LA LETRA ה HE

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LA LETRA ה HE   Por Kabbalah y Torah en Expansión   El nombre de la letra ה ‘He’ aparece en el versículo de Bereshit/Génesis 47:23 : “ HE-LAJÉN ZÉRA - He aquí semilla para vosotros” . La ‘He’ expresa la revelación propia en el acto de dar de lo de uno a los demás. Dando a los demás en la forma de autoexpresión, es el regalo definitivo del ser. En el secreto de la letra ג ‘Guímel’, el hombre rico da de sí mismo al pobre en forma de ‘Tzedaká’ (“caridad”).   La forma más elevada de ‘Tzedaká’, es cuando el dador se oculta completamente del receptor para no avergonzarlo, como está dicho: “el obsequio encubierto doblega el enojo”.   Aquí, en el secreto de la letra ה ‘He’, el regalo mismo es la relación y expresión del ser, bosquejando al receptor en la esencia del dador. Iosef, el que dice las palabras “ He aquí semilla para vosotros” , corresponde a la Sefirá de Iesod, cuya función es expresarse en forma de dar semillas, como está explicado en Kabbalá. Cuando Iosef le di

SHEM 27 - SOCIO SILENCIOSO - IUD RESH TAV - יר"ת

SHEM 27 - SOCIO SILENCIOSO  -  יר"ת

 

Vocalización: IRaT (Moshé Kordovero); Io/Re/Ta (A. Abbuláäfia).

 

Valor numérico: 610

 

Ángel portador del Nombre: Ierat´el. Valor numérico: 641

 

“Líbrame, oh Señor, del hombre malo; guárdame de hombres violentos”. (Tehil´lim/Salmos 140:2)

 

Significado: Jésed de Jésed. Este Nombre canaliza la energía de Jésed en toda su pureza, trayendo consigo prosperidad y abundancia, tanto material como espiritual. Es un Nombre de gracia y bendición. Expande todo proyecto. Nos enseña a ver lo positivo de todas las situaciones y llena el alma de optimismo y alegría de vivir. Todo ello viene confirmado por la guematria del Nombre, una de cuyas permutaciones es ‘Iud-Tav-Resh’, Iater, que significa abundancia, exceso; con la vocalización Iter tenemos el verbo agregar, aumentar. Para obtener prosperidad y abundancia es tradicional en Cábala utilizar de diversas formas el versículo 16 del Salmo 145. Vamos a ver la relación estrecha que guarda con el Nombre יר"ת ‘Iud-Resh-Tav’. La clave está en la letra ‘Iud’ del principio del Nombre, que es el anagrama de la manifestación de la Luz infinita, de toda la potencialidad de la Luz. ‘Resh’ es como un repetidor que amplifica y ‘Tav’ distribuye y hace llegar a todos los seres del Cosmos.

 

“Potéaj Et-Iadéja Umasbía Lejol-Jai Ratzón” (Tehil´lim/Salmos 145:16) - “Abres tu mano (Iadéja, tu Iud) y satisfaces a todos los vivientes con favor (hasta el máximo de su deseo)”.

 

Tenemos por un lado las iniciales de las tres primeras palabras, Pe-Álef-Iud, un código para meditar en sí mismo. Su valor numérico es 91, un número paradigmático por expresar la conjunción de los Nombres HaVaIáH y ADO-NÁI (26 + 65), Tiféret y Maljut, el Santo Bendito Sea y la Shejiná. La meditación de estos Nombres se hace entrelazando sus letras (la unión mística, fuente de toda bendición, el secreto de la Iud superior y de la Iud inferior): IaHdVnHi. Tenemos por otro lado las tres letras finales de estas mismas tres primeras palabras: Jet-Tav-Jaf. Son otro código para llevar a tierra toda la energía del sustento material y espiritual que las iniciales generan (91 es también Maajal, alimento, comida). Su valor numérico es 428, el mismo que el de la palabra siguiente (la cuarta) del versículo, Umasbía, ‘y sacias’, lo que expresa el sentido de las consideraciones anteriores. Por último, las iniciales de las tres últimas palabras, ‘Lejol-Jai Ratzón’, forman la palabra ‘Rajel’ (Raquel), que en este lugar representa el Reino (Maljut) que necesita el Shéfa (el sustento material y espiritual, la Influencia Divina) que viene de lo alto.

