LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

CONEXIÓN COMPLETA A LA LUZ A TRAVÉS DEL JUMASH (5 libros de Moisés, la Torá)


CONEXIÓN COMPLETA A LA LUZ A TRAVÉS DEL JUMÁSH (5 libros de Moisés, la Torá)

La unidad, la Unión que existía entre la humanidad y el Creador antes del principio del tiempo, es la meta a la que todos nos esforzamos por llegar. La Kabbaláh llama a ese estado original de Unicidad: Én Sóf, “el Mundo Infinito”, porque éste existía fuera de los límites finitos que damos por hecho en nuestras vidas diarias.

En el Mundo Sin Fin no había dolor, ni sufrimiento, ni enfermedad y, lo más importante: había inmortalidad. La muerte y toda otra clase de caos no tenían lugar en nuestras vidas en el Mundo Infinito, ni son una parte necesaria de nuestras vidas hoy, a pesar de lo que las cosas puedan parecer. El caos permanecerá con nosotros solamente hasta que regresemos al Mundo Infinito por medio de nuestro trabajo espiritual, por medio de las herramientas y enseñanzas de la Kabbaláh. Esto no es solamente una metáfora. En términos muy prácticos, el final de todo sufrimiento, el final de todo dolor y aun el final de la muerte misma está en tus manos.

El fin último del Jumásh (los “Cinco” libros de Moisés, la Torá) es producir su propio fin: ¡terminar con nuestra gran necesidad de él!

Toda la historia de la humanidad- y, lo creas o no, de tu propia vida como ser humano individual- es la historia de nuestro afanoso regreso a la Unión con Di-s que era nuestra en el Mundo Infinito. Pero, ¿cuándo volverá eso a completarse? ¿Cuándo se terminará el exilio? La verdad es que en una ocasión nos acercamos mucho, mucho, a realizar ese objetivo. Esto ocurrió al pie del Monte Sinaí, cuando Moshé/Moisés recibió las Tablas escritas por el Creador con los Diez Enunciados, llamadas con frecuencia equivocadamente los Diez Mandamientos. Pero los Enunciados son mucho más que la lista de “tú debes” y “tú no debes” con las que estamos tan familiarizados. De hecho, aun el término “Diez Enunciados” es un mensaje codificado y se refiere a las diez dimensiones que constituyen la realidad total.

Nosotros vivimos en la décima y más baja dimensión, el ámbito físico donde la oscuridad y la desesperación tratan de encontrar la forma de introducirse en nuestras vidas. Las dimensiones ocultas arriba de nosotros son un estanque de Luz espiritual que puede remover la oscuridad de nuestro propio ser y desaparecer la oscuridad de este mundo. Son la fuente de nuestra alegría, la raíz de nuestra felicidad y manantial de toda la sabiduría. Cuando hacemos contacto con estos ámbitos ocultos, experimentamos la realización. Cuando nos desconectamos, experimentamos el caos.

Las Tablas en el Monte Sinaí nos conectaron a la fuerza plena de la Luz infinita girando en estas realidades ocultas. Y ellas podían haber encendido una masa crítica, una explosión en la cual todo habría sido restaurado, reconfigurado, reconstruido y reconstituido. En corto: nos podían haber traído al Mundo Infinito: el Cielo en la Tierra. ¡Pero solamente Moshé tomó las Tablas! Solamente Moshé poseía la sabiduría kabbalística que daba acceso a todas las diez dimensiones. La gente como un todo se excluyó por el pecado del becerro de oro, lo cual causó que Moshé hiciera añicos las Tablas.

¡Pero todavía había esperanza!

Lo que Moshé logró en el Monte Sinaí fue fundamentalmente similar a lo que la ciencia moderna ha estado buscando hace por lo menos un siglo, desde el principio de la revolución que comenzó con la teoría de la relatividad de Albert Einstein. A través de su vida, Einstein creyó fervientemente en la existencia de una teoría más grande aún: la así llamada “teoría del todo” que uniría todo el conocimiento científico en una sola, toda incluyente, explicación del universo.

