jueves, 30 de junio de 2016

SHEM 17 - EL GRAN ESCAPE - LAMED ALEF VAV

SHEM 17 - EL GRAN ESCAPE  -  לאו

Vocalización: LEU (Moshé Kordovero); La/A/Va (A. Abbuláäfia).

Valor numérico: 37

Ángel portador del Nombre: Lauviá´h. Valor numérico: 52

“Alabad al Señor, invocad su Nombre; dad a conocer sus obras en los pueblos”. (Tehil´lím/Salmos 105:1)

Significado: Lámed-Álef-Vav canaliza la energía de Jojmá de Biná. Es, en sentido descendente, revelación y, en sentido ascendente, transcendencia de la forma. La luz de este Nombre nos libera siempre que nos sentimos encerrados, confinados, limitados; no por negación u oposición, sino por trascendencia. Problemas que no pueden ser solucionados deben ser trascendidos. Trascender significa integrar en una unidad de tipo superior. En particular, ¿quién nos ata?, ¿quién nos mantiene confinados en una prisión? No nuestras relaciones (sus demandas), nuestro trabajo y situación financiera, nuestra imagen y la imagen que damos, nuestras creencias, nuestra psique… Es nuestro modo exclusivamente egoico de funcionar y de percibir el mundo. No podemos simplemente anular el ego como no podemos suprimir el cuerpo. Sí lo podemos trascender, despertando a un modo de conciencia en el cual lo percibamos como un mecanismo, un instrumento, en vez de estar identificados con él y vivir para él.

La meditación de este Nombre nos abre a ese espacio de conciencia que es lo que llamamos nuestro self: la totalidad de nuestra psique y algo más, puesto que esta es la puerta hacia los niveles más profundos de nuestra identidad (o más bien ipseidad) llamados Iejidá, Chispa Divina, el Di-s Interior. Desbloqueando el ego mantenemos abierto el canal que nos conecta con nuestro Guía Interior en un camino de revelación creciente. 

Todo ello queda confirmado por las guematriót del Nombre (ya vistas en el Nombre similar nº 11): Lauviá´h = 52 = expansión del Tetragrama en Äsiá = Iúd-Vav-Dálet  Hé-Hé  Vav-Vav  Hé-Hé. También 52 es Ben = Hijo.

Por otra parte Lámed-Álef-Váv = 37 = Iejidá (Chispa Divina) = Hével = el Hálito Divino. Llamamos revelación a la manifestación de esta conciencia superior – la conciencia tipo Jojmá, directa, aformal, unitiva, global – ante la conciencia tipo Biná: lineal, conceptual, basada en la causa y el efecto y en las categorías mentales. Y esta revelación puede ser gradual y tener muchos niveles (y se dice, por ejemplo, que este ángel confiere sueños premonitorios o revelaciones durante el sueño) o ser repentina como un chispazo de inspiración (Jojmá) que fecunda y hace concebir a nuestra mente (Biná) un nuevo nivel de entendimiento profundo. En cualquier caso, el ángel Lauviá´h es un adalid de la verdad, que concede una gran claridad interior al tiempo que un gran equilibrio emocional, lo que nos ayuda a trascender las situaciones, a ver las cosas siempre desde una dimensión extra, desde otro punto de vista, con objetividad. Otra cualidad de Lauviá´h es el saber reformular (Jojmá) el saber ancestral (Biná), adaptándolo al espíritu de los tiempos. En general, es un inspirador en toda actividad mental creativa. También es un sanador (trascendencia de la forma). En particular actúa en todo lo relativo al cuerpo del sueño (insomnio, pesadillas, terrores nocturnos…) y al exceso de actividad nerviosa y mental. También en los problemas de depresión, debidos, fundamentalmente, a una desconexión con la luz. Lo dicho en relación con el Nombre nº 11 es de aplicación aquí: “En Kabbalá, este nivel [Chispa Divina] recibe el nombre de Shejiná, Presencia Divina, y es el asiento del Aní, el Yo Divino, la verdadera raíz del yo individual, razón por la cual se le llama: yo arquetípico, self transpersonal o, de una forma más clásica, neshamá suprema, y constituye nuestro “punto de enganche” con la Conciencia Divina.
Pero no se alcanza antes de la reducción a nada de todas nuestras características personales. [Inciso: una manera de interpretar este Nombre, Lav, es como Lo (Lámed Álef) V (Vav), es decir No Vav, siendo Vav la letra que representaría las características individuales (Tiféret)]

