SHEM 15 - VISIÓN DE LARGO ALCANCE - HE RESH IUD

SHEM 15 - VISIÓN DE LARGO ALCANCE - הרי

 

Vocalización: HeRI (Moshé Kordovero); He/Re/Io (A. Abbulaäfia)

 

Valor numérico: 215

 

Ángel portador del Nombre: Hari´el 246

 

“He aquí que así será bendecido el hombre que teme a HaShem” (Tehil´lim/Salmos 128:4)

 

“Y ha sido HaShem para mí por baluarte y mi Di-s por roca de mi refugio” (Tehil´lim 94:22)

 

Significado: Guimmatriiot: He-Resh-Iud = 215 = Adir (poderoso, fuerte, gobernante: uno de los títulos de Di-s), Kelippá (cáscara, nombre genérico de las fuerzas de la negatividad), Zaraj (lucir, brillar, salir el sol). Hari´el = 246 = Gavri´el, Midbar (desierto, palabra, habla, atrio de los gentiles), Medabber (portavoz, el que habla), Maré (visión, semblante, figura), Pasuk (versículo bíblico), Rom (altura, elevación).

 

Por otra parte, He-Resh-Iud, pronunciado Haré, significa literalmente ¡Mirad! ¡Contemplad! Aquí está, he aquí. Pronunciado Harí significa aspecto, apariencia. Este Nombre irradia la energía de Hod de Jojmá, la sabiduría como intelecto y voluntad. Cabe esperar un despliegue de posibilidades mentales en el punto semilla en que todas ellas convergen como arte, ciencia y espiritualidad, es decir, en el punto en que razón y emoción se unen en una unidad de tipo superior que las engloba y trasciende, de forma que el conocimiento es tanto amor puro como claridad mental, y además es voluntad que encuentra el camino lógico para expresarse como arte, ciencia o religión. Hari´el es un ángel de visión. Se trata de una visión de largo alcance que es además previsión. Gracias a su intuición y a su agudeza mental podemos prever todas las consecuencias de nuestros actos a largo plazo – consecuencias para nosotros y para los demás – el principio de causa y efecto de forma global en acción. Como dice el Talmud: ¿Quién es sabio? El que conoce las consecuencias de los actos. Gracias a este ángel podemos saber si una decisión nuestra aparentemente bien fundada nos va a traer consecuencias negativas, simplemente porque estaba fundamentada en un plano de ilusión. También a la inversa: si una situación aparentemente problemática, correctamente enfrentada, encierra en sí una gran bendición para nosotros. 

 

Hari´el descorre los velos de ilusión que nublan nuestra vista, tanto en relación a la vida práctica como respecto a las realidades interiores, espirituales. En ese sentido, es una guía inmejorable en las prácticas de meditación. Nos enseña a aquietar nuestra mente, a llegar hasta el fondo de nuestro pensamiento, a romper las cáscaras que impiden nuestra visión, a morar en el plano abstracto del silencio hablante. También nos explica el sentido de las visiones. Como Gavri´el, es el portavoz, el que habla, el que nos trae los mensajes de lo Alto. Como en la experiencia de Moshé en el episodio de la zarza ardiente:

 

“VAIINHAG  ET-HATZTZON  AJAR  HAMMIDBAR  VAIIAVÓ  EL-HAR  HAELO-HIM  JOREVA - Y llevó las ovejas detrás del desierto y llegó al monte de Di-s, el Joreb” (Shemot 3:1)

 

Ahora bien, la palabra “oveja” en hebreo, Tzon - Tzadi, Álef, Nun – se considera un acróstico de: Tzeruf (permutación, una técnica de meditación cabalística), Otiiiot (que empieza por Álef y significa letras) y Nekuddot (puntos vocálicos, tal como se escriben las vocales en hebreo). Por otra parte, la palabra “desierto”, Midbar, tiene la misma raíz que Dabar, palabra (Aní Medabber, significa, por ejemplo, yo hablo).

