de
repente en un estado de embriaguez?
Después de experimentar sus momentos más difíciles-viendo
como el mundo se ahogaba y se destruía a su alrededor- Nóaj creyó que su
trabajo espiritual había por fin concluido; pensó que el dolor había acabado y
el sufrimiento había remitido de una vez por todas. Sin embargo, experimentar
dificultades sin el entendimiento de sus causas primordiales puede convertirse
en un sufrimiento innecesario si el que lo sufre no es consciente de la lección.
En tales casos, el dolor no purifica, el sufrimiento no santifica y la
catástrofe no limpia.
De esta sección aprendemos que debemos
investigar profundamente con el fin de identificar la causa de nuestras
aflicciones. Para poner fin a nuestro propio dolor, debemos volvernos
responsables de nuestras propias acciones y de sus consecuencias; debemos
soltar nuestra mentalidad de víctimas. Además, debemos ahondar profundamente en
nuestro interior para desarraigar esos fallos en nuestro comportamiento del
pasado que han ocasionado nuestras desgracias presentes. Aceptar estos
conocimientos es el primer paso para entender que sólo nosotros somos los
responsables de nuestras aflicciones y de las del mundo. A través de este
entendimiento, corregimos los pecados de las generaciones pasadas para que todo
el sufrimiento a lo largo de la historia adquiera un valor espiritual y tenga
un efecto purificador en el mundo.
El Zóhar nos ofrece una comprensión todavía
más profunda de la embriaguez de Nóaj. Nóaj recibió de Di-s la sabiduría de la
Kabbaláh y la utilizó para construir el Arca con el fin de proteger a las
criaturas del mundo. Su entrada en el Arca es por lo tanto un símbolo de la
conexión de nuestro mundo con el Reino Superior conocido como Iesód, la fuente
de toda nuestra Luz y energía Divina.
Después de que las aguas remitieran, Nóaj
utilizó la Kabbaláh para ascender a ámbitos espirituales todavía más elevados
en un intento de examinar el Pecado de Adám y Javváh (Eva). Lo hizo por dos
motivos: quería evitar repetir ese pecado él mismo, y quería determinar cómo
repararlo en el mundo.
Nóaj había llegado a reexaminar el pecado de
Adám para poder abstenerse de repetirlo y poder hacer las reparaciones en el
mundo. Pero él fue incapaz de hacer esto porque, después de exprimir las uvas
para poder examinarlas, se emborracho, estaba descubierto y no tenía fuerza
para levantarse. “Es por eso que dice el versículo: “...estaba descubierto”, significando
que él “descubrió” un Hueco, en el Mundo, que había estado cubierto hasta
entonces.
(Zóhar, Nóaj 38:308)
Este reino espiritual más elevado en el que
Nóaj entró es el significado interno tanto de las uvas fermentadas que lo
emborracharon, como del viñedo del cual fueron tomadas.
• El viñedo es una metáfora de una dimensión
espiritual más elevada.
• Las uvas pertenecen a la energía intoxicante
que da vueltas en ese reino celestial.
La energía espiritual que irradia de esta
dimensión superior era demasiado potente para que Nóaj la manejara. Él todavía
no había purgado todos sus deseos negativos, así que su conexión con este reino
superior era prematura y la energía podía ser peligrosa.
El efecto es similar a lo que sucede cuando
una persona ingiere un potente narcótico, como el crack o la cocaína, con la
intención de probarlo sólo una vez. Sin embargo, la energía es demasiado
intensa y abrumadora, lo cual causa una adicción inmediata causada por la
vulnerabilidad del cuerpo a la droga. La lección que emerge de esta percepción
está relacionada con nuestras buenas intenciones y queda muy bien reflejada en
un antiguo refrán: “El camino al Infierno está pavimentado con buenas intenciones”.
Buscamos repetidamente y con las mejores
intenciones nuestra satisfacción en la vida, pero el placer que recibimos en el
proceso a menudo despierta deseos egoístas. Esto ocurre porque hay un aspecto
del ego humano que participa de las alegrías que nos ganamos. Esta
gratificación fortalece el lado oscuro de nuestra naturaleza, que aumenta a su
vez su control sobre nosotros. Nos intoxicamos, nos embriagamos con auto-indulgencia,
y finalmente nos volvemos adictos a los anhelos incesantes de nuestro ego. El
placer se ha convertido en veneno.
Necesitamos esforzarnos en aprender cómo
recibir de la mejor manera placer y satisfacción solamente con el propósito de
compartirlos con los demás. Tenemos que vigilar que no exista ningún rastro de
egoísmo en nuestro interior cuando fijamos y alcanzamos nuestros objetivos en
la vida. La erradicación del egoísmo es una tarea de por vida, y la base de
nuestro trabajo espiritual. Esta sección de la Torá nos desintoxica de forma
efectiva, haciéndonos espiritualmente sobrios, para que así podamos conectar de
forma segura con los niveles más elevados de Luz espiritual con el propósito de
compartir esa Luz con los demás. Esto inaugura inmediatamente la Era del
Mesías, marcando el inicio de la Redención Final de toda la humanidad.
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