LAVANDO TUS PROBLEMAS

LAVANDO TUS PROBLEMAS

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

Una de las leyes relativas al ‘Birkat HamMazón’ (“La Bendición después de las comidas”) es la de enjuagarse las yemas de los dedos antes de recitar las Bendiciones, conocido como ‘Máim Ajaronim’ (“aguas finales”).

 

Debes saber que ‘Sitrá Ajará’ (“El Otro Lado”) se cierne sobre la mesa, como se describe en el Zóhar 2:154 y puede ganar control sobre un individuo más que en otros momentos.

 

Como se describe en el Zóhar, comer y beber, por su naturaleza, refuerzan la orientación materialista de la persona, desensibilizándola así a la espiritualidad y a la Divinidad. Por lo tanto, después de haber comido hasta saciarse, la persona se vuelve particularmente susceptible al poder del mal.

 

Esto es particularmente cierto si ha comido solo y no hay 3 personas para recitar la Bendición juntos, ya que el ‘Zimmún’ (“la invitación a recitar la Bendición”) aleja a Sitrá Ajará de allí, como se menciona en Zóhar 3:186b con respecto al incidente del niño pequeño.

 

Según la ‘Halajá’ (“ley judía”), si 3 o más hombres o 3 o más mujeres han comido pan juntos, deben recitar la bendición juntos. Uno de los miembros del grupo actúa como líder e invita formalmente a los demás a unirse a él para recitar la bendición.

 

En el Zóhar se cuenta que el joven hijo huérfano de Rav Hamnuná Savá poseía una gran percepción espiritual y un conocimiento místico de la Torá. Una de las enseñanzas que compartió con sus invitados, 2 alumnos de Rabbí Shimön bar Iojai, fue que cuando se recita el ‘Zimmún’ (“La invitación a recitar la Bendición”), se debilita el poder del mal presente en la mesa.

 

El poder colectivo de las almas divinas de los 3 individuos y la energía positiva generada por su camaradería superan el poder negativo del mal. Sin embargo, esto ocurre sólo cuando combinan conscientemente sus energías individuales para recitar el Birkat HamMazón, es decir, se centran en la dimensión espiritual de la comida en lugar de simplemente en el placer sensual de comer. De ahí el poder y la importancia del ‘Zimmún’ (“la invitación a recitar la Bendición”).

 

Por lo tanto, una persona debe tener mucho cuidado de tener las intenciones apropiadas al enjuagarse las yemas de los dedos después de la comida, para que Sitrá Ajará no lo procese.

 

Siempre que una persona sucumbe a las tentaciones del mal, el pecado que comete actúa como un “fiscal” contra ella en la corte celestial.

 

Porque al darle este regalo, como es sabido, Sitrá Ajará se va, dejando a la persona sola. Al principio [de la comida] es sólo un invitado, pero si el individuo no recita el Birkat HamMazón con la debida intención y concentración, se convierte en el anfitrión y lo persigue. Como dijimos, esto es particularmente cierto si uno cena solo, sin la protección ofrecida por el ‘Zimmún’ (“la invitación a recitar la Bendición”).

 

Enjuagar los restos de comida de las yemas de los dedos se considera como “tirarle un hueso al perro”. El mal no posee poder intrínseco; deriva su poder únicamente en virtud de las malas acciones del hombre. Sin embargo, debe estar presente al menos en cierta medida mínima para que haya libre elección. Si el mal recibe este sustento mínimo, se siente satisfecho y, al darse cuenta de que no tiene nada más que esperar de esta comida, se va.

 

El significado místico de esta afirmación es que al lavarse las yemas de los dedos después de la comida uno debe meditar en el Nombre אהי"ה ‘EHIéH’.

 

Ahora bien, no se debe hacer ninguna interrupción entre el enjuague de las yemas de los dedos y la recitación del ‘Birkat HamMazón’ (“La Bendición Después de las Comidas”).

 

Una vez Rabbí Jaiim Vital estaba con su maestro, el Arí (Rabbí Itzjak Luria), y alguien vino y le dijo que había estado sufriendo de fuertes dolores en el hombro durante 2 días. El Arí lo miró y dijo que este dolor se debía a que había interrumpido el tiempo que había transcurrido entre el enjuague de las yemas de los dedos y la recitación del Birkat HamMazón estudiando un capítulo de la Mishná. De esta manera, transgredió la instrucción de ‘JaZaL’ (“nuestros sabios de bendita memoria”) de proceder directamente del enjuague a la bendición (Berajot 42a). Al hacerlo, transmutó la palabra תכף ‘Téjef’ (“directamente”) en la palabra כתף ‘Katef’ (“hombro”) y sintió el dolor allí.

