ASPECTO INTERNO DEL JAMÉTZ
Los Kabbalistas nos enseñan que el
jamétz se refiere incluso a la partícula de polvo más pequeña. Esta es una
lección acerca de la importancia de cualquier acción o pensamiento, sin
importar cuán pequeños o insignificantes sean. A decir verdad, cualquier cosa y
todo lo que hacemos en Pésaj es mashshehú (algo); es la insignificante mota de
polvo que se vuelve significativa. Por lo tanto, cualquier cosa negativa que
hagamos en Pésaj es mucho más peligrosa. Si una persona se enoja o roba durante
Pésaj, es una transgresión mucho más grave. Esto nos enseña que es la
insignificante “partícula de polvo” la que daña las relaciones.
Debido a la naturaleza del signo
zodiacal de Aries y a la energía de Marte, que gobierna Aries, todo lo que
sucede durante la semana de Pésaj es amplificado. Cuando se abre la ventana
cósmica de Pésaj, nuestras acciones se magnifican. Así que debemos tener más
cuidado con nuestras acciones y palabras.
Durante los siete días de Pésaj no
comemos pan. Aunque la comida del Séder proporciona la conexión a Pésaj, si no
podemos seguir toda la tecnología kabbalística la semana de Pésaj, haz sólo
esto: No comas de los cinco granos proscritos (trigo, cebada, avena, centeno y
escanda) durante los siete días completos. Esta es una receta para protegernos
de los efectos de la negatividad –de las guerras y trastornos que provienen del
ego, el orgullo y la ira- durante todo el año.
El Zóhar nos dice que se considera
que el jamétz es como el Satán, y es que por eso que no se recomienda comerlo
durante la semana de Pésaj. Pero si se compara al jamétz con la energía del
Satán, ¿por qué lo comemos durante el resto del año? ¿Qué hace diferente a
Pésaj? La respuesta se encuentra en el Libro de Bereshít/Génesis, el cual
describe la existencia de dos realidades: La Realidad del Árbol de la Vida y la
Realidad del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. El resto del año,
vivimos en la Realidad del Árbol del Conocimiento donde somos influenciados por
las fuerzas tanto del bien como del mal; en esta realidad, no somos afectados
por el jamétz. Sin embargo, en Pésaj estamos conectados a la Realidad del Árbol
de la Vida. Durante siete días, prácticamente vivimos en este reino. Mientras
estamos en el reino de la perfección del Árbol de la Vida, no queremos tener
ninguna conexión con el Satán. Al comer jamétz en Pésaj, somos atraídos
directamente de vuelta a la Realidad del Árbol del Conocimiento, dando lugar a
una enorme oportunidad perdida. ¿Quién no querría vivir en la Realidad del
Árbol de la Vida siquiera por un día, siquiera una semana? Cuanto más experimentemos
esta realidad, más fácil será para nosotros mantener la conciencia del Árbol de
la Vida por nuestra propia cuenta durante el resto del año.
Al caer la noche del día 14 de
Nisán, cuando al menos tres estrellas sean visibles en el cielo, escondemos diez
trozos de pan en nuestra casa; luego apagamos las luces y buscamos estos trozos
de pan con velas. Recordemos que esta búsqueda no es sólo para buscar y reunir
los trozos ocultos de pan: el verdadero propósito de la búsqueda es encontrar
nuestra negatividad.
¿Por qué diez trozos de pan? Cada
trozo nos conecta con las diez dimensiones del sistema impuro. El sistema
impuro refleja la estructura de las Diez Sefirót del Árbol de la Vida. Buscar y
encontrar estos diez trozos de pan representa la purificación espiritual y
metafísica de nuestra negatividad y Deseo de Recibir Sólo para Nosotros Mismos;
los diferentes trozos de jamétz que encontramos corresponden a los diferentes
niveles de energía negativa que estamos limpiando. Este ejercicio es parte de
la tecnología que destruye el minucioso sistema de energía negativa y lo
sustituye con la estructura perfeccionada de energía positiva del Deseo de
Compartir.
Hoy en día, la gente a menudo
confunde la búsqueda del jamétz con limpieza de primavera común. Esto refleja
nuestra confusión entre orden espiritual interior y pulcritud física exterior.
Buscar el jamétz es cuestión de limpieza espiritual interior, la cual es
necesaria como preparación para la festividad. Dominar nuestro deseo egoísta,
representado por la conciencia de jametz, es necesario para asegurar que la Luz
revelada en la noche del Séder fomente nuestro proceso de corrección y no sea
transferida al Lado Negativo. Sabemos que es físicamente imposible limpiar todo
el jamétz físico de la casa. En la bendición que recitamos al momento de la
búsqueda, declaramos que cualquier jamétz que pasemos por alto no sea tomado en
cuenta. Lo que es importante es la limpieza de nuestro deseo egoísta interior,
no limpiar migas de pan. A medida que eliminamos el jamétz la noche antes de la
noche del Séder, despertamos el proceso espiritual interno de la introspección.
Recordamos todas las veces que nos comportamos de manera hiriente hacia los
demás. Con esta purificación interior, preparamos nuestra Vasija espiritual para
descargar el software que hará posible que podamos conectar con la Luz y
corregir desde el nivel de la raíz todo el año por venir.
Rav Isaac Luria (el Arí) dijo que a
quien se abstiene de incluso un poco de jamétz durante Pésaj se le asegura que
no pecará [involuntariamente] a lo largo del año. El Arí también escribió una
oración especial para decirla durante el ritual de la quema del jamétz: “Que
sea tu voluntad, Creador, que así como yo estoy destruyendo jamétz de mi casa y
de mi dominio, sean también todas las fuerzas externas y el espíritu de
impureza retirados de la Tierra, y que Tú elimines nuestra inclinación al Mal
de nuestro interior y nos des un corazón de carne para servirte de verdad, y
que toda oscuridad y maldad sea consumida en humo. Amén”.
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