Como dice Rabbí Arié Kaplan: “La palabra hebrea para “yo” es Aní. Es significativo que si se reordenan las letras de Aní se obtiene la palabra Ain, que significa ‘nada’. Esto parece implicar que el verdadero ‘yo’ es la ‘nada’ dentro de mí.” Y un poco más adelante, continúa: “Cuando usamos entonces la palabra Ain-Nada para describir la esencia de un ser humano creado a imagen de Di-s, nos referimos al ‘yo’ último que no puede llegar a ser conocido. Se trata de la fuente intangible de mi voluntad que me impele a hacer lo que decida. Está más alto que el pensamiento mismo, porque es obvio que es ese ‘yo’ el que le dice a mi mente lo que tiene que pensar. Por eso es imposible imaginarlo, porque la fuente de mi voluntad está en un nivel por encima del pensamiento. Simplemente, no hay categoría en mi mente en la que encajarlo. Por tanto, cuando intento imaginar la fuente de mi voluntad, el verdadero ‘yo’, todo lo que puedo representar es una nada. Desde este punto de vista, los demás atributos de la personalidad humana no son el verdadero Aní, sino que deben ser definidos con más propiedad como mi ‘ego’ (...) Si las funciones del ego no miran hacia su fuente en el Aní, entonces son meramente obstáculos en el propio camino de crecimiento y desarrollo como una persona. Si, por el contrario, se transforman en vestiduras o expresiones del Aní, del mismo modo que las sefirót de Jojmá a Maljút son expresiones de Kéter, entonces el ingrediente básico del self, la voluntad, puede también conectarse con su fuente, la Voluntad Divina. Cuanto más una persona se identifique con el verdadero Aní-Ain, más estará en contacto con lo Divino dentro de sí”.





17. EL GRAN ESCAPE - לאו



17. EL GRAN ESCAPE  -  לאו

Somos rehenes de la presión constante para superar a amigos y compañeros. Estamos esclavizados por nuestros caprichos reactivos y deseos egoístas. Somos cautivos de nuestros empleos y de nuestras presiones económicas. Somos prisioneros de la manera en la que los demás nos perciben. Estamos encarcelados por nuestra necesidad de que otras personas nos acepten.

El ego es el cimiento de todas las formas de miseria. Nos obliga a convencer a otros de que estamos en lo correcto, incluso cuando estamos equivocados e incluso cuando sabemos que estamos equivocados. El ego nos da la ilusión de que actuamos con libertad, pero en realidad estamos siendo prisioneros de sus deseos.

Cuando una persona niega tener un ego, eso no es otra cosa que el ego trabajando con ahínco, patrullando la prisión. Si un individuo no puede reconocer a su propio ego en una situación determinada, esto es porque el ego cegó a la persona, colocándola en confinamiento solitario.

El ego es una bola y una cadena que nos anclan a la dimensión física, y bloquean nuestra conexión con el crecimiento espiritual. Sin embargo, es únicamente en el reino espiritual donde podremos encontrar verdadera dicha y realización.

MEDITACIÓN:

Este Nombre trae la mayor de todas las libertades: escapar de los deseos basados en nuestro ego, las inclinaciones egoístas, y la mentalidad del “yo primero”. En lugar de esto, ganamos los regalos duraderos y verdaderos de la vida: familia, amistad y realización.

“Alabad al Señor, invocad su Nombre; dad a conocer sus obras en los pueblos”.

(Tehil´lím/Salmos 105:1)


miércoles, 29 de junio de 2016

SHEM 16 - DESHACERSE DE LA DEPRESIÓN - HEI KUF MEM



SHEM 16 - DESHACERSE DE LA DEPRESIÓN  -  הקם

Vocalización: Heqam (Moshé Cordovéro); He/Qo/Me (A. Abulafia).

