LA LETRA ה HE

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LA LETRA ה HE   Por Kabbalah y Torah en Expansión   El nombre de la letra ה ‘He’ aparece en el versículo de Bereshit/Génesis 47:23 : “ HE-LAJÉN ZÉRA - He aquí semilla para vosotros” . La ‘He’ expresa la revelación propia en el acto de dar de lo de uno a los demás. Dando a los demás en la forma de autoexpresión, es el regalo definitivo del ser. En el secreto de la letra ג ‘Guímel’, el hombre rico da de sí mismo al pobre en forma de ‘Tzedaká’ (“caridad”).   La forma más elevada de ‘Tzedaká’, es cuando el dador se oculta completamente del receptor para no avergonzarlo, como está dicho: “el obsequio encubierto doblega el enojo”.   Aquí, en el secreto de la letra ה ‘He’, el regalo mismo es la relación y expresión del ser, bosquejando al receptor en la esencia del dador. Iosef, el que dice las palabras “ He aquí semilla para vosotros” , corresponde a la Sefirá de Iesod, cuya función es expresarse en forma de dar semillas, como está explicado en Kabbalá. Cuando Iosef le di

SHEM 37 - EL CUADRO COMPLETO - ALEF NUN IUD

SHEM 37 - EL CUADRO COMPLETO - אנ"י

 

Vocalización: Ani (Moshé Kordovero); A/Nu/Io (A. Abbuláäfia).

 

Valor numérico: 61

 

Ángel portador del Nombre: Ani´el. Valor numérico: 92

 

“Cuando yo decía: Mi pie resbala, tu misericordia, oh Señor, me sustentaba”. (Tehil´lim/Salmos 94:18)

 

Significado:

 

Además de ser un Nombre central en el conjunto de los 72 – el primero de la segunda mitad – no deja de ser curioso que אנ"י ‘Alef-Nun-Iud’ corresponda al primer quinario de Libra, siendo este el signo que, arquetípicamente, responde a lo que es “el otro”, es decir, el “no yo”. Además, en el calendario judío, marca el tiempo de Rosh HaShaná, el principio del nuevo año, que es esencialmente un periodo de juicio (Libra, de nuevo) del yo y sus acciones. Este es uno de los pocos Nombre con un significado directo, en este caso, ‘Aní’ = Yo.  Como siempre, esto tiene muchos niveles de significación. Considerado desde un punto de vista cabalístico, el Yo - el lugar de la identidad y de la gestión de los contenidos psicomentales del individuo – es una estructura transitoria que va sufriendo transformaciones sucesivas (de estados personales y transpersonales) según se asciende por el Pilar del Medio del Árbol de la Vida. En Iesod tenemos el yo mental, lo que comúnmente entendemos como ego. En Tiféret lo que llamamos el Yo auténtico, la chispa divina encarnada, el Self personal. Los niveles transpersonales de identidad se abren en ‘Dáät’ y lo que, a falta de un nombre mejor, llamaríamos Superself o Yo Divino correspondería a Kéter. (Esto en el Árbol simple. En el Árbol extendido – el Árbol en los mundos – la imagen se torna más rica y completa).

 

El Yo sería algo así como el indicador o punto de referencia que nos dice en qué punto del espectro de la conciencia nos encontramos, al tiempo que nos da acceso a las propiedades del nivel de conciencia correspondiente. Sin embargo, el Árbol de la Vida es una unidad orgánica – un árbol – y, por tanto, no hay una discontinuidad entre los niveles. Todos tienen su lugar en el esquema, incluso el ego psicológico, que debe ser afirmado y expresado en su momento o fase de evolución, aunque después trascendido, es decir, integrado en una entidad de nivel superior (que no abandonado) pues todas las Sefirot son igualmente sagradas. Por supuesto, la fuente última del Yo está en el Absoluto Inmanifestado, la Deidad en su esencia, oculta tras el velo del ‘Ain’, la Nada. Y es un lugar común en Kabbalá el ver que אין ‘Ain’, es una permutación de אנ"י ‘Aní’ (Yo), con el mismo valor numérico ambas que אדון ‘Adón’ (Señor). Di-s es Ain’ que se manifiesta como ‘Aní’.

 

Encontramos constantemente en la Torá expresiones como ‘Aní HaVaIáH’ (Yo soy el Señor), en particular a continuación de la promulgación de algún precepto. Por ejemplo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, Aní (Yo soy) HaVaIáH” (Vaikrá/Levítico 19:18), considerado como el todo de la Torá (Rabbí Hil´lel). Y la última parte de este precepto, ‘Yo soy HaVaIáH’, es inseparable de la primera: ‘Amarás a tu prójimo’. Lo cual nos dice que ésta es la propia manifestación de la Divinidad. O dicho de otra manera: ‘Amarás a tu prójimo’ realiza la conjunción divina de ‘HakKadosh Baruj Hu’ (el Santo, Bendito sea), representado por el Tetragrama, y la Shejiná (su Divina Presencia en la Creación), representada por el pronombre ‘Aní’ (Yo), ‘Aní’ como Nombre Divino se considera que corresponde a Maljut, porque cuando uno empieza a ser verdadero al ‘yo’ interior, lo que quiere decir separarse, purificando el alma de todos los factores ‘no yo’ externos que confunden a la conciencia egóica sobre la percepción del self, encuentra que ese yo verdadero es uno con la Shejiná, el Yo Divino manifestado, frente al gran Yo Soy trascendente del universo que es ‘HaVaIáH’. ‘Amarás a tu prójimo’ despierta entonces la chispa divina en el alma, descubriendo que el verdadero Sí Mismo, el verdadero Yo, es el Ser divino, que es Uno. He aquí lo que constituye una de las claves más profundas y sencillas a un tiempo de la Kabbalá y de todo misticismo. Es en el entendimiento más profundo de su propio sí mismo en donde el hombre toma conciencia de la Presencia de Di-s como el Sí Mismo absoluto. Y esta es la puerta que abre el dominio divino, el ser completo de la deidad, hasta las mismas profundidades del ‘Ain’, la Nada. (Por cierto, cuando está escrito ANÍ  HAVAIÁH  ELO-HÉJA, Yo Soy el Señor tu Di-s, la primera palabra es el Nombre que nos ocupa, mientras que las dos siguientes, ‘HaVaIáH Elo-héja’, suman 92, el valor numérico del Ángel Ani´el (que literalmente significa Yo soy Di-s, o el Yo de Di-s). 

 

La meditación del Aní-Ain  אני־אין  es contemplar la vaciedad de existencia inherente de este constructor de conciencia que llamamos el yo y cuya esencia es Nada. Ahora bien, debemos ligar constantemente esa nada al concepto puro de Deidad. Ese es el foco principal de la meditación. Como dice Arié Kaplan: Cuanto más una persona se identifique con el verdadero Aní-Ain, más estará en contacto con lo Divino dentro de sí. 

 


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