“EN PURÍM UNO DEBE EMBRIAGARSE HASTA
NO PODER DISTINGUIR ENTRE EL INFAME HAMÁN Y EL BENDITO MORDEJÁI”.
En Purím se produjo un milagro
cuando, por medio del ayuno y los llantos de pena, los judíos extendieron la
Luz de Jasadím (línea derecha), y de este modo, pudieron recibir la Luz de
Jojmá (línea izquierda). Pero tal cosa no es posible antes del final de la
corrección. Esta noción surge a partir del discernimiento del Guemár Tikkún (final
de la corrección), tiempo en el cual ya estará corregida, tal como está escrito
en el Sagrado Zóhar: “Sama´el (el ángel de la muerte) está predestinado a
convertirse en un ángel sagrado”.
De esto se desprende que entonces no
habrá diferencia alguna entre Hamán y Mordejái, pues Hamán también será
corregido. Y este es el sentido de “En Purím uno debe embriagarse hasta no
poder distinguir entre el infame Hamán y el bendito Mordejái”. (Talmúd, Meguil´lá 7b)
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