Valor numérico: 145
 
Ángel portador del Nombre: Haqamiah. Valor numérico: 160

“¿Por qué estás lejos, oh HaShem, y te escondes en el tiempo de la tribulación?” (Tehilim/Salmos 10:1)

“HaShem Di-s de mi salvación de día clamé en la noche delante de ti”. (Tehilim/Salmos 88:2)

Significado: Como el canalizador de Yesod de Jojmá es éste un Nombre de sabiduría directa, de intuición y sensibilidad. Es el trasmisor directo de la energía pura de Jojmá a la esfera de lo astral. Representa, pues, el poder de la imaginación, su capacidad de reflejar en imagen a los más altos arquetipos del espíritu. Confiere, entonces, una gran iluminación y es un punto de referencia y una guía para todos aquellos que siguen el camino espiritual.  El valor numérico del nombre de su ángel Hakamiah, es 160, el mismo que el de la palabra Tzélem, que significa forma, imagen, semblanza, figura (Imagen de Di-s = Tzélem Elo-him, en Bereshit/Génesis) y que, entre otras cosas, es el nombre tradicional para denotar el doble astral. Así pues, este Nombre rige la trasmutación energética que deviene en nuestro cuerpo de luz (simbolizada en la elevación de la serpiente).
El Nombre contiene la palabra kam, (raíz Kuf-Vav-Mem), que significa levantarse, despertar, o incluso, en sentido metafórico, resucitar (Lakum litjiyah, levantarse a la vida). Nuestro cuerpo de luz es también llamado el cuerpo de resurrección. La letra Hei es el artículo definido, de modo que el Nombre podría interpretarse como El que (o la que) despierta, levanta o hace surgir. En realidad, la Hei, en sí misma, es la que despierta, ya que indica nuestra conexión con la luz, con la Shejiná, con la Presencia Divina.  Se dice que este Nombre cura la depresión, porque ¿qué es la depresión sino una desconexión con la Luz, un bloqueo, un cortocircuito? Y este Nombre reconstruye la conexión. Es también el Nombre a usar cuando sentimos que nos hemos caído, para levantarnos de nuevo, para resurgir de nuestras cenizas.
La guematria de este Nombre es Hei-Kuf-Mem = 145, que es también el valor numérico de la expresión Matéh HaElo´him, que significa La vara de Di-s, refiriéndose a la vara de Moshé. Esta expresión aparece en Shemot/Éxodo 17:9, cuando Israel es atacado por Amalek, la representación arquetípica de las fuerzas de la negatividad. Y, ¿qué mejor apoyo en nuestras vidas que la vara de Di-s? ¿Qué mejor Fundamento podemos elegir que dejarnos llevar por la Sabiduría Divina? Podemos decir entonces (y utilizar como mantra – además del versículo del salmo propuesto – en momentos de depresión, cuando uno se siente envuelto por la negatividad): “kumáh YHVH veyafutzu oyeveja”, Levántate Hashem y esparce (dispersa) a tus enemigos (Bamidbar/Números 10:35).
Esta es la vara con la que Moshé y Aharón hacían los hechos prodigiosos, la vara que se transformaba en serpiente cuando era arrojada al suelo, la vara del pilar central, de la columna del medio, cuando era tomada de nuevo. Cuando los magos del faraón transformaron las suyas a su vez en serpientes, la vara de Aharón las devoró, porque es el poder del pilar del medio el que controla las energías de los pilares laterales (representadas por las dos serpientes, blanca y negra, de las corrientes astrales).  Hay que tener en cuenta que Amalek, suma 240, lo mismo que la palabra safek, que significa duda. De hecho, en el episodio citado antes, Amalek ataca a Israel cuando éste duda si está Di-s en medio de ellos o no. Cuando protestan en el desierto (Bamidbar/Números 21) y Di-s les envía las serpientes de fuego (hanejoshim haserafim) que causan gran estrago, Di-s le dice a Moshé: Hazte una serpiente ardiente (Saraf) y ponla sobre una pértiga, y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella vivirá. Y Moshé hizo una serpiente de bronce (nejash nejóshet) y la puso sobre una pértiga, y cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y vivía.  ¿Cuál es la relación de la serpiente con Yesod? El Nombre de Di-s en Yesod es Sha-dai E´l Jai = 363. Hanájash (la serpiente) = 363 (y también haMashíaj, el Mesías). 363 + 22 = 385 = Shejiná, Presencia Divina. Entonces, tenemos la imagen de la serpiente de la Sabiduría ascendiendo por los 22 senderos del Árbol de la Vida (una de las imágenes clásicas del sendero de retorno). Y cuando su cabeza alcanza el centro de Keter la Luz llena todo nuestro cuerpo y tenemos la verdadera vida.   

