JAYE SARA: TRASCENDIENDO LA MATERIA


JAIÉ SARÁ: TRASCENDIENDO LA MATERIA

וַיִּהְיוּ חַיֵּי שָׂרָה מֵאָה שָׁנָה וְעֶשְׂרִים שָׁנָה וְשֶׁבַע שָׁנִים שְׁנֵי חַיֵּי שָׂרָה

VAIHIÚ  JAIÉ  SARÁ  MEÁ  SHANÁ  VE´ËSRÍM  SHANÁ  VESHÉVA  SHANÍM  SHENÉ  JAIÉ  SARÁ

“Y fue la vida de Sara de cien año y veinte año y siete años; los años de la vida de Sara”. (Bereshít/Génesis 23:1)

Sará vivió 127 años, y finalmente se reencarnó en la reina Estér. Cada año de la vida de Sará estuvo lleno de Luz, lo cual le otorgó el mérito en su encarnación posterior como Estér de gobernar 127 naciones. Este ejemplo nos muestra cómo nuestras acciones en vidas pasadas pueden influir en el presente y el futuro.

וַתָּמָת שָׂרָה בְּקִרְיַת אַרְבַּע הִוא חֶבְרוֹן בְּאֶרֶץ כְּנָעַן וַיָּבֹא אַבְרָהָם לִסְפֹּד לְשָׂרָה וְלִבְכֹּתָהּ

VATTÁMOT  SARÁ  BEKIRIÁT  ARBÁ   JEVRÓN  BE´ÉRETZ  KENÁÄN  VAIAVÓ  AVRAHÁM  LISPÓD  LESARÁ  VELIVKOTÁH

“Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a endechar a Sara, y a llorarla”. (Bereshít/Génesis 23:2)

La letra pequeña Kaf aparece en VELIVkOTÁH, que significa “llorar por ella”. A menudo, cuando lloramos por una pérdida, sentimos el dolor y la pena por la manifestación física de la pérdida, y no por lo que ha sucedido a nivel espiritual. Las letras pequeñas de la Torá representan a Maljút, el nivel de nuestra existencia física; estas letras nos dan el poder de trascender nuestra realidad física presente para que podamos conectar con la Luz y recibir claridad de ella.

וַיְדַבֵּר אִתָּם לֵאמֹר אִם־יֵשׁ אֶת־נַפְשְׁכֶם לִקְבֹּר אֶת־מֵתִי מִלְּפָנַי שְׁמָעוּנִי וּפִגְעוּ־לִי בְּעֶפְרוֹן בֶּן־צֹחַר

VAIDABBÉR  ITTÁM  LEMÓR  IM-IÉSH  ET-NAFSHEJÉM  LIKBÓR  ET-METÍ  MIL´LEFANÁI  SHEMAÜNI  UFIGÜ-LÍ  BE´ËFRÓN  BEN-TZÓJAR

“Y habló con ellos, diciendo: Si tenéis voluntad que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón, hijo de Tzóhar”. (Bereshít/Génesis 23:8)

Cuando Avrahám estaba buscando un sitio para enterrar a Sará, vio un pequeño animal en el campo; entonces lo siguió hasta una cueva, donde vio a Adám (Adán). Adám le reveló a Avrahám que aquel lugar era donde Javvá (Eva) y él fueron enterrados, y donde también debían ser enterrados Avrahám y Sará (Meärát HamMajpelá/La Cueva de Macpela). El Zóhar dice que mientras Adám buscaba un lugar en el que Javvá y él pudieran ser enterrados, fue guiado hasta aquella cueva por una pequeña Luz que entró en ella desde el Jardín de Edén. En nuestras vidas, podemos esforzarnos para asegurarnos de que los lugares donde vivimos sean lugares positivos que nos traen bendiciones.




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