LA LETRA י IUD

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LA LETRA י IUD   Por Kabbalah y Torah en Expansión   La letra י ‘Iud’, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial escondida en la letra ט ‘Tet’. A continuación del ‘Tzimtzum’ inicial (la contracción de la ‘Or En Sof’ (Luz Infinita) de HaShem para hacer “lugar” a la Creación), quedó dentro del ‘Jalal’ (“espacio vacío”) un punto potencial e individual o ‘Reshimú’ (“impresión”). El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno finito dentro de Sí Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente. Una manifestación finita comienza de un punto de dimensión cero, luego se desarrolla en una línea unidimensional y una superficie bidimensional. Esto está insinuado en la escritura completa de la letra י ‘Iud’ יוד (iud-vav-dálet): “punto” (iud), “línea” (vav), “superficie” (dálet).   Estas 3 etapas corresponden en Kabbalá a: “punto” (Nekuddá), “espectro” (Sefirá) y “rostro” (Partzuf). El punto inicial, el poder esencial de la letra

SEFIRAT HAOMER: LOS 288 DESTELLOS - RECTIFICANDO EL MUNDO DEL CAOS


SEFIRÁT HAÖMER: LOS 288 DESTELLOS - RECTIFICANDO EL MUNDO DEL CAOS

La unión de JÉSED y GUEVURÁ introduce el número 288 (72 + 216), valor que tiene un lugar importante en la Kabbaláh. Este número aparece en el primer Libro de las Crónicas para designar las disposiciones litúrgicas: “Los que habían aprendido a cantar para HaShém, fueron contados con sus hermanos; eran en total 288 para ser entendidos” (Divré HaYamím Álef/1ª Crónicas 25:7).

Se puede considerar que el número 288 expresa los 72 Nombres en los cuatro Mundos (72 x 4 = 288), pero, en la Kabbaláh, el tema de las 288 chispas o destellos רפח ניצוצין  (RaPáJ Nitzotzín) está frecuentemente relacionado con el estallido de los “Reyes” de Edóm, en donde la caída designa la muerte. Todo lo que existe en el mundo expresa lo que se produce en estos “Reyes”. Así, la muerte de un humano es análoga a la caída de estos “Reyes”. Cuando una persona muere, su alma y su cuerpo se separan uno de otro. El alma se eleva hacia su morada, mientras que el cuerpo desciende hacia la tierra, donde es enterrado. En el momento de la caída de estos “Reyes”, las luces fueron separadas de los receptáculos, tal el alma del cuerpo. El alma del cuerpo, que corresponde a las luces, se eleva a su lugar en el mundo de Atzilút, mientras que el cuerpo, que corresponde a los receptáculos, desciende al mundo de Beriá. Es el entierro. La restauración de los receptáculos y su elevación, conciernen a la noción de resurrección. Esta última, enseña que los cuerpos enterrados volverán a subir, como los receptáculos restaurados. La doctrina de la resurrección muestra que cuando una persona muere, una cierta parte del espíritu permanece con el cuerpo, es lo que el Zóhar llama el “calor de los huesos”, con el fin de que sea sostenido hasta su resurrección. De la misma manera, cuando los “Reyes” descendieron, un poco de poder espiritual fue dejado en ellos con el fin de sostenerlos durante el período del Tikkún, del mundo de Atzilút. Este poder está representado por los 288 destellos, que permanecieron en los receptáculos que bajaron al mundo de Beriá, mientras que las principales luces subieron al mundo de Atzilut, dejando solamente sus huellas en los receptáculos, para animarlos, siendo estas 288 luces residuales, los cuatro veces 72 destellos (4 x 72 = 288) que han salido de los cuatro Nombres de 72, 63, 45 y 52.

Es necesario saber, que las luces del mundo de Atzilút están compuestas por diferentes variaciones de los cuatro  יהוה de esta manera: 

Atzilút (Emanación) - ÄB

יוד הי ויו הי : 72

Beriá (Creación) - SaG

יוד הי ואו הי : 63

Yetzirá (Formación) - MaH

יוד הא ואו הא : 45

Äsiá (Acción) - BaM

יוד הה וו הה : 52

Los destellos están en el origen de la bajada de cada uno de los cuatro Tetragramas, con el fin de que puedan animar sus receptáculos. Los destellos del Tetragrama 72 han caído en los receptáculos que dependen del 72. Y lo mismo para los otros Tetragramas, pues los destellos de un Tetragrama no pueden animar un receptáculo que dependa de otro Tetragrama. Es pues necesario que los destellos caigan individualmente para cada uno de los Nombres. El Tetragrama 72 es superior a los otros, a continuación viene el 63, después el 45 y finalmente el 52. Eso, porque en el momento  del estallido, los destellos del Tetragrama 52 han caído a través de numerosos grados.

En los grados sefiróticos, los cuatro Tetragramas pueden comprenderse así: El Nombre 72 corresponde al nivel de JOJMÁ envuelto por JÉSED. El Nombre 63 corresponde al nivel de BINÁ envuelto por GUEVURÁ. El Nombre 45 es directamente asociable al ZÉËR ANPÍN y se sitúa en el centro de TIFÉRET, NÉTZAJ, HÓD y YESÓD, aunque ZÉËR ANPÍN engloba seis sefirót. El Nombre 52 está en MALJÚT. 

Los 288 destellos son juicios muy severos. Han salido de los “Reyes primordiales que fueron quebrados”, a su vez salidos de la “Luz Fuerte”, escondida en el útero de la Madre BINÁ, fuente de todos los diním (juicios), como es mencionado en el Zóhar. Esta luz determina la intensidad y el límite de cada sefirá.

288 es el número de nitzotzín, “chispas” (que cayeron desde el cataclismo primordial, (Shevirát HaKelím - “la ruptura de los recipientes”), las cuales permean toda la realidad creada. A través del “esfuerzo dual” de jésed y guevurá, no sólo para formar la realidad, sino para rectificarla, (con los dos conceptos de “el brazo izquierdo que rechaza mientras el derecho acerca”), esas chispas caídas son redimidas y elevadas, para volver a unirse con su verdadera fuente original. En sentido general, este es el secreto de la venida del Mashíaj, y la resurrección de los difuntos.


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