 

16. DESHACERSE DE LA DEPRESIÓN - הקם



16. DESHACERSE DE LA DEPRESIÓN   -  הקם

La vida está llena de obstáculos y pruebas que algunas veces nos hacen caer. Cuando perdemos el equilibrio y caemos de cara al suelo, es importante levantarse de nuevo en lugar de hundirse en la duda y la depresión. Y quitarnos el polvo de encima.
Ascender por la escalera espiritual requiere de mucha más grandeza y fortaleza de la que se necesita para conquistar naciones, construir imperios u obtener grandes riquezas.
Las fuerzas negativas (nuestro ego) que habitan el mundo utilizan un plan de dos etapas en contra nuestra:

1. Nos hacen caer.
2. Nos mantienen abajo a través de sentimientos de culpa y de depresión, provocados por nuestros fracasos.
El levantarse de nuevo genera en el mundo una Luz espiritual de mayor magnitud que aquella que se genera si nunca hubiéramos caído. El hecho de caer no es lo importante. La verdadera grandeza yace en el acto de levantarse de nuevo.
Pero la depresión es un estado emocional muy seductor. De hecho, es muy tentadora porque hace surgir energía en el individuo con un corazón abatido. Pero la naturaleza de esta energía es negativa y nociva, mientras que la energía espiritual de la Luz es positiva y transformadora.
Cuando salimos de nuestra depresión, con la intención de revelar Luz al mundo, nos envuelve la energía positiva, trayendo consigo grandes bendiciones e inmensa alegría para toda la existencia.

Meditación

Se nos concede la fuerza emocional para permanecer de pie después de un tropiezo, para levantarnos después de haber caído y para resistir cuando el camino parece insoportable.

“¿Por qué estás lejos, oh HaShem, y te escondes en el tiempo de la tribulación?”

(Tehilim/Salmos 10:1)


martes, 28 de junio de 2016

SHEM 15 - VISIÓN DE LARGO ALCANCE - HEI RESH YUD

SHEM 15 - VISIÓN DE LARGO ALCANCE  -  הרי

Vocalización: HeRI (Moshé Kordovero); He/Re/Io (A. Abbuláäfia)

Valor numérico: 215

Ángel portador del Nombre: Hari´el 246

“He aquí que así será bendecido el hombre que teme Al Señor”. (Tehil´lím/Salmos 128:4)

“Y ha sido el Señor para mí por baluarte y mi Di-s por roca de mi refugio”. (Tehil´lím/Salmos 94:22)

Significado: Guematriót: Hé-Resh-Iúd = 215 = Adír (poderoso, fuerte, gobernante: uno de los títulos de Di-s), kelippá (cáscara, nombre genérico de las fuerzas de la negatividad), zaraj (lucir, brillar, salir el sol). Hari´el = 246 = Gavri´el, midbár (desierto, palabra, habla, atrio de los gentiles), medabbér (portavoz, el que habla), maré (visión, semblante, figura), pasúk (versículo bíblico), róm (altura, elevación).

Por otra parte, Hé-Resh-Iúd, pronunciado Haré, significa literalmente ¡Mirad! ¡Contemplad! Aquí está, he aquí. Pronunciado Harí significa aspecto, apariencia. Este Nombre irradia la energía de Hód de Jojmá, la sabiduría como intelecto y voluntad. Cabe esperar un despliegue de posibilidades mentales en el punto semilla en que todas ellas convergen como arte, ciencia y espiritualidad, es decir, en el punto en que razón y emoción se unen en una unidad de tipo superior que las engloba y trasciende, de forma que el conocimiento es tanto amor puro como claridad mental, y además es voluntad que encuentra el camino lógico para expresarse como arte, ciencia o religión. Hari´el es un ángel de visión. Se trata de una visión de largo alcance que es además previsión. Gracias a su intuición y a su agudeza mental podemos prever todas las consecuencias de nuestros actos a largo plazo – consecuencias para nosotros y para los demás – el principio de causa y efecto de forma global en acción. Como dice el Talmúd: ¿Quién es sabio? El que conoce las consecuencias de los actos. Gracias a este ángel podemos saber si una decisión nuestra aparentemente bien fundada nos va a traer consecuencias negativas, simplemente porque estaba fundamentada en un plano de ilusión. También a la inversa: si una situación aparentemente problemática, correctamente enfrentada, encierra en sí una gran bendición para nosotros. 

