viernes, 26 de agosto de 2016

SHEM 69 – PERDIDO Y ENCONTRADO - RESH ALEF HEI



SHEM 69 – PERDIDO Y ENCONTRADO  -  ראה

Vocalización: Reh (Moshé Cordovéro); Re/A/He (Abulafia)
 
Valor numérico: 206

Ángel portador del Nombre: Rohel. Valor numérico: 237

“Clamé con todo mi corazón; respóndeme, HaShem, y guardaré tus estatutos”.

(Tehilim/Salmos 119:145)

Significado: Tiferet de Yesod. Intuición. Ver claramente. Percepción directa de la verdad. Literalmente, Reh significa “ver” en hebreo. El nombre del ángel significa “la visión de Di-s” o “el vidente de Di-s” (Sabemos que E´l es un Nombre de Di-s). Por otra parte, Resh-Alef-Hei suma 206, lo mismo que Davar, que significa “palabra” y también “cosa, suceso, causa”. Según una técnica de guematria (valor numérico de las palabras) se permite añadir una unidad por el kolel (es decir para representar la palabra completa). Así, el valor 207 nos lleva a Or, que significa Luz. La Palabra-luz que es el arquetipo esencial de todas las cosas. Otra forma de decir la Sabiduría. En hebreo hay dos raíces lingüísticas fundamentales para decir palabra: Omer o Imráh y Davar. La primera es la palabra creativa que usa Elo-him en el relato de la creación. La segunda es la palabra arquetípica, espejo de la verdad de la cosa (usada por Y´HVH en la entrega de los diez mandamientos. Por supuesto, ambas son manifestaciones de la misma energía divina. Imráh = 246 = Midvar, palabra (también desierto, pero eso es otra cuestión). Esta visión directa de la esencia y de la verdad de las cosas es el nivel con el que nos conecta el Nombre Resh-Alef-Hei. 
Tiferet de Yesod es sol y luna, la luz solar reflejada en el espejo lunar. También sendero Tiferet-Yesod, gobernado por el ángel de la templanza: equilibrio de energías, equilibrio Yin-Yang, unión interior. El camino hacia el símismo. Del ángel Rohel se dice: perdido y encontrado. Se dice que ayuda a encontrar objetos perdidos. En realidad, lo principal que hemos perdido es nuestro camino a casa. Cuando estamos perdidos, confundidos, y no sabemos qué camino tomar, Rohel viene en nuestro auxilio, iluminando el camino a nuestra casa espiritual, a disfrutar de nuestro derecho de nacimiento, la parte de nuestra herencia, como hijos y no como siervos. Podemos contemplar la vida como un conjunto de sucesos fortuitos; podemos pensar que otras personas han tenido más suerte que nosotros. Nos falta la clara visión de la sabiduría: todo es el despliegue del Ser, y el Ser es el Uno, Y´HVH, en movimiento. Es el sol brillando en la superficie de las aguas. Nuestra propia luna es el espejo de nuestra personalidad. Nuestro sol es nuestro self, nuestro cuerpo causal, cuyo vértice inferior es el plano de la mente abstracta. Rohel nos dice: “No busques tu esencia en tus pensamientos (mente concreta), ni en el mundo emotivo del plano astral; búscala en tu propia luz interior – ¡oh hijo de la Luz, de la estirpe de las estrellas! – deja que brille desde dentro, y una vez encontrada permite que irradie al exterior, que ilumine al mundo. Su resplandor no tiene límites” (Alef-Vav-Resh, Aur/Or/Luz = 207 = Ein Sof, Infinito). “¿Qué temes perder? – tú que no eres de este mundo –. A lo mejor lo que has perdido es algo que tu mismo/a has rechazado en tu afán por llenar tu mundo egoico de cosas. Pero todo lo que es verdaderamente tuyo, todo lo que pertenece a tu self, retorna.”
Para conectar con este Nombre cultivar el estado de calma. Meditar en la naturaleza. Ubicarse en el punto cero de los propios procesos internos. Trascender los opuestos. Separarse del mundo de la personalidad. Desidentificarse. Contemplarse como un agregado psíquico con existencia relativa. Verse desde fuera. Una meditación de la Luz. Visualizar la letra Lamed (que tiene el significado de la aspiración del corazón hacia la Luz) como una Kaf (vasija) y una Vav (conexión). La letra Kaf está en el corazón. La letra Lamed es Yud con un trazo vertical. Esa Yud está en el centro de Keter, sobre la cabeza y el palo de la Vav llega como un canal hasta el corazón. La letra lamed se transforma así en una antena para conectarse y recibir la Luz. Sentir el corazón como una chispa de luz que se hace cada vez más brillante e irradia.


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