LA VITALIDAD DIVINA

LA VITALIDAD DIVINA

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

Tehil´lim 17:14b:

 

UTZEFUNEJÁ  TEMAL´LÉ  BITNAM  ISBEÜ  VANIM  VEHINNIJU  ITRAM  LEÖLELEHEM

 

“Y cuyo vientre está lleno de tu tesoro: sacian a sus hijos, y dejan el resto a su familia”.

 

Evite mirar cosas materiales que sean atractivas. Cuánto más, evita contemplar la belleza de las mujeres para satisfacer tu deseo. Porque ese tipo de mirada es adoración a uno mismo, que es como adorar la idolatría. Además, ese pensamiento conduce, ‘Jas VeShalom’ (“Di-s no lo quiera”), al pecado nocturno. Así añadirás fuerza a la ‘Kelippá’ (“fuerza del mal”), impregnándola.

 

Este es el significado de ‘Tzefunejá’ (“de tu tesoro”), es decir, aquello que ‘Tzofé’ (“observas”) por tu bien, como la belleza de una mujer. Al buscar la autocomplacencia añades poder a la Kelippá.

 

Además, si esto se hace antes de concebir un hijo, el niño quedará arraigado en el poder de las ‘Kelippot’ (“fuerzas del mal”), ‘Jas VeShalom’. Esto concuerda con la enseñanza del Arí (Rabbí Itzjak Luria), ‘Zijronó Livrajá’ (“de bendita memoria”), sobre el versículo de Shemot/Éxodo 20:12: “Honra a tu padre y a tu madre”, que “incluye a tu hermano mayor”. La razón es que el hermano mayor es como la rama más grande de un árbol, que produce una rama adicional. Así encontramos que la rama que sale de la primera rama obtiene su vitalidad de la primera rama. Así, el hermano menor obtiene su vitalidad del hermano mayor.

 

En consecuencia, si durante la concepción, la fuerza principal de uno está invertida en las Kelippot, y posteriormente nace un niño de ésta, entonces las Kelippot se comparan con el primer hijo, por así decirlo, y el niño que nace es secundario a ellas y obtiene de ellas su vitalidad. En otras palabras, al hacerlo, inviertes tu fuerza primaria en las Kelippot, mientras que el niño que nace es simplemente un ‘Itrón’ (“plus”) a ella. Esto, entonces, explica la continuación del versículo: “VEHINNIJU  ITRAM  LEÖLELEHEM - y dejan el resto a su familia”.

 

En cambio, lo siguiente es cómo debes conducir tu facultad de la vista: si sin darte cuenta ves a una mujer hermosa, contempla para ti mismo: “¿De dónde viene su belleza? Si fuera un cadáver, su rostro no sería hermoso, sino todo lo contrario. Siendo así, su belleza no es la suya, sino que lo que le da belleza de forma y tez, es la vitalidad Divina que la vivifica. Claramente, la raíz de su belleza es la vitalidad Divina. ¿Por qué entonces debería sentirme atraído por lo que es secundario? Es mejor adherirse a la raíz y fuente de todos los ‘Ölamot’ (Mundos), es decir, Aquel que es la fuente de toda belleza y de Quien toda belleza se encuentra, ‘HKBH’ (El Santo, Bendito Sea)”.

 

Lo mismo se aplica al ver cualquier objeto bello. Contempla para ti mismo: “¿De dónde viene la hermosa forma de esta cosa? Ciertamente, su ‘Jomer’ (“materia”) es escoria, y su hermosa ‘Tzurá’ (“forma”) proviene de la vitalidad espiritual invertida en ella, que es, una porción Divina de Arriba.  Porque, en realidad, la vitalidad de todas las cosas físicas es la “porción Divina de Arriba”.

 

Asimismo, cuando comas, debes contemplar que, “el sabor y la dulzura de este alimento proviene del poder de la vitalidad y la dulzura de Arriba, que lo vitaliza. Incluso un objeto inanimado tiene vitalidad, como está claro que incluso los objetos inanimados se mantienen en su existencia”. Así encontramos que cada lugar y cada cosa contiene vitalidad Divina desde Arriba.

 

Si observas el Mundo de esta manera, notarás que, al hacerlo, en realidad estás viendo con tu intelecto, y que todo lo que ves es para servir a ‘HKBH’, a través de la contemplación de esta vista. Esta es entonces una forma beneficiosa de anular el poder de los ‘Majshavot Zarot’ (“pensamientos extraños”).

 

Si piensas de esta manera durante el día, entonces: “Lo que uno piensa durante el día ascenderá a sus pensamientos mientras duerme y sueña”. Así, al hacerlo, merecerás contemplar la vitalidad real de las cosas físicas que viste, mientras sueñas. Porque durante el día, aunque contemplas el aspecto espiritual de lo que ves, solo ves el físico. Sin embargo, en un sueño, ves el aspecto espiritual mismo, despojado de su vestimenta externa.