Hari´el descorre los velos de ilusión que nublan nuestra vista, tanto en relación a la vida práctica como respecto a las realidades interiores, espirituales. En ese sentido, es una guía inmejorable en las prácticas de meditación. Nos enseña a aquietar nuestra mente, a llegar hasta el fondo de nuestro pensamiento, a romper las cáscaras que impiden nuestra visión, a morar en el plano abstracto del silencio hablante. También nos explica el sentido de las visiones. Como Gavri´el, es el portavoz, el que habla, el que nos trae los mensajes de lo Alto. Como en la experiencia de Moshé en el episodio de la zarza ardiente:

“VAINHÁG  ET-HATZTZÓN  AJÁR  HAMMIDBÁR  VAIAVÓ  EL-HÁR  HAELO-HÍM  JOREVÁ - Y llevó las ovejas detrás del desierto y llegó al monte de Di-s, el Joreb”.  (Shemót 3:1)

Ahora bien, la palabra “oveja” en hebreo, Tzón - Tzadi, Álef, Nun – se considera un acróstico de: Tzerúf (permutación, una técnica de meditación cabalística), Otiót (que empieza por Álef y significa letras) y Nekuddót (puntos vocálicos, tal como se escriben las vocales en hebreo). Por otra parte, la palabra “desierto”, Midbár, tiene la misma raíz que Dabár, palabra (Aní Medabbér, significa, por ejemplo, yo hablo).

Nos está diciendo que Moshé, en su meditación, condujo su mente más allá de la palabra (midbár) o pensamiento verbal, es decir, hasta el fondo de su pensamiento, llegando al monte de Di-s, el lugar de la visión. Monte es Hár (Hé-Resh). Hari puede interpretarse como el Monte de Iúd. Y Hari´el puede leerse como el monte de Di-s (o mi monte de Di-s). También se puede analizar como: ¡Mirad! ¡Contemplad! He aquí (Harei) Di-s (É´l). Es decir, más allá de la Kelippá o cáscara de nuestra mente.

Hari´el es también un guardián y un protector. Sobre todo nos protege de la crítica destructiva y de los pensamientos negativos, tanto propios como ajenos. A veces nos obsesionamos con cosas o caminos que no nos llevan a ningún lado. Hari´el nos ayuda a purificar nuestra mente, de forma que nuestros pensamientos estén en armonía con nuestro fin deseado, el objetivo espiritual. Dice el Talmúd: ¿Quién es sabio? El que se conforma con su parte. Al no estar en sentimiento de ausencia, ningún mal puede penetrar en él.

Ampliación:

También en la visión de Iejezkél/Ezequiel tenemos alusiones a que la técnica usada tiene que ver con las letras y sus permutaciones. La visión trata de la merkavá, la carroza divina; meRKaVá, palabra que en hebreo viene de la raíz RKB, Rajáb, que significa montar, cabalgar. Resh-Jaf-Bet = 200-20-2. La visión tiene lugar en las aguas del río KeBaR. Los seres angélicos son descritos en otro lugar como KeRuBím (manifestaciones kerúbicas de las Jaiót). Estos pronuncian la BeRaJá, BeRaKa: BaRúJ(K) Kevód HaShém Mimmekomó: Bendita sea la Gloria del Señor desde su lugar. [Nos quedan dos permutaciones: RBK, raíz que significa estar bien mezclado – un buen eufemismo para meditar correctamente – y BKR, raíz que significa producir fruto temprano y ser investido con la primogenitura, es decir, con la conexión y la capacidad de trasmitirla. Es además el orden numérico 2-20-200 y constituye la segunda cámara del llamado AIK BeKeR, una de las técnicas de temurá o sustitución de letras]. Esto es un ejemplo de Tzerúf, permutación.

