PARASHAT VAERÁ - (Shemot/Éxodo
6:2-9:35) - Certeza absoluta/Crear milagros
Por Kabbalah y Torah en Expansión
“VAIDABBER ELO-HIM EL-MOSHÉ VAIIÓMER ELAV ANÍ ADO-NAI
- Y Di-s continuó hablando a Moises, y le dijo: Yo Soy HaShem” (Shemot 6:2).
En la Torá, a veces se hace
referencia a Di-s como Elo-hím, que simboliza “Din/juicio”, y también como HaVaIáH (el Tetragrámaton, un Nombre que no pronunciamos), que simboliza “Rajamím/misericordia”.
En ocasiones, ambos Nombres aparecen en la misma frase. Como escribió Shelomó
HamMélej/el rey Salomón: “LAKKOL
ZEMÁN VE´ËT LEJOL-JÉFETZ
TÁJAT HASHSHAMÁIM - Hay un tiempo
señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo” (Kohélet/Eclesiastés
3:1). En otras palabras, o estamos en un tiempo de juicio, como el conteo del Ömer,
o en un tiempo de misericordia, como Sukkót. ¿Pero cómo pueden el juicio y la
misericordia ocurrir en el mismo tiempo, tal como puede estar indicado por la
yuxtaposición de ambos Nombres en una misma frase?
Estamos condicionados a pensar en el
juicio como negativo y en la misericordia como positiva. Pero cuando nos
referimos al Creador, no existe tal cosa como un aspecto negativo. Más bien,
sólo existe la sabiduría suprema y la comprensión de cómo tratar a cada persona
exactamente de acuerdo a lo que esa persona necesita realmente. Para cambiar y
transformarse, algunas personas necesitan juicio, mientras que otras necesitan
misericordia. Y extrañamente, hay incluso algunas personas para quienes el
Creador necesita permanecer totalmente oculto.
El Zóhar dice:
Una explicación del pasaje: “Confía
en Di-s para siempre”, es que una persona tiene que fortalecerse en Di-s a lo
largo de su vida. Nadie puede dañar a una persona que coloca adecuadamente su
confianza y su fuerza en Di-s, puesto que una persona que coloca su fortaleza
en el Nombre Sagrado perdura para siempre.
Otra explicación de: “Y Elo-him
habló”: este es el decreto de Din/Juicio, pues el Nombre Elo-him es juicio, es
decir, Maljút. “Y le dijo: Yo soy el Señor”. Hay un grado distinto, es decir,
Zéër Anpín (ZA), que es Rajamim/Misericordia, y ahí todo está conectado y
unido, el Juicio y la Misericordia unidos, que es el gran Todo. Este es el
significado de: “Y le dijo a él: 'Yo soy el Señor'”, que es el atributo de la
misericordia. Rabbí Shimön dijo: si estuviera escrito: “Y Elo-hím dijo a Moshé:
'Yo soy el Señor'”, diría que para él, el juicio y la misericordia estaban
unidos. Pero no está escrito así. En su lugar primero está escrito: “Y Elo-hím
habló a Moshe”, y luego: “Y le dijo: 'Yo soy Di-s”, lo cual significa que están
en un grado posterior a otro grado en lugar del Juicio y la Misericordia unidos.
(Zóhar, Vaerá 1:7, 11)
La mayoría de personas están en
algún lugar intermedio. A veces, necesitamos misericordia, mientras que otras
veces, necesitamos juicio. En realidad, la elección es nuestra, y dicha
elección depende de nuestras acciones y nuestra conciencia. Si en el nivel de
nuestra alma necesitamos y queremos que se ejerza presión sobre nosotros porque
no estamos haciendo lo que se supone que deberíamos estar haciendo, entonces
elegiremos el juicio. Pero si después de luchar y sufrir necesitamos el amor y
la amabilidad Divinos, podemos elegir recibir misericordia del Creador.
