EL TZIMTZUM, LA NADA Y LOS 22 CROMOSOMAS CÓSMICOS

EL TZIMTZUM, LA NADA Y LOS 22 CROMOSOMAS CÓSMICOS

El Tzimtzum creó un vacío por medio de la restricción y la contracción simultáneas que provocó, y la parte de la nada concernida se retiró a un solo punto denso y desconocido. Es difícil imaginar un punto de no-ser, y aunque es inconcebible es existente y real. El punto es el Yesh (la existencia, la realidad, un algo), es el origen de todo, la fuente de toda la creación. Yesh  יש  (el origen de todo) está formada por dos letras Yod y Shin. Yod  י  es el germen, la más pequeña de las 22 letras hebreas, un simple punto que se gira sobre él mismo. Shin  ש  es la fuerza activa que impide a la Yod disgregarse en ella misma, ella le aporta su cualidad de fuerza centrífuga de apertura. Es por lo que Yesh יש   es la existencia, contrariamente a Ain אין   , donde la Yod encerrada entre el silencio pasivo de Alef y la ilusión de Nun. Por otra parte esto es probado por la palabra hebrea formada por la asociación Alef y Nun: An אן   ¿Dónde?  Esta Yod encerrada en una pregunta, muestra bien que Ain no es la inexistencia sino lo desconocido.

En esta primera etapa, Di-s vuelve en un acto de creación y de formación, proyectando un rayo de su luz (Or  אור  en hebreo) en el Ain Sof  אין סוף  que se llena de esta luz infinita, en hebreo Ain Sof Or  אין סוף אור  . El rayo toca Yesh  יש  que estalla en 22 chispas que seguidamente se dispersan en el Ain Sof. Estas 22 chispas son las fuerzas-energías indispensables para el desarrollo de la creación, de alguna manera los 22 cromosomas cósmicos.

Estas 22 fuerzas fundamentales se unen unas con las otras para hacer nacer nuevas fuerzas-energías, a la manera de una tela tejida con múltiples puntos, pero tejida por un solo y único hilo continuo. Este hilo es el rayo de luz divina del Én-Sof Or (Luz del Infinito), y este proceso de creación y de expansión demuestra que el Én-Sof es el primer receptáculo que responde a esta gran ley cósmica: CUANTO MÁS SE LLENA MÁS PUEDE LLENARSE. Las 22 letras del alfabeto hebreo, cuando se combinan sobre una página, siguen el mismo proceso de energía que la luz del Én Sof.