En la meditación, Iejezkél/Ezequiel también tiene que ir más allá: Cuando Ezequiel tiene su visión se halla en el plano del alma (su self, su Tiféret). Al principio (1er versículo) se hallaba en el lugar del ego: “yo estaba entre los cautivos en el río Kevár (mirando en meditación sobre las aguas de Iesód) y los cielos fueron abiertos y vi visiones de Elo-hím”. En el versículo 3 ha realizado ya el tránsito, y entonces: “vino la palabra de IHV´H expresamente a Ezequiel... y la mano (iád o letra iúd de Jojmá) de IHV´H fue sobre él”. En el versículo cuatro su meditación atraviesa en sucesión las barreras de la Kelippá (los velos de negatividad u oscuridad que bloquean al alma y la impiden acceder directamente a su naturaleza superior divina: el RÚAJ SEÄRÁ o viento tormentoso – o sea, la agitación de la mente – el ÄNÁN GADÓL o gran nube – la opacidad mental/emocional – el ÉSH MITLAKKÁJAT o fuego refulgente – la energía del deseo – y, por último, NÓGA o el resplandor – el brillo de la conciencia –). Una vez traspasado el jashmál (el silencio hablante, la voz del silencio – equivalente a la kol demamá o voz silenciosa del profeta Eliáhu/Elías en el monte Jorév – el abismo que separa la conciencia humana de la conciencia divina) empieza la visión propiamente dicha.  En el libro Shaäré Tzédek, las Puertas de la Rectitud, el autor Rabbí Shém Tóv sefardí, supuesto discípulo directo de Avrahám Abbuláäfia, dice, (una vez que las operaciones con las letras han terminado): “Necesitas (entonces) meditar en la esencia de tu propio pensamiento y extraer su habla (o palabra) tanto si está moldeada en una forma o desatada de toda forma... Ahora, en este proceso de exteriorización del habla del pensamiento, la persona se involucra con su propia esencia tanto que escapa al dominio de su propio intelecto natural. E incluso si desea dejar de pensar no puede hacerlo. Se procede por grados: inicialmente a través de la escritura y el lenguaje, luego a través de la boca, que significa dar forma. Cuando se abandona su dominio, es necesario un esfuerzo suplementario, que consiste en la exteriorización hacia afuera de su lugar natural, por grados, hasta que se llega a un cierto nivel en el que quisieras impedir el pensamiento verbal, pero ya no tienes la capacidad de hacerlo.
Entonces, si tienes la habilidad de empujar y exteriorizar, irás más y más desde las profundidades interiores hacia el exterior, y darás forma a través de la facultad imaginativa purificada, en la semejanza de un espejo transparente. Esta es la espada llameante que giraba a todos lados, mediante la cual lo que está detrás pasa a primer plano y lo de delante revertirá su ser. Entonces verás la esencia interna en el exterior, igual que con los Urím y Tummím...etc.”

Dice Abbuláäfia: “El Mundo Futuro es el intelecto, que es la fuente de toda Sabiduría, Entendimiento y Conocimiento, emanando del Rey de Reyes, el Santo, Bendito sea... Tu mente debe entonces venir a unirse con su Mente, que es lo que te da el poder de pensar. Tu mente debe desvestirse de todo otro pensamiento que no sea su Pensamiento. Este se torna como un socio, uniéndote a Él mediante su Nombre glorioso y temible”.

Una palabra de advertencia de Shém Tóv (explicando por qué a pesar de recitar y vocalizar los Nombres, a veces estos no actúan): “...Lo último está relacionado con el hecho de que después de que nuestro propio pensamiento se ha separado de nuestro propio dominio, la ayuda divina, que viene de Metatrón, el Príncipe del Rostro, podría no alcanzar impactar con él. [Nota: Siempre se requiere la ayuda divina. Esto no es un proceso automático. Y menos que podamos controlar. De ahí que las prácticas de meditación avanzada deban siempre hacerse en estado de conexión y santidad constantes.]... Por tanto, si su pensamiento sale y la ayuda divina no lo acompaña, desde que de acuerdo con su naturaleza no podrá volver atrás, será abandonado al peligro constituido por demonios, diablos y espíritus malignos [podrá tener poderosas visiones y alucinaciones que no podrá controlar]. A lo mismo se refiere aquello respecto a ese hombre que miró y fue golpeado, es decir, enloqueció [Se refiere al episodio de los cuatro rabinos que entraron en el Pardés]. De hecho hay cuatro medidas: el hombre que echa una mirada y muere a causa de la luz divina que atrae la luz del néfesh, en su extrema debilidad comparada con aquella; el que se vuelve loco, y el que corta las plantas [apostata] pensando que hay dos poderes y que no hay ley ni juez. Finalmente, está el que entra y sale de allí sin daños, gracias a la ayuda de Metatrón para entrar y de Sandalfón para salir.”

