KABBALÁH Y SEXUALIDAD SAGRADA -
Parte 4
La boda sagrada con la Shejiná y Su
esposo es un ritual en el que se anticipa la esperanza de la redención. En ese
momento, Su exilio es al menos temporalmente suspendido, y Ella disfruta una
vez más, aunque sea brevemente, del abrazo divino de Su esposo.
Para el kabbalísta la Unión sexual
es un acto divino en el que el hombre y la mujer desempeñan los papeles de la
Shejiná y Su esposo, sólo que a nivel material. Por esta razón se tiene que
tener mucho cuidado en el momento de escoger a su pareja siendo prohibida toda
promiscuidad.
Esto explica que uno de los
mandamientos prohiba el adulterio. Un hombre sólo debería tener una mujer, y
una mujer, un solo hombre. Si su unión no es satisfactoria, deben separarse,
pero nunca, bajo ningún pretexto, ser infiel el uno al otro. En la kabbaláh
esto representa algo más que una norma moral. Es la observancia de una ley
divina enraizada serenamente en el amor eterno que fluye entre los aspectos
masculino y femenino de Di-s.
La Kabbaláh no sólo prohíbe la
infidelidad, sino también todas las prácticas no ortodoxas del onanismo considerado
como demoníaco. El kabbalísta cree en la santidad de la semilla humana, y
cuando se vierte fuera del vaso, representado por el cuerpo de la mujer, es,
según la tradición, presa de los demonios klippóticos, Lilít, la mujer -demonio
que encabeza las klippót, y sus hordas demoniacas, tratan constantemente de
incitar a los hombres a practicar actos sexuales que no incluyen a la mujer
para poder apoderarse de la semilla perdida. Este producto demoníaco se llama
Shovavím (el mal engendrado). Los antiguos kabbalístas solían practicar un
ritual llamado Tikkún Shovavím. Durante este rito, que se celebra especialmente
los años bisiestos, ayunaban los lunes y los jueves de ciertas semanas de la
estación de invierno de manera de expiar por el zéra levatalá (simiente en
vano) en los flujos nocturnos y el onanismo.
El sexo ha de apreciarse como un
vaso perfecto de poder divino y ha de permanecer puro e inmaculado. Esto se
cumple practicándolo con una sola persona amada. El sexo se recomienda durante
el Shabbát porque es un acto de adoración a la Divinidad, y si se celebra como
un ritual de profundo significado espiritual, el placer sentido puede ser
sumamente potente y bello. Para el kabbalísta, el éxtasis orgásmico es el punto
de contacto más cercano a Di-s que pueden alcanzar el hombre y la mujer.
También es un sabor infinitesimal de lo que puede ser el eterno éxtasis que Él
(Ellos) disfrutan en su unión. Si puede concebir un éxtasis eterno, sin fin,
podrá empezar a comprender la naturaleza de Di-s. Esto es por lo que el sexo es
Sagrado y debe seguir siéndolo, explicando así porque sólo el hombre se acopla
a voluntad: para poder comprender el significado del placer y de la verdadera
esencia de Di-s y lo que puede alcanzar si se purifica y se aúna con Di-s.
Algunos kabbalístas utilizan
ocasionalmente el sexo en sus rituales para alcanzar sus objetivos materiales.
Tras el ayuno y la unificación y una preparación ritualista, los dos cónyuges,
que deben estar ambos familiarizados con la verdadera kabbaláh, celebran el
acto sexual, teniendo en mente muy firmemente su objetivo colectivo. En el
momento del orgasmo, que debe ser mutuo, liberan su objetivo a la vez que
pronuncian uno de los Nombres sagrados de Di-s, generalmente שדי אל חי SHA-DDAÍ É´L JÁI
que está conectado con la esfera de Iesód: Las energías resultantes son tan
poderosas que los deseos del kabbalísta se cumplen invariablemente.
Este rito, sin embargo, debido a su
gran poder, no debería utilizarse para fines materiales sino al contrario para
progresar espiritualmente.
El sexo kabbalístico tiene como
objeto primordial la unión con la Divinidad. Para esta unión son
imprescindibles la pureza de intención y la perfección de los actos por el amor
de Di-s. Gracias a la esencia unificadora de Di-s, el acto sexual se convierte,
para el kabbalísta, en el más perfecto de todos los actos del culto. En el amor
sexual, la humanidad trasciende su condición humana y se convierte en Uno con
Di-s.
Comentarios
Publicar un comentario