LA LETRA ה HE

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LA LETRA ה HE   Por Kabbalah y Torah en Expansión   El nombre de la letra ה ‘He’ aparece en el versículo de Bereshit/Génesis 47:23 : “ HE-LAJÉN ZÉRA - He aquí semilla para vosotros” . La ‘He’ expresa la revelación propia en el acto de dar de lo de uno a los demás. Dando a los demás en la forma de autoexpresión, es el regalo definitivo del ser. En el secreto de la letra ג ‘Guímel’, el hombre rico da de sí mismo al pobre en forma de ‘Tzedaká’ (“caridad”).   La forma más elevada de ‘Tzedaká’, es cuando el dador se oculta completamente del receptor para no avergonzarlo, como está dicho: “el obsequio encubierto doblega el enojo”.   Aquí, en el secreto de la letra ה ‘He’, el regalo mismo es la relación y expresión del ser, bosquejando al receptor en la esencia del dador. Iosef, el que dice las palabras “ He aquí semilla para vosotros” , corresponde a la Sefirá de Iesod, cuya función es expresarse en forma de dar semillas, como está explicado en Kabbalá. Cuando Iosef le di

¿USTED CREE EN ÁNGELES? - PESAJ Y ELIÁHU HANAVI



¿USTED CREE EN ÁNGELES?



Todos los que alguna vez vivenciaron un Séder de Pésaj escucharon acerca de Eliáhu Hanaví, el profeta para quien dejamos la puerta abierta esa noche esperando su llegada



Pero, ¿alguien realmente cree que verá al ángel de Eliáhu cruzar su portal?



Hace muchos años, había un hombre rico con gran fascinación por el profeta Eliáhu. Habiendo escuchado rumores acerca de que existían ciertos ejercicios espirituales, no para sentir sino para realmente ver a Eliáhu, cara a cara, se dirigió a su rabino para pedirle la fórmula.



El rabino, una y otra vez rechazó el pedido, argumentando que desconocía que existieran tales ejercicios. Pero el hombre rico insistió por días, semanas y meses, hasta que finalmente, unos dias antes de Pésaj“ , el rabino lo citó a su oficina.



“He decidido darte la fórmula” -dijo el Rab- “para ver a Eliáhu HaNaví. Pero con una condición: debes seguir mis instrucciones al pie de la letra sin cuestionamientos ni preguntas.” El rico aceptó esa condición.



El rabino continuó: “Lo primero que debes hacer es informar a tu familia que no vas a pasar los primeros días de Pésaj con ellos porque te irás lejos de la ciudad. En segundo lugar, compra mucha comida, exquisiteces. Además, la más hermosa ropa para niños que encuentres. En la víspera de Pésaj vas a viajar a la ciudad de Minsk, atravesarás la ciudad y justo antes de los bosques encontrarás una casa, casi deshecha. Unos instantes antes del horario en que se encienden las velas de la festividad quiero que toques la puerta de esa casa. Cuando te abran, pide pasar los primeros días de Pésaj con ellos”.



El hombre siguió las instrucciones. Habló con su familia, explicándoles que sabía dónde iba a estar Eliáhu este Pésaj y debía ausentarse para cumplir el sueño de su vida de conocerlo. Por supuesto, la familia lo apoyó.



La tarde de la víspera salió de su casa, compró lo acordado y se dirigió a Minsk. Tras atravesar la ciudad, efectivamente encontró una casa como la descripta por su rabino. Esperó al horario de las velas y tocó la puerta. Una mujer abrió.



“Hola, ¡Jag Sameaj ”, ¿le importaría si me quedo estos primeros días de Pésaj aquí con ustedes?” -preguntó el hombre.



La mujer respondió: “Disculpe caballero. Nada nos gustaría más que tener invitados en las fiestas, pero somos muy pobres. No tenemos comida ni siquiera para hacer nosotros el Séder ”.



El hombre la tranquilizó mostrándole que tenía muchísima comida y que había traído linda ropa para los chicos. Lo recibieron con alegría, cantando, leyendo historias, disfrutando del pescado, la carne, y cumpliendo con entusiasmo los pasos del Séder. Al llegar al momento en que se debe abrir la puerta para Eliáhu, el hombre, expectante y ansioso, pidió permiso para tener el honor de hacerlo.



Lo esperó toda la noche, pero Eliáhu no apareció.



Pensando que tal vez el profeta vendría la segunda noche de Pésaj, lleno de emoción, volvió a vivir junto a la mujer y sus hijos un hermoso segundo Séder, nuevamente abrió la puerta para Eliáhu, pero incluso esa otra noche el ángel del profeta no se presentó. Con la frustración de haber pasado los dos días completos esperando a Eliáhu sin resultado, el hombre volvió a la ciudad y se dirigió a lo de su rabino.



“Rabino, el sistema no funcionó. No pasó nada. No conocí a Eliáhu” -protestó.

“No puede ser. ¿Seguiste todas las instrucciones? ¿Compraste lo que te dije? ¿Fuiste a la casa?” -preguntó el rab.

Ante la ratificación del hombre de haber cumplido la consigna al pie de la letra, el rabino soltó: “Entonces, hagámoslo otra vez: para los últimos dos días de Pésaj debes volver a la casa, llevando más comida aún, y más ropa para los chicos, de fiesta y para todos los días, y compra juguetes y dulces que a los chicos les puedan gustar. Seguramente notaste que tienen unos pocos muebles desvencijados. Llévales muebles nuevos, lindos. Cuando llegues a la casa, justo antes del encendido de velas acércate pero esta vez, en lugar de tocar, aproxima tu oído a la puerta y escucha la conversación. . .”.



El hombre volvió a avisar a su familia que se iba a conocer a Eliáhu, llenó su camioneta de comida, ropa, muebles y juguetes, llegó a la casa, pero no tocó. Sólo escuchó lo que sucedía dentro.



Los niños estaban llorando: “Mami, tenemos hambre. No comimos nada en todo el día. No tenemos comida. ¿Cómo vamos a celebrar la festividad?”.



Y escuchó a la madre responderles “Ay chicos, chicos... ¿se acuerdan cuando estaban llorando en la tarde previa a la noche del primer Séder, porque no teníamos comida, ni ropa para la festividad? ¿Qué les dije entonces? Les dije que seguramente Eliáhu vendría a nuestra casa, y nos traería comida y les traería ropa. ¿Y acaso no vino? No sólo vino. Pasó la festividad con nosotros. Tuvimos a Eliáhu en nuestra casa durante los dos primeros días de Pésaj exactamente como se los había prometido. Chicos, va a suceder de nuevo. Eliáhu vendrá. No ignorará vuestras lágrimas”.



El hombre entendió el mensaje de su rabino. .. y tocó la puerta.



Si queremos ver ángeles en nuestras vidas, seamos ángeles para otros.



No debemos intentar ver a Eliáhu. Debemos procurar SERLO.




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