SHEM 6 - ESTADO DE ENSUEÑO - LAMED LAMED HE

SHEM 6 - ESTADO DE ENSUEÑO  -  ללה

Vocalización: LeLaH (Moshé Kordovero); La/La/He (A. Abbuláäfia).

Valor numérico: 65 

Ángel portador del Nombre: Lelah´el. Valor numérico: 96

“Ten misericordia de mí, oh Señor; porque a Ti clamo todo el día”. (Tehil´lím/Salmos 86:3)

“Load al Señor que mora en Sion; relatad entre los pueblos sus proezas”. (Tehil´lím/Salmos 9:12)

Significado: Como Nétzaj de Kéter, Lámed-Lámed-Hé canaliza el aspecto espiritual de la luz astral, que es el atributo de la Luz como poder activo: Luz-en-extensión. Hé-Lámed tiene el significado general de luz, de claridad, y Lámed indica en general despliegue, movimiento expansivo. Así, Lámed-Lámed-Hé es la línea de Luz que une el cielo con la tierra, el océano infinito de luz y amor divinos con todos los seres de la Creación. Y puesto que la Luz es la esencia de lo creado, cuando estamos llenos de ella recibimos: 
- iluminación espiritual, por la enorme claridad interior que aporta; 
- amor a los demás que brota de una profunda comprensión y empatía, porque la luz nos transforma alquímicamente a su condición; 
- poder de irradiación, atrayendo magnéticamente a las personas y a las experiencias con nuestra luminosidad;
- inspiración y facultades artísticas, por la capacidad de sentir profundamente la armonía y la belleza; 
- conocimiento de las ciencias, en cuanto persiguen la búsqueda de la verdad; 
- satisfacción de las necesidades materiales, borrando el sentimiento de ausencia innecesario, aportando alegría de vivir, felicidad y bienestar;
- curación a todos los niveles, pues toda enfermedad es una carencia de luz;
- protección, pues la luz aleja de nosotros toda negatividad; etc. 

Otra forma de verlo: jeroglíficamente la letra Lámed representa el ala de un ave extendida. Por otro lado, la letra Hé canaliza la luz de la Shejiná, la Presencia Divina (femenina) que llena e ilumina los mundos creados. Nos sentimos así bajo la protección de las alas de la Shejiná – una imagen común en el libro de Tehil´lím/Salmos, como por ejemplo, en Tehil´lím 91:4: “Con sus plumas te protegerá. Bajo sus alas hallarás refugio”. Así pues, mediante la meditación en este Nombre atraemos a nosotros la Luz de la Shejiná, que nos envuelve, nos abraza, nos sostiene (Lámed Lámed = 30 + 30 = 60 = Sámej = sostén, soporte), nos llena y satisface a plenitud. En el versículo de Tehil´lím 86 se emplea el Nombre Ado-nái. Lámed-Lámed-Hé suma 65, que es también el número de Ado-nái, Nombre de Di-s en Maljút, que es la Vasija Divina, tal como está escrito: “Mas IHV´H está en su Santo Templo (Hejál = 65); que toda la Tierra guarde silencio (Has = 65) delante de Él.” (Jabakkúk/Habacuc 2:20). El silencio es el vaciado interior necesario para nacer al espacio divino. Pues si no dejamos sitio para la Luz, ¿cómo podemos pretender que esta nos llene?

Así pues, la luz del Nombre de Di-s Lámed-Lámed-Hé realiza en nosotros una alquimia interior, preparando y ensanchando nuestra vasija, haciéndola apta para ser un templo de la Presencia, tal como Di-s dice a Moshé: “VEÄSÚ   MIKDÁSH  VESHAJANTÍ  BETOJÁM - Hazme un santuario y yo moraré en ellos”. En ellos, es decir, en los individuos – en nosotros, imagen y semejanza – pues el edificio corresponde al arquetipo de la Vasija, que no es otro que el propio Nombre de Di-s, Ado-nái. La letra Hé, que significa ventana, abre la dimensión espiritual. Además tiene el significado de alma (el alma es la ventana a través de la cual se asoma la Luz Divina). Por otro lado, la Lámed consiste en una Jáf y una Váv. Además, se trata de la única letra cuyo trazo sobrepasa por arriba al renglón de la escritura, proyectándose hacia lo alto e indicando una conexión con las tres esferas superiores del Árbol de la Vida, particularmente Biná (Hé). La Váv es el canal que llena la Jáf inferior que representa el poder de la vasija. 