 

Nos está diciendo que Moshé, en su meditación, condujo su mente más allá de la palabra (midbar) o pensamiento verbal, es decir, hasta el fondo de su pensamiento, llegando al monte de Di-s, el lugar de la visión. Monte es Har (He-Resh). Hari puede interpretarse como el Monte de Iud. Y Hari´el puede leerse como el monte de Di-s (o mi monte de Di-s). También se puede analizar como: ¡Mirad! ¡Contemplad! He aquí (Harei) Di-s (E´l). Es decir, más allá de la Kelippá o cáscara de nuestra mente.

 

Hari´el es también un guardián y un protector. Sobre todo nos protege de la crítica destructiva y de los pensamientos negativos, tanto propios como ajenos. A veces nos obsesionamos con cosas o caminos que no nos llevan a ningún lado. Hari´el nos ayuda a purificar nuestra mente, de forma que nuestros pensamientos estén en armonía con nuestro fin deseado, el objetivo espiritual. Dice el Talmud: ¿Quién es sabio? El que se conforma con su parte. Al no estar en sentimiento de ausencia, ningún mal puede penetrar en él.

 

Ampliación:

 

También en la visión de Iejezkel/Ezequiel tenemos alusiones a que la técnica usada tiene que ver con las letras y sus permutaciones. La visión trata de la ‘Merkavá’ (“la carroza divina”); meRKaVá, palabra que en hebreo viene de la raíz RKB, Rajav, que significa montar, cabalgar. Resh-Jaf-Bet = 200-20-2. La visión tiene lugar en las aguas del río KeBaR. Los seres angélicos son descritos en otro lugar como KeRuBim (manifestaciones kerúbicas de las Jaiiot). Estos pronuncian la BeRaJá, BeRaKa: BaRuJ (K) Kevod HaShem Mimmekomó: Bendita sea la Gloria del Señor desde su lugar. [Nos quedan dos permutaciones: RBK, raíz que significa estar bien mezclado – un buen eufemismo para meditar correctamente – y BKR, raíz que significa producir fruto temprano y ser investido con la primogenitura, es decir, con la conexión y la capacidad de trasmitirla. Es además el orden numérico 2-20-200 y constituye la segunda cámara del llamado AIK BeKeR, una de las técnicas de temurá o sustitución de letras]. Esto es un ejemplo de ‘Tzeruf’ (“permutación”).  

 

En la meditación, Iejezkel (Ezequiel) también tiene que ir más allá: Cuando Ezequiel tiene su visión se halla en el plano del alma (su self, su Tiféret). Al principio (1er versículo) se hallaba en el lugar del ego: “yo estaba entre los cautivos en el río Kevar (mirando en meditación sobre las aguas de Iesod) y los cielos fueron abiertos y vi visiones de Elo-him”. En el versículo 3 ha realizado ya el tránsito, y entonces: “vino la palabra de HaVaIáH expresamente a Ezequiel... y la mano (iad o letra iud de Jojmá) de HaShem fue sobre él”. En el versículo cuatro su meditación atraviesa en sucesión las barreras de la Kelippá (los velos de negatividad u oscuridad que bloquean al alma y la impiden acceder directamente a su naturaleza superior divina: el ‘RÚAJ SEÄRÁ’ (“viento huracanado”), o sea, la agitación de la mente. El ‘ÄNÁN GADOL’ (“la gran nube”) la opacidad mental/emocional. El ‘ESH MITLAKKÁJAT’ (“el fuego refulgente”), la energía del deseo, y por último, ‘NÓGA’ (“el resplandor”), el brillo de la conciencia. Una vez traspasado el ‘Jashmal’ (“el silencio hablante, la voz del silencio”) equivalente a la ‘Kol Demamá’ (“voz silenciosa”) del profeta Eliiiahu (Elías) en el monte Jorev, el ‘Tehom’ (“abismo”) que separa la conciencia humana de la conciencia divina, empieza la visión propiamente dicha.

