ÉL Y YO

ÉL Y YO

 

Por Kabbalah y Torah en Expansión

 

‘Gavehut Rúaj’ (“la arrogancia”), incluso el más mínimo pensamiento sobre ello, es un asunto muy grave, porque todos los motivos egoístas surgen de la arrogancia. Dado que cada pensamiento es una estatura completa, los pensamientos arrogantes causan una gran mancha Arriba, y a través de la arrogancia uno aleja la manifestación de la ‘Shejiná’ (Presencia Divina). Esto es como está dicho (Kohélet/Proverbios 16:5):

 

“Abominación a HaShem es todo el que es ‘Guevah-Lev’ (altivo de corazón)”.

 

Generalmente uno debe elegir el camino intermedio. En cuanto al orgullo y la ira, sin embargo, hay que alejarse al máximo de ellos. Estos dos rasgos equivalen a ‘Ävodá Zará’ (“idolatría”). El orgullo positivo comentado en el ‘Limmud’ (“estudio”) anterior no contradice este principio: no es personalizado, es decir, no es una cuestión de autoestima, sino exclusivamente para la gloria de HaShem.

 

En ese sentido, el Báál Shem Tov enseña que “el orgullo purifica a los contaminados y contamina a los puros”: Un falso sentido de humildad, pensar para ti mismo “no soy apto para acercarme a HaShem”, contamina, porque te impide cumplimiento de tus obligaciones. Es superado (eres purificado) por el orgullo de que “su corazón estaba orgulloso de los caminos de HaShem”. En cambio, el aparentemente puro que cumple con sus obligaciones está contaminado por su orgullo, por la autosatisfacción y la autoestima en su servicio a HaShem.

 

Es sabido que “cada Letra es un mundo completo, que contiene “Ölamot-Neshamot-Elohut’ (“Mundos, Almas y Divinidad”); y “cada Palabra es una estructura completa”. Esto se aplica también al pensamiento, pues el pensamiento se compone de Letras y Palabras. Por lo tanto, como estructura completa o autónoma, afecta a la totalidad de la realidad, incluidos los reinos espirituales.

 

“El Santo, Bendito Sea, declara de cualquiera con arrogancia: ‘Él y Yo no podemos habitar ambos en el mundo’; como se dice: GUEVAH-ËNAIM  URREJAV  LEVAV  OTÓ  LO  UJAL - Al altivo de ojos, y de corazón vanidoso, a éste no puedo sufrir” (Tehil´lim 101:5)” (Sotá 5a).

 

El orgullo es peor que el pecado flagrante: De todas las formas de pecado e impureza se dice “que permanece con ellos en medio de sus impurezas” (Vaiikrá/Levítico 16:16); es decir, “la Shejiná permanece entre ellos a pesar de su contaminación espiritual” (Iomá 56b). Sin embargo, de los orgullosos y arrogantes se dice: “Él y Yo no podemos habitar ambos en el mundo”.

 

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