Meditación: Hé en el centro de encima de la cabeza como una ventana abierta a las dimensiones superiores. Lámed con Jáf en el corazón y Váv uniendo corazón y cabeza. La otra Lámed con la Jáf en el centro de Maljút (base de la columna) y la Váv llegando hasta el corazón. Sentir la fuerte canalización de la Luz. Llenarse por completo. Experimentar. Irradiar.

Salmo 9:12: Tzion (156) es Ioséf (156) y representa a Iesód en el mundo de Beriá. Sion es el monte santo que abre las puertas a las dimensiones sutiles de la realidad. A través del ángel, Lelah´el, cuyo valor numérico es 96 (el mismo que la expresión Sód IHV´H: el secreto, el misterio de IHV´H, como en el salmo 25:14) podemos entrar en los mundos superiores que conforman el entramado arquetípico de nuestro mundo. La luz de Lelah´el ilumina los cielos y es el ángel de las visiones y de los sueños inspirados. Cuando estamos dormidos ascendemos a las regiones celestes y allí nos reponemos, nos revigorizamos y recibimos la necesaria guía. A través de Lelah´el podemos hacerlo también conscientemente. Lelah´el nos muestra el diseño arquetípico de los acontecimientos, tal como están contenidos en la Luz.

“En Cábala, el nivel de Dáät de Ietzirá, que es también Iesód de Beriá, es tradicionalmente llamado Rúaj HakKódesh, Espíritu Santo. Con este Nombre se quiere indicar una iluminación (Hashkalá) o inspiración celestial que puede manifestarse en la conciencia como una irrupción de contenidos psíquicos. La forma que ésta puede adoptar es variable: un chispazo de intuición; una corriente de pensamientos apenas distinguible del propio flujo ordinario, si bien con una cualidad específica inequívoca; contactos con figuras angélicas, por ejemplo el Santo Ángel de la Guarda, o con guías personales, tales como jajamím (sabios) de la antigüedad; o bien directamente a través de la propia neshamá del individuo, que es el proyector en última instancia”. 

En la meditación, además del nombre del ángel Lelah´el se usa el Nombre Divino compuesto É´L ADO-NÁI (literalmente: Dios mi Señor) que tiene el mismo valor numérico 96.

“El procedimiento concreto sigue la forma usual de meditación que ya tenemos trabajada: Centración, relajación profunda, visualización de las letras: אל אדני  É´L ADO-NÁI, vibrando internamente con fuego blanco e irradiando luz blanca, concentración en las letras hasta que llenan todo el campo de visión. Entonces formulamos de la forma más exacta posible la pregunta o el problema sobre el que deseamos guía. Visualizamos la cuestión con el máximo detalle, tanto en sí misma como en su contexto, incluyendo imágenes y sonidos si son relevantes, personas involucradas, etc. Después elevamos la pregunta hasta el Nombre, envolviéndola con su luz, y quedamos a la espera de la respuesta, posiblemente por medio de las letras. Ésta puede ser inmediata o dilatarse en el tiempo, apareciendo de golpe incluso en días posteriores (o en un sueño). Como ya hemos dicho, lo más probable es que la respuesta consista en una inspiración interna, tipo “voz interior”, no muy diferente del propio tren de pensamientos. También puede tener un alto grado de componente visual. Eso depende de cómo sea el propio Iesód del individuo (Iesód de Ietzirá, el espejo de la mente)

Para concluir, como siempre, agradecemos y compartimos la luz recibida, siempre canalizando positividad hacia el entorno. Alternativamente, puede usarse el nombre del ángel: Lelah´el, el versículo del salmo como mantra, el notarikón de las iniciales de sus siete palabras: זליצהבע  Záin-Lámed-Iúd-Tzádi-Hé-Bét-Äin, etc.  




Comentarios

  1. Un gran saludo y dar las gracias por el trabajo muy profesional

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  2. La luz es la esencia de lo creado.,cuando estamos llenos de ella recibimos...un potente mensaje..un gran imán..que a todos nos va bien...en beneficio de todos y en detrimento de nadie
    Shalom

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