 

En el libro ‘Shaäré Tzédek’ (“Las Puertas de la Justicia”), el autor Rabbí Shem Tov sefardí, supuesto discípulo directo de Avraham Abbulaäfia, dice: (una vez que las operaciones con las letras han terminado): “Necesitas (entonces) meditar en la esencia de tu propio pensamiento y extraer su habla (o palabra) tanto si está moldeada en una forma o desatada de toda forma... Ahora, en este proceso de exteriorización del habla del pensamiento, la persona se involucra con su propia esencia tanto que escapa al dominio de su propio intelecto natural. E incluso si desea dejar de pensar no puede hacerlo. Se procede por grados: inicialmente a través de la escritura y el lenguaje, luego a través de la boca, que significa dar forma. Cuando se abandona su dominio, es necesario un esfuerzo suplementario, que consiste en la exteriorización hacia afuera de su lugar natural, por grados, hasta que se llega a un cierto nivel en el que quisieras impedir el pensamiento verbal, pero ya no tienes la capacidad de hacerlo.

Entonces, si tienes la habilidad de empujar y exteriorizar, irás más y más desde las profundidades interiores hacia el exterior, y darás forma a través de la facultad imaginativa purificada, en la semejanza de un espejo transparente. Esta es la espada llameante que giraba a todos lados, mediante la cual lo que está detrás pasa a primer plano y lo de delante revertirá su ser. Entonces verás la esencia interna en el exterior, igual que con los Urim y Tummim...etc.”

 

Dice Abbuláäfia: “El Mundo Futuro es el intelecto, que es la fuente de toda Sabiduría, Entendimiento y Conocimiento, emanando del Rey de Reyes, el Santo, Bendito sea... Tu mente debe entonces venir a unirse con su Mente, que es lo que te da el poder de pensar. Tu mente debe desvestirse de todo otro pensamiento que no sea su Pensamiento. Este se torna como un socio, uniéndote a Él mediante su Nombre glorioso y temible”.

 

Una palabra de advertencia de Shem Tov (explicando por qué a pesar de recitar y vocalizar los Nombres, a veces estos no actúan): “...Lo último está relacionado con el hecho de que después de que nuestro propio pensamiento se ha separado de nuestro propio dominio, la ayuda divina, que viene de Metatrón, el Príncipe del Rostro, podría no alcanzar impactar con él. [Nota: Siempre se requiere la ayuda divina. Esto no es un proceso automático. Y menos que podamos controlar. De ahí que las prácticas de meditación avanzada deban siempre hacerse en estado de conexión y santidad constantes.]... Por tanto, si su pensamiento sale y la ayuda divina no lo acompaña, desde que de acuerdo con su naturaleza no podrá volver atrás, será abandonado al peligro constituido por demonios, diablos y espíritus malignos [podrá tener poderosas visiones y alucinaciones que no podrá controlar]. A lo mismo se refiere aquello respecto a ese hombre que miró y fue golpeado, es decir, enloqueció [Se refiere al episodio de los 4 rabinos que entraron en el Pardés]. De hecho hay cuatro medidas: el hombre que echa una mirada y muere a causa de la luz divina que atrae la luz del néfesh, en su extrema debilidad comparada con aquella; el que se vuelve loco, y el que corta las plantas [apostata] pensando que hay 2 poderes y que no hay ley ni juez. Finalmente, está el que entra y sale de allí sin daños, gracias a la ayuda de Metatrón para entrar y de Sandalfón para salir.”

