SHEM 21 - ERRADICAR LA PLAGA - נלך
Vocalización: NaLaJ (Moshé Kordovero);
Nu/La/Ja (A. Abbuláäfia).
Valor numérico: 100 (considerando Jaf
como no final). 580 (con Jaf sofít/Jaf final).
Ángel portador del Nombre: Nelja´el.
Valor numérico: 131
“Por tanto yo te confesaré entre las
naciones, oh Señor, y cantaré a tu Nombre”. (Tehil´lím/Salmos 18:50)
Significado: Como Nombre de Tiféret
de Biná expresa la Belleza de la Ley Cósmica. Belleza en el sentido tiferético
conlleva armonía, proporción, equilibrio. La energía del Nombre manifiesta el
completo equilibrio de la Ley, que se plasma en todos sus mecanismos de
Providencia y de Rectificación (tikkún). Nun-Lámed-Jaf, además, es la luz que
brilla en la oscuridad, confiriendo el entendimiento profundo de la dinámica
cósmica, tanto en el aspecto exterior – la ciencia, la matemática, el
esoterismo – como en el de los ciclos y el destino del alma. (He aquí un uso de
la meditación de este Nombre: saber para qué estoy aquí). Porque otra
connotación del Tiféret (Hijo) de Biná (Madre) es la creación de la vasija (el
alma) espiritual (la neshamá). Esto, individual y colectivamente. [Tenemos que
100 es el valor numérico de la letra Jaf extendida, representando Jaf en
general la inteligencia de la vasija.
También suman 100, kelím, que significa precisamente vasijas, y Iomím,
que significa días, en el sentido de periodos temporales]. Hablamos así de la
generación y ciclo de evolución del alma y de las almas, mediante el descenso a
la encarnación o encarnaciones para el tikkún individual y colectivo, de forma
que, al final de sus ciclos, el individuo alcance su estatus ontológico de
Hijo/a de Di-s.
Hay que tener en cuenta que hablamos
metafóricamente del descenso del alma, pero la neshamá, como identidad
superior, propiamente hablando no desciende, sino que envía, por así decir, un
rayo, chispas de su luz, que son las que desarrollan los llamados vehículos
inferiores. En particular, desarrolla el reflejo de la identidad psicológica.
Cuando ésta se halla en estado de ego, es decir, en cortocircuito con su
realidad superior, tenemos el estado de conciencia llamado mojín dekadnút (la
mente pequeña), con todo lo que conlleva de ignorancia, ilusión de separación y
falta de sentido. Como nos hallamos en estado de ausencia de luz, la buscamos
en todo tipo de cosas y circunstancias exteriores, que nos proporcionan un
alivio temporal, una apariencia de sentido. Si apelamos a la energía del Nombre
Nun-Lámed-Jaf, ésta repara nuestra conexión con la raíz de nuestra alma, nos
pone en circuito con la energía de Biná, expandiendo nuestra mente (mojín
degadlút – mente grande), aprendiendo a restringir nuestro ego y a escuchar al
verdadero yo profundo, inmanente y trascendente a nuestra encarnación. No hay
que considerar nuestra fase actual como una época negativa, por muy dura que, a
veces, se nos presente. El sentido de la evolución, de la encarnación, del tikkún,
no es otro que el de aprender, desarrollar, actualizar las potencialidades
espirituales inherentes en nuestra neshamá y manifestarlas creativamente,
alcanzar, como decíamos antes, nuestro estatus de ser divinos. Ello está
expresado en las letras del Nombre: Nun (50) es una letra de individuación (He
= 5, es la letra del ser, de la esencia, del alma). Es también una letra de
Biná en cuanto a las 50 puertas, por la que, por así decir, salen los seres en
el sendero de ida y regresan en el sendero de retorno. En el Nombre ocupa la
primera posición es decir, la posición de Jésed. Lámed significa, entre otras
cosas, aprender (y justicia, karma, tikkún; Libra). Está en la segunda posición
de Guevurá (rigor). Jaf final, valor 500, como letra de centenas, corresponde a
un estado cósmico y, como letra final, aún no plenamente realizado. Representa
el estado de vida individual perfeccionada, transformada, Vida Cósmica. Hay que
tener en cuenta que trasciende la Tav, el 400, el universo en su conjunto con
sus coordenadas físicoespaciales-temporales. Como estado cósmico, de nuevo,
representa al alma retornada que se siente gota y océano al mismo tiempo,
individual y en unidad con la totalidad del mar de la existencia. Tiféret de
Biná es el corazón de la Madre, con su providencia, compasión, empatía. Con su
visión del dolor (de la naturaleza superior sumergida en los planos de la
forma) y con el gozo del Iovél, el jubileo (a los 50 años), en el que todas las
deudas son saldadas y se alcanza la liberación final.
Gracias por esta información,es muy importante para mi en este momento. Ahora comprendo por qué este símbolo me llamó.
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