Se dice que sólo Rabí Äkivá – el cuarto aludido – fue capaz de integrar las potentes experiencias espirituales con su vida cotidiana, de ahí que pudiera entrar y salir en paz. Pues el trabajo de la merkavá – la trasformación de la propia alma en un vehículo de esa Presencia espiritual que hemos definido como el arquetipo Divino – es la actualización de la Presencia en el centro de nuestro self e irradiando en todos los aspectos de nuestra vida. De ahí que se diga que los Patriarcas son la merkavá. Para ello, el foco de la mente debe estar siempre en lo Divino. La clave de la conexión es el pensamiento, la atención consciente. En palabras de Avrahám Abbuláäfia, uno de los principales exponentes de la cábala profética: “El Mundo Futuro es el intelecto, que es la fuente de toda Sabiduría, Entendimiento y Conocimiento, emanando del Rey de Reyes, el Santo, Bendito sea... Tu mente debe entonces venir a unirse con su Mente, que es lo que te da el poder de pensar. Tu mente debe desvestirse de todo otro pensamiento que no sea su Pensamiento. Este se torna como un socio, uniéndote a Él mediante su Nombre glorioso y temible”.

También dice Maimónides, el Rambam, en su Guía de los Perplejos, Parte III Cap. 51 (tras establecer cómo el sentido continuo de estar en la Presencia de Di-s es el verdadero servicio al que tienden las prácticas religiosas: la lectura de la Torá, la oración, la observancia de los preceptos; de modo que uno esté ocupado en Él, en vez de en lo que no es Él): “Y está el individuo que, por su percepción de las verdaderas realidades y su gozo en lo aprehendido, alcanza un estado en el que habla con la gente y se ocupa de sus necesidades corporales mientras que su intelecto está completamente vuelto hacia Él, sea por siempre exaltado, de modo que en su corazón está siempre en su Presencia, sea Él por siempre exaltado, al tiempo que externamente se halla con la gente, tal como describen las poéticas parábolas que han sido inventadas para describir esas nociones: ‘Yo dormía, pero mi corazón velaba; es la voz del amado que llama...’(Shír HaShirím/Cantar de los Cantares 5:2), y así sucesivamente. No digo que éste sea el rango de todos los profetas, pero sí el de Moshé Rabbénu, de quien se dice: ‘Moshé se acercará solo a IHV´H, mas ellos no se acercarán ni subirá el pueblo con él’ (Shemót/Éxodo 24:2); y también: ‘Moshé permaneció allí con IHV´H’ (Shemót/Éxodo 34:28); asimismo: ‘Tú, empero, quédate aquí conmigo [dice IHV´H]’ (Shemót/Ex. 5:31)... Este también fue el rango de los Patriarcas, cuya proximidad a Él, sea por siempre exaltado, es que su Nombre fue conocido en el mundo por ellos: ‘El Di-s de Avrahám, el Di-s de Itzják, el Di-s de Iaäkóv ...; éste es mi Nombre para siempre’ (Shemót/Ex. 3:15). A causa de la unión de sus intelectos mediante la aprehensión de Él, resultó que Él hizo una alianza perdurable con cada uno de ellos.”

Porque la Devekút (Adhesión) o experiencia mística no es un estado de abandono o de pérdida de sí en el infinito seno de la Deidad. Tal como nos ha descrito antes Rambam, es un estado de continuo estar con Di-s en mente y en voluntad que, si bien conlleva el éxtasis, es también actualizado en la vida cotidiana. Como también corrobora Rabbí Moshé ben Najmán (el Rambán, Najmánides de Gerona; siglo 13):

“Los pensamientos de los Patriarcas no estaban separados ni un instante de la Luz Divina. En todas sus actividades físicas el foco de su mente estaba centrado en Di-s. Ni aun durante el tiempo en que se unían sexualmente a sus mujeres estaban separados sus pensamientos de esa adhesión a lo Divino.” “Una persona debe mantener constantemente en su conciencia a Di-s y su amor. No debe separar sus pensamientos de Él cuando viaja por el camino, ni cuando se acuesta, ni cuando se levanta. Hasta alcanzar el grado espiritual en que, cuando habla con la gente, habla sólo con la boca pero su conciencia no está con los otros, sino en la Presencia de Di-s. Para los que alcanzan este grado espiritual es posible que, estando aún vivos, se hallen sumidos en los brazos de la vida eterna. Pues se han hecho morada de la Presencia Divina”