 

De esto se desprende que no se debe hacer ninguna interrupción entre el enjuague y la recitación de la Bendición, ni siquiera con palabras de la Torá. Si uno desea conversar en su mesa sobre Torá, como han dicho JaZaL que se debe hacer, debe hacerlo antes del enjuague de las yemas de los dedos.

 

Al no permitir ninguna interrupción entre el enjuague de las yemas de los dedos y la recitación del Birkat HamMazón, el individuo demuestra que forman una unidad conceptual, es decir, el significado espiritual del primero es también el del segundo.

 

Sin embargo, uno debe recitar los siguientes versículos después de enjuagarse las yemas de los dedos, antes de comenzar el Birkat HamMazón: todo el Tehil´lim 67, y luego el versículo (Tehil´lim 34:2): “AVAREJÁ  ET-ADO-NAI  BEJOL-ËT  TAMID  TEHIL´LATÓ  BEFÍ - Bendeciré a HaShem en todo tiempo; Su alabanza será siempre en mi boca”. Esto se debe a que ‘Sitrá Ajará’ (El Otro Lado) se cierne sobre la mesa, como hemos dicho, y se lo llama ‘BEJOL-ËT’ (“en todo tiempo”), como en el versículo: “No debe entrar al santuario en todo tiempo” (Vaiikrá 16:2).

 

La Torá ordena que el ‘Kohén Gadol’ (Sumo Sacerdote) no entre al ‘Kódesh HakKodashim’ (“Lugar Santísimo”) cuando quiera (“en todo tiempo”), sino solamente en el día de Iom Kippur. En este contexto, la frase ‘BEJOL-ËT’ (“en todo tiempo”) es vista como algo que impide entrar en el reino de la ‘Kedushá’ (Santidad). Recitar el versículo “Bendeciré a HaShem en todo momento” es visto entonces como una fórmula que neutraliza el poder del mal presente en la mesa.

 

Es interesante notar que Iom Kippur, el único día en el que la Torá permite al Kohén Gadol entrar al santuario interior del Templo, es un día de ayuno total. En este día, por supuesto, el mal que potencialmente puede potenciarse a través del proceso de comer no está en acción.

 

Para eliminar el mal de allí (es decir, de la mesa), se debe recitar el ‘Zimmún’ (“la invitación a recitar la Bendición”), es decir: “HAV  LAN  VENIVRIJ - Traednos [la copa] y bendeciremos”, como se afirma en la historia del niño pequeño en el Zóhar. Por lo tanto, recitamos el versículo: “AVAREJÁ  ET-ADO-NAI  BEJOL-ËT  TAMID  TEHIL´LATÓ  BEFÍ - Bendeciré a HaShem en todo tiempo; Su alabanza será siempre en mi boca”, en caso de que una persona esté comiendo sola y no pueda decir “Traednos [la copa] y bendeciremos”.

 

Deberíamos decir (Kohélet 12:13):

 

“La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta: teme a D-s y guarda Sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona”.

 

Luego, se debe decir (Tehil´lim 145:21):

 

“La alabanza de HaShem hablará mi boca; y toda carne bendiga Su santo Nombre eternamente y para siempre”.

 

Tehil´lim 115:18:

 

“Mas nosotros bendeciremos a Ia´h, desde ahora para siempre. Alabad a Di-s”.

 

Iejezkel 41:22:

 

“Y él me dijo: Esta es la mesa que está delante de HaShem”.

 

Sólo entonces debe comenzar el ‘Birkat HamMazón’ (“la Bendición después de las comidas”).

 

El denominador común de todos estos ‘Pezukim’ (“versículos”) es que la persona que los recita está declarando su deseo de orientar su conciencia hacia la dimensión divina de la alimentación en lugar de sus aspectos mundanos y materiales. Por lo tanto, estos versículos no constituyen una interrupción temática entre ‘Máim Ajaronim’ (“el enjuague de las yemas de los dedos”) y la recitación del Birkat HamMazón.

 

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