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Por Kabbalah y Torah en Expansión
La tradición rabínica sostiene que
el Primer Templo fue destruido en el año 3338 (68 a.e.c), no en el 70 d.e.c. El
Talmud, sabiamente, considera este hecho como el mayor desastre que ha azotado
al Pueblo de Israel. El año 5738 (1978) marcó exactamente 2400 años desde la
profanación del Primer Templo.
Hay 24 joyas diseñadas para adornar
a la novia. Por cada siglo transcurrido desde la destrucción, una de las 24
joyas ha tenido el destello que nos da esperanza de sobrevivir. Desde el año
5738, hemos buscado vislumbrar a la novia divina en su exquisita belleza. ¡Así
debe ser!
Hay 24 ‘Temurot’ (“permutaciones”)
en el Nombre Divino אדנ"י ‘Ado-nai’, que a menudo se entiende como la ‘Kal´lá’ (“novia”) del Santo
Nombre יהו"ה ‘HaVaIáH’, implícito en su letra
final ה ‘He’. Con gran expectativa prevemos
ahora el levantamiento del velo, para que la antigua gloria del Templo de
Salomón vuelva a iluminar el mundo. ¡Qué afortunados somos de estar vivos hasta
el día de hoy!
Como se mencionó anteriormente, se
debe asumir que cada personificación tiene un cónyuge. Desde la Creación, ha
existido un propósito previsor: reducir toda la realidad a este simple final.
El Nombre sagrado יהו"ה ‘HaVaIáH’, con los 4 Elementos y un destello del quinto en la
cúspide de la letra ‘Iud’, será finalmente restablecido como el Nombre más
simple de י"ה ‘Ia´H’. Porque cuando el
Trono Celestial esté asegurado, la segunda mitad del Nombre ‘HaVaIáH’, ו"ה ‘Vav-He’, será igual a י"ה
‘Iud-He’ en la totalidad de ‘Iud-He’.
En Jerusalén se disfruta de las
primicias de la era gloriosa predicha por los ‘Neviim’ (profetas). Nunca en la
historia hubo una ciudad donde se realizaran tantas buenas obras a diario. La
caridad, la justicia y el respeto a nuestros mayores son el resultado directo
del estudio de la Torá, tanto de día como de noche. Las instituciones atienden
a los necesitados, los pobres y los enfermos.
La élite de nuestros eruditos conoce
la ubicación exacta del ‘Arón HabBerit’ (“El Arca de la Alianza”). En ella se
encuentran las ‘Lujot’ (Tablas), el Urim y el Tumim, el Maná y la vara de Moshé.
En las inmediaciones se encuentra la ‘Menorá’ (“candelabro original de oro
macizo”) que Moshé fabricó. Estos fueron enterrados mucho antes del primer
exilio a ‘Bavel’ (Babilonia). Lo cerca que estuvieron de ser descubiertos se
revela en el tratado Mishnáico de Shekalim, capítulo seis. Pero ese momento no
era tan oportuno como lo es hoy. ¡Afortunadamente, el mundo ahora está listo
para beneficiarse de estas reliquias sagradas!
Ahora que el mundo se da cuenta del
cambio ocurrido en esta era mesiánica, todos anhelarán construir un santuario
donde se pueda localizar la adoración universal. Solo hay una opción. Hay un
lugar, donde crecen árboles, para reconstruir el Templo. En este monte,
comprado por el rey David a Aravna, el jebuseo, ‘BeJésef Shekalim Jamishshim’
(“por 50 siclos de plata”), Iaäkov soñó la visión de las huestes celestiales
ascendiendo por la escalera.
¿Qué magnificencia no alcanzará esto
-con obras instrumentales y corales del pasado recordado- cuando todos puedan
unirse a la glorificación de HaShem? ¿Acaso no es esto preferible a la ‘Shoá’
(“holocausto”)?
De las diversas interpretaciones
dadas al concepto de la Era Mesiánica, las del Rambam (Maimónides) sin duda
prevalecerán. Esto significa que el mundo será como es ahora, con grandes
guerras evitables. Pues, a medida que el verdadero significado de las
tradiciones orales se conozca universalmente, mediante las asombrosas nuevas
formas de comunicación, se evitará la necesidad de conflictos mundiales.
Es precisamente aquí donde la Kabbalá
difiere de la interpretación común de la frase “cuando venga Mashíaj”. Pues en
uno de los descendientes de David, se encuentra el espíritu de inspiración, que
evolucionó desde la fosa nasal izquierda de la personificación imaginaria de la
gran extensión, correspondiente al mundo de las ideas, el alma llamada ‘Iejidá’
(“única”). Si bien, a lo largo de los años, este destello de luz ha permanecido
oculto debido a la proximidad de las tensiones y presiones, llamadas Guevurot.
El rey mesiánico, quien puede ser considerado un amado de HaShem, solo ahora
puede beneficiarse de esta luz.
El brillo que emana de la fosa nasal
derecha de esta personificación imaginaria continúa siendo percibido por HaShem,
a quien dirigimos nuestro servicio diario. A lo largo de nuestra historia, este
resplandor o destello fue simbolizado por los Tefil´lín colocados en el brazo
izquierdo y cubiertos. En ‘Ketz HaiIamim’ (“El Fin de los Días”), la era
actual, ya no hay necesidad de ocultar este destello. El resplandor brillante
ahora puede revelarse, y sin temor a ninguna obstrucción por la sombra del mal;
todo lo bueno puede manifestarse. Es esta luz, revelada a uno de los
descendientes del rey David, la que permite a la generación actual conocer todo
acerca de esta sabiduría divina de HaShem.
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