Así pues, cuando entendemos
realmente lo que sucede en nuestras vidas, no decimos: “¿Cómo pudo hacerme esto
el Creador?”, porque en el sentido más real, nos hacemos “esto” a nosotros
mismos; refiriéndose “esto” a las elecciones que hacemos. El Báäl Shem Tov
(Rabbí Israel ben Eliëzer, 1698-1760 e.c) dijo que el Creador siempre está
enojado con nosotros por la negatividad que hay en nosotros, pero al mismo
tiempo el Creador nos ama por todo lo bueno que hacemos. Ambos elementos -la
capacidad para la negatividad y la capacidad para lo bueno- están presentes en
cada uno de nosotros; es nuestra conciencia la que atrae del Creador la fuerza
del juicio o la fuerza de la misericordia. Lo que recibimos del Creador depende
de nuestras elecciones y las acciones que llevamos a cabo. Nosotros
determinamos la conexión, así que necesitamos preguntarnos a nosotros mismos,
puesto que tenemos libre albedrío, por qué continuamos haciendo las elecciones
que hacemos.
Cuando leemos el Zóhar cada día,
aunque sólo sea durante unos minutos, estamos usando las herramientas que Rabbí
Shimön bar Iojai nos dio para hacer una conexión positiva. La Luz que se revela
en tan sólo cinco minutos de Zóhar nos conectará con el aspecto misericordioso
del Creador. Al mismo tiempo, debemos recordar que el Báäl Shém Tóv dijo: “Si
una persona que reza abandona la sinagoga siendo la misma persona que entró, es
como si esa persona no hubiera rezado en absoluto”. Lo mismo sucede con el
estudio del Zóhar. Necesitamos abrirnos a la Luz para que pueda ayudarnos en
nuestra transformación, tal como está escrito:
“PITJI-LI - Ábreme” (Shir HaShirim/Cantar
de los cantares 5:2) significa ábreme una abertura tan pequeña como el ojo de
una aguja, y Yo abriré para ti las Puertas Celestiales”
(Zóhar, Emor 24:129)
“VELÓ SHAMEÜ EL-MOSHÉ
MIKKÓTZER RÚAJ UMEÄVODÁ KASHÁ - Pero ellos no escucharon a Moisés a
causa de la congoja de espíritu y de la dura servidumbre” (Shemót/Éxodo 6:9).
Debemos preguntarnos por qué el
pueblo, que ciertamente conocía a Moshé y conocía todos los milagros que había
realizado, no le escuchó. Las Escrituras parecen sugerir que se debe a que
estaban demasiado ocupados trabajando.
“Pero ellos no escucharon a Moshé a
causa de la congoja de espíritu y de la dura servidumbre” (Shemót/Éxodo 6:9). él
pregunta, ¿qué es “congoja de espíritu”? Rabbí Iehudá dijo, “Ellos no
descansaron de sus tareas y no recuperaron el aliento suficiente. Rabbí Shimön
dijo que “congoja de espíritu” significa que el Jubileo todavía no estaba
liberado, que es Biná, para darles descanso y libertad, y el último espíritu, que
es Maljút, no había gobernado todavía en el mundo para implantar solo leyes en
el mundo. Por lo tanto, había congoja de espíritu. ¿Qué espíritu es éste? Es el
último espíritu que mencionamos, que es Maljút, quien estaba demasiado
desamparado para salvar a Israel, lo cual es el significado de “congoja de
espíritu”.
(Zóhar, Vaerá 6:65)
Esto parece demasiado difícil de
entender, pero en realidad lo hacemos todo el tiempo. El “trabajo” es a menudo
nuestra excusa para no leer el Zóhar, para no formar parte de una conexión con
la Luz del Creador, o para no “escuchar a Moshé” en las muchas formas en las
que continúa hablándonos a cada momento. De todas formas, dado que sabemos que
el propósito verdadero de nuestro trabajo es fortalecer nuestra conexión con el
Creador, ¿por qué no dejamos a un lado nuestro trabajo mundano y prestamos
atención?
La respuesta se halla en la
siguiente historia: había una vez un rey que estaba muy enfermo. El rey dijo
que a la persona que pudiera curarle se le concederían dos horas en la tesorería
real para tomar todo el oro, los diamantes y los rubíes que pudiera recopilar
en ese periodo de tiempo. Uno de los consejeros del rey curó al rey. Aunque el
rey estaba completamente curado, naturalmente no quería compartir su tesoro con
nadie, así que ingenió un plan para frustrar el plan al consejero. Sabiendo que
este consejero en particular era un apasionado de la música, el rey contrató a
cien de los mejores músicos de su reino para que tocaran dentro de la tesorería
mientras el consejero estaba recopilando su fortuna.