 

Uniendo todo lo anterior: IaHdVnHi (91) + Pe-Álef-Iud (91) + Jet-Tav-Jaf (428): 610, el número de Iud-Resh-Tav. Podemos considerar el Ijud (unificación) anterior como una apertura de este Nombre. Podemos meditar en él y a continuación en el ijud anterior, percibiendo como la energía de la abundancia desciende llenando de gracia y prosperidad a nuestras vidas y a todos los seres del Cosmos. Hay que tener en cuenta que el principio de Jésed es voluntad de dar y no debemos olvidar poner en perspectiva todo lo que recibimos, agradeciéndolo al Creador y poniéndolo en un contexto que trascienda el “yo, mi, mío, para mí”. El pensamiento de Jésed siempre es generoso, altruista, social. Busca la instauración de una sociedad justa y solidaria, en la que haya una circulación y redistribución de la riqueza. El instinto de posesión es una fuerza muy potente que se desequilibra con facilidad, tendiendo a fortificar los muros de defensa del ego. Esto también se ve confirmado por la guematria de 610, que es el número del ‘Álef-Nun-Iud’, Aní, del yo, multiplicado por diez. Por supuesto, el antídoto místico es llevar el Aní al Ain, la Nada, pero una forma práctica de hacerlo es cultivar el desprendimiento mediante la institución del maäser, el diezmo (su valor numérico es también 610). En lugar de multiplicar por diez, dividimos por diez y damos la décima parte de nuestras ganancias a Tzedaká, es decir, obras de beneficencia, obras sociales. Esto anula sistemáticamente toda la negatividad de nuestras ganancias. Es como meter a la propia Luz en nuestro consejo de administración. El diezmo fue instaurado por Avrahám, el Pilar de la Misericordia, cuando después de la derrota de los reyes, dio a Malki-Tzédek, sacerdote de E´l Ëlion (Di-s Altísimo) el diezmo de todo.

 

En el antiguo Israel, de cada cien partes los israelitas daban diez a los levitas, y éstos, de sus diez partes daban una a los kohanim (sacerdotes). Encontramos así la proporción cien, diez, uno, Kuf-Iud-Álef, que establece la justa relación entre las cosas: 100 + 10 + 1 = 111 = ‘Álef-Lamed-Pe’, Álef, la Unidad extendida. Hay que tener en cuenta que israelitas, levitas y kohanim representan respectivamente a las tres partes del alma, Néfesh, Rúaj y Neshamá. Mantener esa proporción en nuestro tiempo, nuestra dedicación, nuestra energía, sería suficiente. Es imposible abarcar todas las dimensiones infinitas de un Nombre de Di-s en unas pocas palabras. Hay dos aspectos que apenas hemos mencionado. Uno es el de protección, enfatizado por el versículo del Salmo 140. Toda persona que se abre y opera desde su Jésed, con el sentido de dar, es decir, con grandeza de alma, siempre goza de una protección especial de la Divinidad. El otro es el de la autoridad y liderazgo espirituales que confiere Jésed. De hecho, este es el Nombre del Guía Interior, el verdadero Maestro, a través del cual podemos unirnos a la Divinidad.



Comentarios

  1. Muchas gracias ! Tanta Sabiduría compartida. Bendiciones. Shalom

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  2. Gracias yo apenas estoy esprendiendo y es maravillosa
    está sabiduria

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  3. Muchas gracias por tanta Luz!!! Shalom!!!

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