PURÍM: LA INTERVENCIÓN DE LA REINA
“…Hay un pueblo esparcido y
repartido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes
son diferentes a las de todos los demás pueblos…” (Estér 3:8)
En esas circunstancias comienza la
política intervencionista de Mordejái y Estér: los dos allegados a la corte
emplean todos sus medios para conseguir anular el decreto. Cabe señalar la
advertencia de Mordejái a su sobrina, en el sentido de que la orden de
exterminio no excluirá a nadie:
“…No creas dentro de tu alma que has
de escapar en la casa del rey más que cualquier otro judío. Por cuanto si en
este momento callas, vendrá socorro y liberación para los judíos de otra parte,
pero tú y la casa de tu padre perecerán…” (Estér 4:13-14)
Y es ahí donde Estér tuvo que elegir
entre las bonanzas del reinado y su perseguido pueblo. Estér eligió. Estér debe
arriesgarse. Se presentó frente Ajashverósh sin haber sido llamada, y lo que
arriesga es su vida. Ése es el momento culminante de su protagonismo. No su
belleza, ni su posición política, social, sino el haber desgarrado heroicamente
todos los velos delante del rey para revelar su verdadera identidad.
“En Tehil´lím 22:1, está escrito:
“Cántico referido al lucero”
¿En qué se parece Ester al lucero
del alba? En que esa luminaria cuando aparece lo hace paso a paso, hasta que
surge y crece y se hace notar con toda su luz; del mismo modo fue la redención
en la Meguil´lá de Ester: al principio sólo hubo chispas de redención, hasta
que “para los judíos hubo luz y gran alegría” (Ester 8:16)
“Cuando la gacela (el lucero se dice
en hebreo “Ayélet Hashájar - gacela del alba”) está sedienta, cava un hueco y ahí
mete la cabeza, y ruega a Di-s en su desgracia, y entonces Di-s le hace subir
el agua del fondo de la tierra. Así fue Ester: cuando Hamán, el malvado,
decretó sus leyes contra los judíos, comenzó Ester a rogar a Di-s en oraciones
y Di-s le respondió con la salvación”.
(Midrásh Shojer Tóv 22)
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