NÓAJ: EL HOMBRE DE LA TIERRA

NÓAJ: EL HOMBRE DE LA TIERRA

El Diluvio ocurrió durante el mes astrológico de Escorpio, conocido por ser uno de los meses más negativos del año. Avrahám el Patriarca, cuando escribió su tratado kabbalístico llamado El Libro de la Formación (Séfer Ietzirá), dio el nombre de Mar-Jeshván (Escorpio amargo) a este mes. Sin embargo, el Zóhar revela que vivimos en una realidad de equilibrio perfecto. Por consiguiente, siempre que nos encontramos con una gran preponderancia de oscuridad, también encontramos un gran potencial de Luz espiritual.

A medida que reflexionamos sobre estas lecciones, una gran cantidad de Luz brilla sobre nosotros, iluminando al mundo entero y transformando la oscuridad en nuestro mundo. En un nivel personal, cada uno de nosotros debe mirar en su interior para identificar sus rasgos más oscuros, permitiendo que su Luz Divina remueva para siempre todos los aspectos negativos e insensibles de nuestro ser.

Después de ese castigo, el mundo fue capaz de existir y funcionar correctamente. Nóaj entró en el Arca y llevó adentro todas las especies de criaturas vivientes del mundo. Así que, por supuesto, Nóaj fue un árbol que engendro frutos, lo cual significa que él era Iesód, quien es llamado justo. Y luego todas las especies del mundo emergieron del Arca igual que sucedió Arriba, lo cual significa: igual que Iesód y Maljút arriba. Cuando el árbol que engendra frutos se une con el Árbol de la Fruta, entonces todas las especies de Arriba -animales grandes y pequeños y todas sus variedades- avanzan, cada uno de ellos con otros miembros de su especie, tal como está escrito: “JAIÓT  KETANNÓT  ÏM-GUEDOLÓT - Animales tanto pequeños como grandes” (Tehil´lím/Salmos 104:25). Ese fue el caso de Nóaj y el Arca, y todos salieron del Arca, y el mundo existe igual que lo hace arriba. Esta es la razón por la cual a Nóaj se le llama el Hombre de la Tierra y “un hombre justo”.

(Zóhar, Nóaj 11:72-73)