7. EL ADN DEL ALMA - אכּא
Cuando la vida parece fragmentada y
desarticulada, podemos crear orden a partir del caos, tranquilidad de esta
confusión y calma de esta conmoción, regresando todo a su estado original
perfecto; regresando al ADN de nuestras vidas.
Antes del inicio del tiempo, la
infinita Luz del Creador fue ocultada para crear un punto de oscuridad, un
espacio en el cual el Universo pudiera nacer. El propósito fue construir un
lugar donde no existiera Luz ni orden, donde pudiéramos a través de nuestros
propios esfuerzos para compartir y escoger el bien sobre el mal, crear nuestra
propia Luz espiritual.
Para ocultar la Luz infinita se
erigieron diez “cortinas”, diez sefirót, cada una reduciendo un poco más la Luz
del Creador, hasta que se creó un lugar donde casi no existía Luz. Este es
nuestro mundo de caos, de confusión y de la Segunda Ley Termodinámica que
declara, entre otras cosas, que todo finalmente debe decaer y degenerarse;
todas las cosas deben volver a ser cada vez más ordenadas. Esto se conoce como
entropía.
Las 22 letras del alefato hebreo son
los instrumentos de la Creación. Ellas constituyen el ADN de nuestro Universo y
de nuestra alma, Este Nombre nos conecta con el poder total de estas 22 fuerzas
de la Creación, lo que es realmente algo bueno, porque trae renovación, orden y
poder creativo a las áreas en que las necesitamos desesperadamente.
MEDITACIÓN:
Aquí recibimos nada menos que el
impacto total de las fuerzas de la Creación. Restablecemos el significado a las
vidas que con frecuencia se sienten sin sentido y damos propósito a un mundo
que con frecuencia parece sin objeto. Regresa el orden. Emerge la estructura.
Todo está arreglado.
“Yo me acosté y dormí, desperté
porque el Señor me sustentaba”.
(Tehil´lím/Salmos 3:6)
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