 

Se dice que sólo Rabbí Äkivá – el cuarto aludido – fue capaz de integrar las potentes experiencias espirituales con su vida cotidiana, de ahí que pudiera entrar y salir en paz. Pues el trabajo de la Merkavá – la trasformación de la propia alma en un vehículo de esa Presencia espiritual que hemos definido como el arquetipo Divino – es la actualización de la Presencia en el centro de nuestro self e irradiando en todos los aspectos de nuestra vida. De ahí que se diga que los Patriarcas son la Merkavá. Para ello, el foco de la mente debe estar siempre en lo Divino. La clave de la conexión es el pensamiento, la atención consciente. En palabras de Avraham Abbulaäfia, uno de los principales exponentes de la cábala profética: “El Mundo Futuro es el intelecto, que es la fuente de toda Sabiduría, Entendimiento y Conocimiento, emanando del Rey de Reyes, el Santo, Bendito sea... Tu mente debe entonces venir a unirse con su Mente, que es lo que te da el poder de pensar. Tu mente debe desvestirse de todo otro pensamiento que no sea su Pensamiento. Este se torna como un socio, uniéndote a Él mediante su Nombre glorioso y temible”.

 

También dice Maimónides, el Rambam, en su Guía de los Perplejos, Parte III Cap. 51 (tras establecer cómo el sentido continuo de estar en la Presencia de Di-s es el verdadero servicio al que tienden las prácticas religiosas: la lectura de la Torá, la oración, la observancia de los preceptos; de modo que uno esté ocupado en Él, en vez de en lo que no es Él): “Y está el individuo que, por su percepción de las verdaderas realidades y su gozo en lo aprehendido, alcanza un estado en el que habla con la gente y se ocupa de sus necesidades corporales mientras que su intelecto está completamente vuelto hacia Él, sea por siempre exaltado, de modo que en su corazón está siempre en su Presencia, sea Él por siempre exaltado, al tiempo que externamente se halla con la gente, tal como describen las poéticas parábolas que han sido inventadas para describir esas nociones: ‘Yo dormía, pero mi corazón velaba; es la voz del amado que llama...’(Shir HaShirim/Cantar de los Cantares 5:2), y así sucesivamente. No digo que éste sea el rango de todos los profetas, pero sí el de Moshé Rabbenu, de quien se dice: ‘Moshé se acercará solo a IHV´H, mas ellos no se acercarán ni subirá el pueblo con él’ (Shemot 24:2); y también: ‘Moshé permaneció allí con IHV´H’ (Shemót/Éxodo 34:28); asimismo: ‘Tú, empero, quédate aquí conmigo [dice IHV´H]’ (Shemot 5:31)... Este también fue el rango de los Patriarcas, cuya proximidad a Él, sea por siempre exaltado, es que su Nombre fue conocido en el mundo por ellos: ‘El Di-s de Avraham, el Di-s de Itzjak, el Di-s de Iaäkov ...; éste es mi Nombre para siempre’ (Shemot 3:15). A causa de la unión de sus intelectos mediante la aprehensión de Él, resultó que Él hizo una alianza perdurable con cada uno de ellos.”

 

Porque la Devekut (Adhesión) o experiencia mística no es un estado de abandono o de pérdida de sí en el infinito seno de la Deidad. Tal como nos ha descrito antes Rambam, es un estado de continuo estar con Di-s en mente y en voluntad que, si bien conlleva el éxtasis, es también actualizado en la vida cotidiana. Como también corrobora Rabbí Moshé ben Najmán (el Rambán, Najmánides de Gerona; siglo 13):

 

“Los pensamientos de los Patriarcas no estaban separados ni un instante de la Luz Divina. En todas sus actividades físicas el foco de su mente estaba centrado en Di-s. Ni aun durante el tiempo en que se unían sexualmente a sus mujeres estaban separados sus pensamientos de esa adhesión a lo Divino.” “Una persona debe mantener constantemente en su conciencia a Di-s y su amor. No debe separar sus pensamientos de Él cuando viaja por el camino, ni cuando se acuesta, ni cuando se levanta. Hasta alcanzar el grado espiritual en que, cuando habla con la gente, habla sólo con la boca pero su conciencia no está con los otros, sino en la Presencia de Di-s. Para los que alcanzan este grado espiritual es posible que, estando aún vivos, se hallen sumidos en los brazos de la vida eterna. Pues se han hecho morada de la Presencia Divina”.


DONAR - TZEDAKÁ



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