 

La razón es que el término para soñar, חלום ‘Jalom’ tiene la misma raíz que la frase עתים חלים ‘Ïttim Jalim’ (“a veces fuerte”), y es un término de fuerza. Esto se debe a que durante el día, la vitalidad Divina que nos ha conferido es débil, ya que está ligada a la fisicalidad del cuerpo. Por lo tanto, no puedes ver la vitalidad espiritual de las cosas físicas. Por la noche, sin embargo, la vitalidad espiritual se difunde desde su limitación en el cuerpo y la vitalidad es fuerte. Entonces podrás ver la vitalidad misma.

 

Así, entrenándose a pensar de esta manera, una persona puede incluso alcanzar un nivel de ‘Nevuá’ (“profecía”). Así está escrito de todos los profetas que “les habló en sueños” (Bamidbar/Números 12:6), excepto ‘Moshé Rabbenu, Älav HaShalom’ (“Nuestro maestro Moisés, la paz sea con él”), que fue capaz de percibir la fuerza vital de la materia física incluso estando despierto.

 

Acerca de esto, el rey David, Älav HaShalom, continuó el Tehil´lim 17:15: “ANÍ  BETZÉDEK  EJEZÉ  FANEJA  ESBEÄ  BEHAKITZ  TEMUNATEJA - Yo en justicia veré Tu rostro; seré saciado cuando despertaré a Tu semejanza”. Es decir, la visión de פניך ‘Paneja’ (“Tu rostro”) refiriéndose al aspecto פנים ‘Panim’ (“interior”) es de noche. El término אחזה ‘Ejezé’ (“veré”) se refiere a חזיון לילה ‘Jezión Láila’ (“visión nocturna”).

 

Ahora bien, ¿cómo es esto posible? Porque: “ESBEÄ  BEHAKITZ  TEMUNATEJA - Seré saciado cuando despertaré a Tu semejanza”. La palabra ‘TEMUNATEJA’ (“Tu semejanza”) se refiere a ‘Tzurá’ (“la forma interna”). En otras palabras, “Cuando miro las cosas físicas, no miro sólo su fisicalidad, sino que, con el ojo de mi mente, miro su imagen interna, es decir, su forma y fuerza vital, son “de Ti”, y Él está investido de esa materia.

 

Este entonces, es el significado del versículo de Kohélet/Eclesiastés 2:14: “Los ojos del sabio están en su ‘Rosh’ (cabeza)”, es decir, que el hombre sabio mira la cabeza de una cosa, es decir, su ראש ‘Rosh’ (“comienzo”). En otras palabras, ve su espiritualidad y vitalidad. Acerca de esto está dicho (Tehil´lim 119:160): “El ‘Rosh’ (“principio”) de Tu palabra es la misma Verdad” y (Divré HaiIamim Álef/1ª Crónicas 29:11) “Tú eres exaltado como ‘Rosh’ (“cabeza”) sobre todo”, lo que el Zóhar interpreta como: “Tú eres ‘Reshá DeJol Reshín’ (“el Comienzo de todos los comienzos”).

 

Todo lo que veas, recuerda HaShem. Si ves algo masculino, recuerda el Nombre Singular de יהו"ה ‘HaVaIáH’, Bendito Sea Él, que es el aspecto de ‘Ahavá’ (Amor). Si ves algo femenino, recuerda el Nombre אדנ"י ‘Ado-nai’ (“Mi Señor”), Bendito Sea Él, que es el aspecto de ‘Irá’ (“Temor”).

 

“Quien contempla la belleza de una mujer durante el día tendrá pensamientos lujuriosos por la noche, y si trae ese pensamiento sobre sí mismo, violará la prohibición de “no hacerte dioses de fundición” (Vaiikrá/Levítico 19:4) (Zóhar 3:84a).

 

Los hijos que uno engendra bajo la influencia de esos pensamientos “son llamados ‘elohé massejá’ (“dioses de fundición”); por eso está escrito: “No os volváis a los ídolos, ni hagáis para vosotros dioses de fundición”.

 

La mente del ‘Jajam’ (sabio) está enfocada en el ‘Rosh’ (“cabeza”) o realidad verdadera, es decir, la espiritualidad y fuerza vital de todo, en contraposición a la apariencia externa. El ‘Rosh’ hace referencia a la Shejiná, la Inmanencia Divina.

 

De la Sefirá suprema de Kéter es de donde derivan todas las demás ‘Reshín’ (“cabezas”), es decir, las emanaciones Divinas que constituyen la esencia, la espiritualidad y la fuerza vital de todo.

 

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