“KI-TETZÉ LAMMILJAMÁ - Cuando salgas
a la guerra”
“Kí-Tetzé LamMiljamá” significa literalmente “Cuando
salgas a la guerra”. Kí-Tetzé nos recuerda estar siempre conscientes del hecho
de que estamos en una batalla constante con el Lado Negativo. Nuestra
conciencia es el primer paso-y, efectivamente, es un paso crucial- para ganar
esta guerra.
El Zóhar dice que una vez que hemos
comenzado a reconocer que estamos en guerra, nuestro siguiente paso es trabajar
en pos de la victoria. Estamos obligados no sólo a mejorar el futuro, sino
también a enmendar el pasado. Particularmente en el mes de Elúl (Virgo) tenemos
una oportunidad de hacer una limpieza espiritual interna. Los sabios advierten
que sin esta limpieza y preparación de la transformación espiritual, disminuye
nuestra capacidad de garantizar en Rósh HaShaná que el próximo año esté lleno
de bendiciones y Luz.
El Maguíd de Duvna contó esta
historia: Había una vez un hombre que nunca asistió ni un día al colegio. No
podía encontrar empleo porque no sabía ningún oficio. Entonces, para
sobrevivir, se volvió ladrón. Todo el año, él robaba aquí y allá, tan sólo para
mantenerse vivo.
Un día, se dijo a sí mismo: “¿Por
qué tengo que robar un poquito cada día? Debería salir y robar abundantemente
de una vez por todas para que eso me alcance por mucho tiempo”.
Encontró una tienda amplia y muy
abastecida en la cual él sabía que la ganancia sería más que suficiente. El vigiló
la tienda por bastante tiempo, y observaba que, todos los días a la hora de
cerrar, un dependiente joven salía con la ganancia del día y la depositaba en
un banco cercano.
El ladrón sabía que las calles
estaban llenas de gente a la hora de cerrar, así que no había forma de
arrebatar un sobre de dinero a plena luz del día sin que alguien lo
persiguiera. Casi se da por vencido hasta que pasó por una tienda de vestir muy
fina que estaba en el camino del dependiente hacia el banco. Así que ideó un
plan.
Un día, unos minutos antes de la
hora de cerrar, el ladrón entró en la refinada tienda de vestir y se presentó
ante el dueño. “Soy siervo en la casa de un hombre muy rico, y mi amo me ha
pedido que le compre un atuendo fabuloso. El precio no es problema, pero la
calidad debe ser excepcional y la tela debe ser excelente. ¿Tiene esta clase de
atuendo?”.
“Ha venido al lugar indicado”, contestó
el vendedor de inmediato. “Dígale a su amo que, cuando venga, puedo tomar sus
medidas para el traje de sus sueños; y no tengo duda de que se irá satisfecho”.
“Tampoco lo dudo”, respondió el
ladrón, pero ese es el problema precisamente. Él no tiene tiempo para venir
aquí para que le tomen las medidas. Él se encuentra ocupado desde la mañana
hasta la noche y apenas tiene tiempo para su familia. Por lo tanto, él me ha
enviado en su lugar para que yo le lleve este atuendo especial”.
“¿Y cómo sabré sus medidas?”,
preguntó el vendedor.
El ladrón contestó: “Tengo una idea.
Parémonos afuera hasta que vea a alguien de la estatura de mi amo y usted puede
medirlo a él en su lugar. De este modo, podrá crear el traje perfecto”.
Los dos hombres se pararon frente la
puerta de la tienda hasta que el ladrón señaló a un joven en la calle. Él dijo:
“Ese hombre podría ser el gemelo de mi amo! ¡Son exactamente del mismo tamaño!”.
Por supuesto, este era el joven que depositaba los fondos de la otra tienda y
quien era el objetivo original del ladrón.
El vendedor se acercó al joven y le
preguntó si le importaría que le tomaran las medidas para un traje costoso. El
joven pensó: “No tengo dinero para comprar tal cosa, pero al menos podré saber
cómo me vería si yo fuera rico”.
Fue guiado por el vendedor adentro
de la tienda, donde le probaron el traje y se sintió encantado con su
apariencia. Se miraba en el espejo y, antes de mucho, se había olvidado por
completo del dinero que debía depositar en el banco. En ese momento, el ladrón
tomó el dinero y huyó. “¡Detente! ¡Ladrón!”, gritó el joven mientras corría
tras él.
El vendedor lo llamó: “¡Discúlpeme!
No puede salir de la tienda usando un traje que no ha comprado. Por favor, quítese
el traje y luego puede seguir su camino”. De más está decir que, cuando el
joven se volvió a poner su ropa, el ladrón ya había desaparecido.
La moraleja es simple. Se nos confía
un “depósito bancario” que en realidad es la suma de todas nuestras acciones
positivas. El Oponente nos distrae enviándonos a toda clase de tiendas que no
son las adecuadas para nosotros, a fin de probarnos trajes que tampoco son
adecuados para nosotros. En resumen, el Oponente nos impulsa a perder nuestro
tiempo con cosas que no nos corresponde hacer o tener. Cuando sucumbimos ante
estas distracciones, terminamos drenados espiritualmente y no tenemos nada con
que defendernos, en nuestro cuerpo ni en nuestra alma.
En muchas situaciones en las cuales
experimentamos entusiasmo o placer, ¿cuánto dura dicho entusiasmo o placer?
¿Por qué sucede que, cuando salimos a divertirnos, finalmente debemos volver a
casa de nuevo sólo para buscar otro lugar para divertirnos la noche siguiente o
la semana que entra? ¿Por qué un “buen rato” no es suficiente para nosotros? La
respuesta es que no estamos experimentando la realización verdadera que debería
permanecer con nosotros durante toda nuestra vida; incluso a lo largo de
diferentes encarnaciones. Pero tenemos un sistema para atrapar al ladrón y
recobrar la Luz que el Satán nos ha robado. Se llama Teshuvá (regresar a
nuestro pasado, observar nuestros errores, arrepentirnos sinceramente y
reprogramar nuestro futuro). Otro aspecto del arrepentimiento sincero es acudir
a aquellas personas que hemos lastimado (en caso de que podamos; de lo
contrario, podemos meditar en ellos en nuestra mente) y eliminar las barreras
que hemos creado entre ellos y nosotros.
Rav Itzják Luria (el Ari) escribió:
La palabra “arrepentimiento” (heb.
teshuvá) puede reestructurarse como: “La Hé regresará” (heb. tashúv Hé). Esto
significa, como he dicho, que el hombre está compuesto de todos los mundos; e
incluso si no los ha merecido todos todavía-sino sólo a Néfesh de Äsiá, aún es
capaz de adquirirlos todos cuando enderece sus costumbres.
(Kitvé HaArí, Los escritos del Arí,
La puerta de la reencarnación, 21, Introducción, 2)
Es importante tomar esta oportunidad
de teshuvá que se nos da en el mes de Elúl a fin de prepararnos para la energía
de Rósh HaShaná. Qué lamentable sería llegar a Rósh HaShaná todavía vestidos
con los mismos atuendos negativos que no nos hemos molestado en quitarnos. “¡No
puedes intentar atrapar al ladrón con el traje que tienes!”.
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