KABBALÁH Y SEXUALIDAD SAGRADA -
Parte 2
A mediados del siglo 16, los Kabbalístas
de Saféd, desarrollaron un ritual muy impresionante, cuyo tema central era el
matrimonio sagrado o Zivvugá Kaddishá. En este ritual, se identificaba la
Shejiná con cada mujer judía que celebraba el Shabbát. La ceremonia empezaba el
viernes por la tarde, antes del Shabbát. Los kabbalístas de Saféd y Jerusalén
se vestían de blanco o de colores pálidos para el rito, nunca de rojo o de
negro, ya que estos colores son los de Guevurá y Biná que representan los
poderes del juicio severo y la limitación. Así ataviados, se iban a los campos
abiertos para reunirse con la Novia Divina. Los campos se convertían en unos
huertos de manzanos sagrados en su Honor, ya que las manzanas son sagradas para
Ella. En el camino hacia el campo cantaban himnos y salmos de alegría, como los
Tehil´lím/Salmos 92 y 95 hasta el 99.
Al final las procesiones a los
campos cesaron y las reuniones se celebraron en las sinagogas. Entonces empezó
la costumbre de dirigirse hacia el oeste en el último versículo del himno “Lejá
Dodí” e inclinarse hacia la venida de la Novia. Esta costumbre todavía se
observa en las sinagogas modernas. En los antiguos tiempos los salmos se
cantaban con los ojos cerrados porque, según el Zóhar, la Shejiná es una bella
virgen que ha perdido los ojos llorando en su exilio.
El Shír HaShirím (Cantar de los
Cantares), símbolo de la unión entre el Santo Novio y Su Shejiná, así como de
la unión entre la Divinidad y la Virgen Israel (Kenéset Israel/La Asamblea de
Israel), también se cantaba en esa época. Entonces se decían todas las
oraciones del Shabbát.
El ritual que tenía lugar en los
Campos continuaba en casa, donde toda la familia acogía al Novio y a Su Novia
con dos ramos de mirto y más oraciones, en particular se recitaba el Capítulo
31 de Mishlé/Proverbios: Éshet Jáil/Mujer de Valor. Antes de comer, el dueño de
la casa invitaba a los divinos esposos a compartir los alimentos y luego
pronunciaba "Atkinu Seüdatá", el misterio de la «acción secreta» entre Zéër Anpín -el Novio- y la
Shejiná. Isaac Luria, el Santo Arí, que fue sin duda el
mayor Kabbalísta de Safed, escribió un famoso himno llamado “Azammér Bishvajín”
que describe esta acción secreta:
“Con alabanzas cortaré los
obstáculos, Para poder entrar por las puertas, Del huerto de manzanas santas,
que son sagradas.
Invitemos ahora la Presencia Divina,
Con una mesa nueva y un candelabro hermoso, Que ilumine las cabezas de los
presentes.
A la derecha tres días, y a la
izquierda tres días, Y en medio se halla la novia (el Shabbát); Adornada anda,
con bellos utensilios y vestidos.
Su Señor la abraza muy en lo más
íntimo de ella y le da tranquilidad; ¡Que sus detractores sean aplastados!
Gritos y pesares cesan en ella; Sólo hay rostros renovados, armonía de espíritu
con alma.
Ella trae inmensa alegría, y con
ella doble luz llega, Junto con bendiciones abundantes.
Acérquense, amigos, Realicen sus
preparativos para aumentar manjares, Pescado y aves.
Que de este modo se creen nuevas
almas, Y nuevos espíritus con los treinta y dos senderos, Las tres partes del
Tanáj, con las setenta coronas del Kidúsh, Para coronar el Rey de las alturas,
con magnas santificaciones.
Inscritas y ocultas son en todos los
mundos, Pues el Eterno en días batió la materia para crear el universo.
Que sea Su voluntad residir sobre Su
pueblo, El cual se deleita en aras de Él con manjares y dulzuras.
Dispondré en el sur el candelabro de
la sabiduría oculta, Y pondré en el
norte la mesa con pan. Con el vino en la copa, Ramas de mirto para el novio y
la novia, A fin de fortalecer el ánimo de los que desfallecen.
Le fabricaré coronas con palabras
valiosas, Con setenta coronas, Que sobrepasan las cincuenta bendiciones
patriarcales.
Que la Presencia Divina se corone
con panes a los lados, Que así se una la
mesa de Shabbát con el servicio del Templo”.
Para el kabbalísta perspicaz el
himno entero está compuesto de una abundante simbología kabbalística. Las joyas
sagradas y las prendas festivas de la Shejiná son las oraciones de los
elegidos. La «fundación» a la que alude el himno es Iesód, que como hemos
visto, es la esfera asociada con el sexo y los órganos sexuales. Se sirve
pescado a la Shejiná porque es un símbolo de fecundidad. Los treinta y dos
senderos y las tres ramas son las diez sefirót mismas y las tres columnas del
Árbol de la Vida. Los mundos formados y sellados dentro de Ella son los cuatro
mundos de la Creación (Atzilút, Beriá, Ietzirá y Äsiá - A´BIÄ. La mesa con los
panes está puesta hacia el norte ya que ésta es la parte de la tierra donde se
realizan todas las cosas materiales. Los Prometidos están débiles como todos
los amantes después del amor. Se rodea a la Shejiná de seis panes con la
esperanza de que haya comida y prosperidad en la casa durante los seis días
siguientes. Finalmente, Luria hace referencia a los demonios amenazadores,
ahora cautivos, que son las fuerzas klippóticas que la corriente renovada de la
creación mantiene alejadas.
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