Aquí Einstein estaba expresando simplemente en términos físicos la misma búsqueda de la Unión que la Kabbaláh entiende es fundamentalmente espiritual. Aunque Einstein nunca tuvo éxito en su búsqueda, él y otros que vinieron después de él hicieron grandes progresos en esa dirección. La física ha mostrado que el tiempo, la masa y la velocidad están todas relacionadas. Si una masa alcanza una velocidad suficientemente alta, el tiempo se detiene.

Más recientemente, la medicina y la genética están demostrando que el envejecimiento, la enfermedad y la muerte no son en sí “necesarias” y pueden ser eliminadas en los niveles biológicos más básicos. La ciencia está correcta en estas percepciones. Pero lo que la ciencia está tratando de alcanzar físicamente por medio de la ingeniería genética o la construcción de aceleradores de partículas, Moshé lo alcanzó espiritualmente en el Monte Sinaí. Las Tablas tenían el poder de llevarnos más allá del tiempo y el espacio, porque nos conectaban al ámbito infinito de la Luz, una realidad sin tiempo ni espacio. Pero cuando los israelitas construyeron el becerro de oro, y las Tablas fueron rotas, “el reloj comenzó a hacer tic tac otra vez”.

Así perdimos la oportunidad de reponer y restaurar el poder completo de la Luz en un punto desencadenante, el cual Moshé nos ofreció en el Monte Sinaí. Ahora, con el tiempo de regreso en el escenario, el trabajo de recuperar el Mundo Infinito se volvería un esfuerzo continuo dentro de los límites del tiempo. Entrar a la parashá (porción) semanal de la Torá es activar la tecnología kabbalística utilizada por Moshé para conectar el planeta a la Luz de las dimensiones ocultas.

La energía infinita de las Tablas del Monte Sinaí está en la Torá: el poder para conectarnos a todas las diez dimensiones, el poder de reponer toda la Luz que tuvimos en el Monte Sinaí, el poder de revelar todos los aspectos infinitos de Di-s que se manifiestan a través del universo. Esta energía infinitamente diversa pero fundamentalmente unificada es a lo que los Kabbalístas se refieren como la Luz del Creador.

Considera, por ejemplo, a lo que los científicos se refieren como “luz blanca”, el resplandor sin filtrar que existe a todo nuestro alrededor durante todas nuestras horas de vigilia. En realidad, esta luz blanca contiene el rojo, el amarillo, el azul, el verde, y todos los otros colores del espectro. Cuando estos colores son combinados como uno, el resultado es la luz blanca. La Luz del Creador trabaja de manera similar. Cada dimensión de la Luz es otro “color”, otro aspecto de la Energía del Creador. Juntas, todas las dimensiones constituyen la totalidad de la Luz del Creador, la cual es pura, infinita y que lo abarca todo.

Las Tablas de Moshé eran una conexión completa a la Luz, simultánea e instantáneamente. Desde el rompimiento de las Tablas, debemos restablecer esa conexión dentro del ámbito del tiempo. Eso es exactamente lo que las parashiót (porciones) semanales han hecho. Pero habrá un punto final, una conclusión, un Jumásh final que encienda la masa crítica que estaba justo a punto de detonar en el Monte Sinaí. Este es el verdadero significado del Fin de los Días, la revelación de la sabiduría kabbalística ahora, de modo que podemos terminar la tarea de una vez por todas.

En el sentido mejor y más positivo del término, éste es verdaderamente “el fin del mundo”. No una nube radioactiva en forma de hongo o una epidemia extendiéndose rápidamente, sino un cambio cuántico en el alma de la humanidad. Eso es lo que significa realmente el término “Mesías”. Es la Redención Final, la transformación suprema de toda la humanidad.

Tú puedes experimentar esta transformación al conectarte con la energía de la Torá. Aunque la ciencia nos dice que la velocidad de la luz nunca puede ser alcanzada, tú puedes verdaderamente alcanzar la velocidad de la Luz-la Luz del Creador- con las herramientas y las enseñanzas kabbalísticas. Semejante a la fórmula E=MC2, de Einstein, el Jumásh revela una realidad nueva y más elevada. Lo que es más: el Jumásh es también una herramienta para entrar a esa realidad. Y ahora estás invitado a pasar a través de esa puerta.


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