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Por Kabbalah y Torah en Expansión
Se sabe que el mundo fue creado con ‘Äsará
Maamarot’ (“Diez Dichos”). Los ‘Mekubbalim’ (cabalistas) escriben que estos son
paralelos a ‘Las 10 Sefirot’. De esta manera, HaShem se “envolvió” en un manto
de los 10 atributos sagrados.
El hombre puede imitar a estos en el
mundo de abajo y convertirse así en un Trono Divino para la santa Voluntad de HaShem,
como lo encontramos en nuestros Textos Sagrados.
Berreshit 2:18:
VAIIÓMER ADO-NAI
ELO-HIM LO-TOV HEÍOT
HAADAM LEVADDÓ E´ËSE-LO
ËZER KENEGDÓ
“Y dijo Di-s: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda
complementaria frente a él”.
Muchos ‘Jajamim’ (sabios) afirman
que este ‘Pasuk’ (“versículo”) es uno de “Los Diez Dichos” con los que se creó
el Mundo.
La señal del pacto sagrado [de la
circuncisión] que el Di-s viviente selló en nuestra carne es, pues, paralela al
atributo [al que se alude en el versículo Mishlé 10:25: “TZADDIK IESOD
ÖLAM - El Justo es el fundamento del Mundo”.
En los Textos Sagrados, este
atributo también se denomina “Bien”. En términos simples, esto refleja el hecho
de que este atributo es el fundamento de todo bien. [En el hombre, es el órgano
que] transmite y procrea, en paralelo con el atributo supremo, que transmite
todo bien y sustento sagrado. Es por esta razón que se lo llama: “TZADDIK IESOD
ÖLAM - El Justo, el fundamento del Mundo”.
Siendo tan grande la santidad del
signo del pacto, es lógico que su defecto pueda causar el mayor daño, haciendo
que el sustento sagrado sea arrojado a los ‘Jitzonim’ (“Fuerzas Externas”).
Siendo así, surge una pregunta: ¿no
habría sido mejor que el hombre hubiera sido creado completamente sin el
impulso sexual, ni siquiera por su pareja adecuada? Entonces podría estar solo
en el mundo y no causar una mancha tan grande.
Sin embargo, nos damos cuenta de que
nuestra lógica no es necesariamente la del Creador de todas las cosas. Está
escrito: “No la creó para desolación, sino que la formó para ser habitada” (Ieshaäiahu
45:18). El Zóhar explica que esto significa: “No para morar entre ellos, sino
para hacer de ellos una morada de entre su especie”. El hombre fue creado con
un impulso sexual y, por lo tanto, no mora “entre ellos” en ‘Tohu’ (“el universo
de la desolación”).
El hombre debe, por lo tanto,
controlar este deseo y no permitir que lo ate con su yugo. Debe eliminar su
poder lascivo de su interior y hacerse santo y puro, incluso con lo que le está
permitido. Entonces, cuando el hombre y la mujer se unen, producen una unión de
los atributos supremos, unificando la influencia santa y llevándola a todo
Israel.
Cuando este impulso se controla y se
dirige hacia la ‘Kedushá’ (Santidad), nace un gran deleite en lo Alto. El
individuo se convierte entonces en un vehículo para el concepto del “Justo, el fundamento
del universo”, que también se llama ‘HATTOV’ (“El Bien”).
Así está escrito: “No es bueno que
el hombre esté solo”. Cuando el hombre está solo, no puede ser un vehículo para
el concepto del “Bien”.
Si el hombre no tuviera este deseo y
no tuviera que controlar sus impulsos físicos, podría haber sido creado como
los ángeles o seres celestiales, que viven bajo el yugo del Reino Celestial.
Pero el deleite principal proviene de aquellos “que viven en casas de barro”.
Fueron creados con deseos y con el ‘Iétzer HarRá’ (“inclinación al mal”), pero
aún así luchan contra ellos y purifican y santifican sus almas.
Así está escrito: “Le haré una ayuda
que le sirva de contrapeso”. La ayuda del hombre será aquello que le sea de
“contrapeso”, es decir, el poder del deseo por el sexo opuesto, que lo tentará
pero no lo vencerá.
Por eso ‘JaZaL’ (“nuestros sabios de
bendita memoria”) dicen que éste es uno de los Diez Dichos. Es paralelo a la Sefirá
llamada: “el Justo, el Fundamento (Iesod) del universo”, y es un vehículo para
este atributo del “Bien”.
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