CASTIGO Y RECOMPENSA
Los conceptos de castigo y
recompensa no tienen base en la espiritualidad. Si uno sin darse cuenta, o
incluso deliberadamente, toca un carbón encendido e incurre en lesiones, uno no
manifiesta haber sido castigado por la brasa ardiente. Por el contrario, si se
utiliza este carbón para calentar su hogar, cocinar y alimentar a nuestra
familia, o bañarse en agua caliente, uno no interpreta esto como una recompensa.
Es el conocimiento que poseemos -o falta de éste- lo que determina su
influencia en nuestra vida.
La Luz espiritual funciona bajo el
mismo principio. Rabbí Eläzár nos dice que si nos conectamos a la corriente
espiritual del Creador a través de la Torá y la Kabbaláh, alcanzamos crecimiento
espiritual y manejamos estas magníficas fuerzas espirituales de una manera
positiva y productiva. Si nos conectamos a la luz espiritual a través del ego, inevitablemente
causamos un cortocircuito y resultamos heridos, ya sea emocional, física o
espiritualmente.
Aquí conjuntamos nuestras almas a la
Luz en una forma equilibrada, segura. El ego, junto con su apetito por la
autocomplacencia, es vencido. La iluminación resultante abre todas las puertas
que conducen al Mundo Venidero para nosotros, y para todos los demás seres
humanos.
Los justos que se han involucrado en
el estudio de la Torá en la quietud de la noche, a través de toda la historia,
otorgan ahora sus bendiciones al lector para el gozo del Santísimo reine sobre
toda la Creación.
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