viernes, 5 de agosto de 2016

SHEM 50 - LO SUFICIENTE NUNCA ES SUFICIENTE - DALET NUN YUD



SHEM 50 - LO SUFICIENTE NUNCA ES SUFICIENTE  -  דני

Vocalización: Dani (Moshé Cordovéro); Da/Nu/Yo (A. Abulafia, vocal natural de cada letra).

Valor numérico: 64

Ángel portador del Nombre: Daniel. Valor numérico: 95

“Te alabaré, oh HaShem, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas”.
(Tehilim/Salmos 9:2)

“Clemente y compasivo es HaShem lento para la ira y grande en misericordia”.
(Tehilim/Salmos 145:8)

Significado: Biná de Netzaj: Victoria manifestándose mediante el Entendimiento (intelecto superior; inteligencia activa, creativa). Victoria a través de la comprensión de los problemas, las situaciones. Palabra que brota del entendimiento profundo. Palabra inspirada. Dalet-Nun-Yud = 64 (8 elevado al cuadrado = 4 elevado al cubo = 2 elevado a la sexta) = Nevuáh = profecía (por ejemplo, el profeta Daniel). Se dice que este Nombre confiere elocuencia y alto poder de convicción, pero hablando con elegancia y belleza. También implica una actitud mental decididamente positiva: nos da la energía y motivación para conseguir plenamente nuestro objetivo, un objetivo que entendemos que necesitamos verdaderamente. Primero, es esencial creer que es posible. La luz del Nombre y el influjo de su ángel nos ayudan a diferenciar lo posible de lo imposible. Significa que podremos dilucidar con mente clara cuál de nuestros sueños o aspiraciones es verdaderamente constructivo y posible de materializarse, frente a aquél o aquellos que son una pérdida de energía. Pero una vez visto el objetivo hay que perseguirlo hasta alcanzar el 100%, hasta la Victoria. El Nombre nos da la energía para ello. Normalmente si no alcanzamos es porque abandonamos, nos distraemos. El aspecto de juicio que el Nombre posee (Dan significa juicio) consiste en tener la concentración y persistencia necesarias. También la luz del Nombre nos da la capacidad de decisión, la inspiración para que los indecisos puedan determinarse. Respecto a la Nevuáh – profecía – citada antes, hay que tener en cuenta la luminosidad de este Nombre, representativo de la potencia formativa (Biná) de la luz astral (Netzaj). Y la profecía de Daniel se expresa fundamentalmente mediante imágenes y visiones. También 64 es el valor de Nógah, que es el nombre del planeta Venus (Netzaj) en hebreo  (correspondencia con letra Dalet, 1ª del Nombre) y del cielo briático de Netzaj, y que tiene el significado general de resplandor. El resplandor de la Luz, aunque no la Luz en sí. En la visión de Ezequiel aparece rodeando a la figura del Adám sobre el Trono, de sus lomos para abajo, mientras que de sus lomos para arriba se tiene la luz del Jashmal, el silencio hablante, que representa un nivel superior de profecía (y en la Biblia canónica judía el libro de Daniel no está incluido en los Profetas, sino en los llamados Ketuvim/Escritos, precisamente por eso, porque su profecía se expresa mediante visiones simbólicas que han de ser interpretadas). Directamente, el Nombre nos pone en conexión con lo Divino, nos abre sus puertas. Dálet significa Puerta. Nun es una letra de Biná (las 50 puertas del Entendimiento). Yud es una letra de Jojmá. Si se añade Alef, Keter, la conexión con el Espíritu omniabarcante, obtenemos el Nombre A-DoNaY.
El número de Daniel (95), es Malkáh, la Reina (Shejiná). Por tanto, conexión con los Supremos, pero manifestación o materialización en Maljut. También Podéh = 95 = Redentor, Libertador. Ninguna situación es definitiva. Todo puede ser perdonado. Y transformado. Mediante las aguas de la misericordia y la compasión. Perdón. Consuelo. Daniel = 95 = HaMaim = las aguas.  Porque Daniel literalmente significa el Juicio de Di-s. Pero se trata de un juicio cuya esencia es misericordia. Cuando, tras el pecado del becerro de oro (la ilusión existencial), Moshé pide conocer los designios divinos (Shemot/Éxodo 33:13), es decir, el funcionamiento interno de la Providencia (naturaleza de la profecía), Di-s le responde que no puede conocer su esencia, pero le manifiesta la acción divina en el mundo, regida por lo que se conoce como las trece medidas de la misericordia (Shemot/Éxodo 34:6-7): 
“Y´HVH descendió en la nube y estuvo allí con él y proclamó el Nombre de Y´HVH. Y pasó Y´HVH por delante de él y clamó:  Y´HVH Y´HVH E´L Rajúm VeJanún Érej Apáim VeRav-Jésed VeEmet Notzér-Jésed LaAlafím Nosé Avón VaFésha VeJatáah VeNakéh...
Y´HVH Y´HVH Di-s compasivo y gracioso, lento de iras y abundante en misericordia y verdad; mantiene la misericordia a los millares, perdona la maldad y la rebeldía y el pecado y limpia (absuelve)...” 
El mundo existe por la misericordia (pues su esencia es un regalo), pero precisa de la severidad (límites) para subsistir. Sin embargo, la propia aplicación del rigor es misericordia. Érej Apáim: Di-s es tardo en la cólera (necesaria según el principio de la acción y reacción) para dar ocasión al arrepentimiento (corrección, retorno). El juicio divino no es condenatorio, sino evaluatorio, encaminado a la corrección para llevar a todo por el sendero más sabio al cumplimiento del divino plan: el Pensamiento de la Creación de dar a todas las criaturas hasta el máximo de su capacidad. Frente al posible fatalismo de un Biná mal entendido, la victoria de Netzaj. Siempre hay esperanza. Todo puede ser corregido, rectificado, perdonado. Por encima del rigor del Juicio, está la Misericordia. Trabajos, entre otros, a realizar con la meditación de este Nombre:

1) Transmutar el juicio en misericordia mediante el entendimiento.
2) Irradiar la cualidad de la compasión asumiendo las trece midot.
3) Toma de decisiones. Fijar nuestros objetivos y perseguirlos.
4) Conectar con nuestro intelecto superior.   


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