Cuando el consejero empezó a
recopilar su recompensa, se distrajo con aquella hermosa música. Decidió
tomarse unos minutos para sentarse y escuchar; después de todo, tenía dos horas.
Pero cada vez que el consejero se daba cuenta de que sus bolsas estaban todavía
vacías y que sería mejor empezar a llenarlas, la música sonaba más alto o se
introducía un nuevo instrumento, y entonces volvía a distraerse.
Finalmente, con toda su fuerza de
voluntad, intentó apartarse de aquella música y empezó a recolectar su tesoro.
Pero justo cuando su mano se cerró, envolviendo la primera pieza de oro, uno de
los soldados del rey lo tomó de su cintura y dijo: “¡tu tiempo ha finalizado!”.
En nuestras vidas, nos distraemos
como lo hizo el consejero del rey. Cuando empezamos a enfocarnos en el
propósito verdadero de nuestras vidas, Satán -nuestro principal Oponente -distrae
nuestra atención. La única forma de derrotar a Satán en este juego es, en
primer lugar, no darle espacio para entrar. Se necesita un trabajo y un
esfuerzo constantes: no podemos dejar pasar un solo día sin leer o escanear el
Zóhar, ni ningún día sin dar y compartir. No puede existir una conexión de
“freno y avance” con la Luz del Creador. Nuestro esfuerzo debe ser diligente y
consistente.
El Satán es como un huésped que pide
quedarse a pasar la noche. Después de que el anfitrión accede, Satán menciona
que no tiene trabajo. Así pues, el anfitrión le da un trabajo. En poco tiempo,
Satán no sólo es socio en la compañía, sino que también se ha apoderado de la
casa. La única forma de detener a Satán es no dejándole entrar, porque al
principio Satán es un invitado, pero al final acaba convirtiéndose en el dueño
de la casa.
LA LECCIÓN DE VAERÁ
Hay un refrán que dice: “Si no sabes
adónde vas, nunca llegarás”, y otro que dice: “Si no sabes adónde vas, no
encontrarás ningún camino que te lleve a allí”. Esto puede aplicarse a nuestro
trabajo espiritual. Sin dirección, siempre estaremos perdidos. Y con cada paso
que demos, el Satán intentará que retrocedamos cuatro pasos hacia atrás. La
lección es que debemos enfocarnos en el objetivo de nuestra transformación -la conexión
con la Luz del Creador -a cada minuto de cada día.
Las Diez Plagas de Egipto que
tuvieron lugar en esta Parashá representan los diez niveles de la negatividad
del Satán. Cuando leemos acerca de las plagas y escuchamos las frases en la
lengua hebrea original, somos inoculados con un antídoto espiritual que nos
ayuda a vencer a esas fuerzas negativas.
Y el secreto de la materia es que
todas las diez señales que realizó HaKadósh Barúj Hú/El Santo, Bendito Sea Él,
se originaron en la mano fuerte, que es Guevurá, y esta mano fue más poderosa
que todos los niveles de su dominio con el fin de confundirlos. Ellos no sabían
qué hacer para ser salvados. Cuando los niveles intentaron hacer algo, fue
obvio para todos que no podían hacer nada para ser salvados de las plagas a
causa de la mano fuerte que descansaba sobre ellos.
(Zóhar, Vaerá 17:145)
Mientras estuvieron en Egipto, el
estado de la conciencia del pueblo había descendido a la 49 Puerta de
Negatividad; la 50 Puerta es un nivel del cual no hay retorno. El alcance de la
esclavitud interna de la gente era tal que sólo el Creador Mismo podía
liberarlos. Ni los ángeles ni los emisarios, ni siquiera las emanaciones de la
Luz del Creador, necesitaban la totalidad de la Luz del Creador, el equivalente
espiritual de una explosión, para liberarles de sus cadenas espirituales.
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