RASHBI: UN TZADDÍK GAMÚR
Cuando Rabbí Shimön bar Iojaí dejó
este mundo, Rabbí Jiiá ayunó dos veces, durante cuarenta días cada vez, para
poder ver a Rashbi.
Subió al cielo, llegó a un palacio y
escuchó una voz que proclamaba que solo a uno que transforma las tinieblas en
luz y los sabores amargos a dulces se le permite entrar en este palacio.
¡Alguien que no ha transformado lo amargo en dulce no puede entrar aquí! Luego
vio a Mashíaj junto con Rashbi, y fue testigo de cómo Rashbi le enseñó a
Mashíaj.
Aparentemente, Rabbí Jiiá había
llegado al palacio de Rabbí Shimön bar Iojái, y una vez allí experimentó una
gran revelación. La lección del palacio es que Rashbi había transformado por
completo su yétzer hará (inclinación al mal). Era un tzaddík gamúr, Rashbi
había transformado completamente su maldad innata en bueno; él había levantado
todas las chispas sagradas de Elokus (la Divinidad) que sostienen el mal. Es
por eso que fue designado miembro de los bené aliáh, porque él es uno de los
que elevan chispas sagradas y convierten el mal en bien.
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