KI-TAVÓ: CAMBIAR ALGO PEQUEÑO
Está escrito: “Es mejor que una
persona haga un cambio pequeño y sea persistente en esa acción, en vez de
comenzar algo mucho más difícil y que se detenga con la intención de completar
dicha tarea posteriormente”. En muchas oportunidades, nos comprometemos a hacer
algo, aun cuando tenemos claro que no podremos completar la tarea. Es
importante que aprendamos a comprometernos solamente con aquello que podemos
lograr y, entonces, ser persistentes en el cumplimiento de nuestro compromiso.
Este concepto es ilustrado mediante la siguiente alegoría.
Cuando se viaja en tren, un hombre
rico normalmente viajaría en la comodidad de la primera clase, con mucho
espacio para estirarse y disfrutar del viaje; mientras que un hombre pobre
normalmente se apiñaría en los asientos de la tercera clase, los cuales no son
muy cómodos.
Una vez, un pobre mendigo quería
viajar a otra ciudad que quedaba a tres estaciones de tren de donde vivía.
Tenía suficiente dinero para viajar a esta ciudad en tercera clase pero, en
esta ocasión, quería viajar en primera clase por alguna razón, diciéndose a sí
mismo que merecía un descanso del arduo trabajo de pedir limosna. Sin embargo,
de viajar en primera clase, no podría hacer el recorrido de tres estaciones.
Aunque esto no lo desalentó porque él planeaba viajar tan lejos como su boleto
de primera clase le permitiera, y después se bajaría en la estación y pediría
más limosna a fin de completar su viaje.
El mendigo se sentó cómodamente en
su asiento de primera clase y disfrutó muchísimo. Cuando el tren se detuvo en
la estación apropiada, el inspector de boletos se le acercó y le recordó que se
bajara del tren. El hombre pobre se puso de pie, tomó su bolsa y estuvo por
bajar del tren y comenzar a recoger limosna cuando se dio cuenta de que la
estación estaba en medio del desierto. No había nadie allí que pudiera ayudarlo
a llegar a donde quería ir; y tampoco había forma de regresar a casa.
La moraleja de la historia es que es
mejor que hagamos un compromiso pequeño de “tercera clase” y que lleguemos
adonde queremos ir, en vez de hacer un compromiso demasiado grande que queramos
alcanzar pero que todavía no seamos capaces de realizar la tarea. Cuando
tomamos en cuenta la posibilidad de que nuestra próxima “estación” sea en el
desierto, ¿aún querríamos continuar? Y si queremos continuar, ¿tendríamos la
fortaleza para hacerlo?
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